Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Lo que importa

por La mirada impertinente

El cine de Hollywood ha encontrado en el integrista religioso a su nuevo villano favorito. Integrista cristiano, por supuesto, no nos vayan a acusar de islamófobos. El fanático religioso ha venido a ocupar el trono que antaño ostentaran el científico loco, el nazi o (en menor medida) el comunista, como paradigmas del mal, de la ambición desenfrenada, del extravío moral. Lo hemos visto en películas como ‘Guerra en el planeta de los simios’ (por otra parte, excelente), o en ‘Brimstone’, por citar dos casos recientes. Pero no son ejemplos aislados, sino expresión de un modelo.

Como correlato de ello, el cine contemporáneo sólo parece capaz de hablar bien de un hombre de Dios si éste es inequívocamente progresista o, preferiblemente, si está enfrentado a la carcundia eclesial. De modo que el cura ejemplar aparece poco menos que como la excepción a la regla. O sirve, cuanto menos, de piedra de toque para que no nos terminemos de fiar de esa cosa tan peligrosa llamada religión. Lo vimos en una película como “La duda”, protagonizada por Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman, y es un recurso habitual en casi todas las películas de tema satánico o conspiranoico (tipo Código Da Vinci). La serie de televisión española ‘Quart’ que protagonizaba el vallisoletano Roberto Enríquez, jugaba en esta liga: Quart era el cura ilustrado y tolerante, la cara amable de la Iglesia, enfrentado a una conspiración integrista en el Vaticano.

Nada de esto es casual, por descontado. Hay una visión ideológica detrás que busca colocar bajo sospecha el hecho religioso. Ser creyente está bien si es algo que se queda en el mundo privado, o si sirve de respaldo a los valores dominantes (hoy socialdemócratas). En caso contrario, el peligro del rigorismo está al acecho. Y es que Hollywood tiene una muy peculiar visión del integrismo que excluye a los que ponen bombas y, en cambio, se ceba con los que defienden la vida o se oponen a la ideología de género, aunque sea por medios democráticos.

En este contexto, el éxito de una película española como “Lo que de verdad importa”, de Paco Arango -que acaba de editarse en DVD- es especialmente estimulante. No sólo por ser un gesto altruista en sí misma (Arango ha donado a fondo perdido el dinero que ha costado la película, para que todo lo que recaude sirva para financiar a varias ONG), ni sólo por el apasionante movimiento solidario que ha desatado, colocando al cáncer infantil en el escaparate, sino también por su visión amable, y nada afectada, de lo religioso. El cura que aparece no es perfecto, pero no es malo; la película muestra la vivencia de la fe desde la naturalidad, y sin petulancias; y el descreído protagonista encuentra justamente en el factor humano, en esos prójimos que finalmente nos importan, una puerta de acceso a algo que no sabe muy bien lo que pueda ser, pero que es. Y, sobre todo, no hay integristas a la vista. No se pueden ustedes imaginar qué descanso.

Publicado en El Norte de Castilla

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