La eutanasia: un debate que tampoco se va a dar
No es que sea solo costumbre nacional, pero desde luego está muy arraigada y no parece que vayan a mejor las cosas, dado lo que estamos escuchando en la campaña electoral. Tenemos una lamentable tendencia a obviar los debates a fondo, en temas serios, sobre los que nos jugamos la visión que tenemos del ser humano. Se despachan con un conjunto de eslóganes que no indican nada, que resumen lo que nos debería llevar horas de discusión en una frase que ni siquiera tiene 140 caracteres. Me comentaba un amigo que estuvo muchos años trabajando con comunidades nativas de EE.UU., que las grandes decisiones se toman por representantes de cada tribu local, elegidos por llevar una vida íntegra y ser ejemplo para el grupo (sin comentarios en relación a nuestros políticos). Se parte de la base de que cada uno está procurando el bien de su comunidad, no el suyo propio, y de que todas las comunidades, también las más pequeñas, tienen una parte de verdad y de valor en lo que defienden. Así las cosas, las decisiones se toman siempre por unanimidad, después de horas o de días de discusión, donde se escuchan todos los argumentos, de todas las comunidades implicadas.
Pongamos como ejemplo de las antípodas intelectuales de esta postura el actual debate sobre la eutanasia. Todo son tópicos, en el mejor de los casos, e insultos, en el peor. El tema es muy de fondo, muy serio, nos estamos jugando el futuro de nuestros abuelos, de nosotros mismos que lo seremos en pocos años. Despachar el asunto diciendo que es un asunto de la autonomía personal y que cada uno haga lo que quiera, me parece de una superficialidad y una inopia mayúscula. Después de lo ocurrido con el aborto en este país (casos extremos primero, 100.000 abortos ahora, que nada tienen que ver con esas situaciones límite), no hace falta ser profeta para vaticinar lo que puede ocurrir con la eutanasia: primero enfermos crónicos con alto nivel de sufrimiento que lo solicitan, luego cuando no lo solicitan por estar inconscientes, luego cuando los familiares consideren que están sufriendo, luego cuando los enfermos consideren que están molestando a sus familiares, luego cuando el estado considere que no puede pagar esos tratamientos.... ¿sigo?
Por favor, señores políticos, piensen mucho estos temas de fondo antes de legislarlos, escuchen a todos, sin prisa, vayan más allá de un debate electoral circunstancial. Será una decisión que afecte a miles de personas durante muchos años. Dejen hablar a los profesionales sanitarios: un derecho a morir, lleva consigo una obligación de matar. Esto no puede decidirse por mayorías, sino por un consenso amplísimo que se haya precedido de largos y profundos debates. No podemos legislar sobre un tema tan relevante llevados por la pasión del momento. Ya tenemos dolorosas experiencias.
Pongamos como ejemplo de las antípodas intelectuales de esta postura el actual debate sobre la eutanasia. Todo son tópicos, en el mejor de los casos, e insultos, en el peor. El tema es muy de fondo, muy serio, nos estamos jugando el futuro de nuestros abuelos, de nosotros mismos que lo seremos en pocos años. Despachar el asunto diciendo que es un asunto de la autonomía personal y que cada uno haga lo que quiera, me parece de una superficialidad y una inopia mayúscula. Después de lo ocurrido con el aborto en este país (casos extremos primero, 100.000 abortos ahora, que nada tienen que ver con esas situaciones límite), no hace falta ser profeta para vaticinar lo que puede ocurrir con la eutanasia: primero enfermos crónicos con alto nivel de sufrimiento que lo solicitan, luego cuando no lo solicitan por estar inconscientes, luego cuando los familiares consideren que están sufriendo, luego cuando los enfermos consideren que están molestando a sus familiares, luego cuando el estado considere que no puede pagar esos tratamientos.... ¿sigo?
Por favor, señores políticos, piensen mucho estos temas de fondo antes de legislarlos, escuchen a todos, sin prisa, vayan más allá de un debate electoral circunstancial. Será una decisión que afecte a miles de personas durante muchos años. Dejen hablar a los profesionales sanitarios: un derecho a morir, lleva consigo una obligación de matar. Esto no puede decidirse por mayorías, sino por un consenso amplísimo que se haya precedido de largos y profundos debates. No podemos legislar sobre un tema tan relevante llevados por la pasión del momento. Ya tenemos dolorosas experiencias.
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