El legado de Lutero
Terminamos el año 2017 en el que hemos conmemorado el aniversario del cisma que partió el cristianismo occidental en dos. Digo conmemorado, y no celebrado, porque no creo que haya mucho que celebrar la mayor crisis que ha sacudido al cristianismo desde sus orígenes. Si bien el gnosticismo fue una gran amenaza para el cristianismo primitivo, o el arrianismo -unos siglos más tarde- estuvo a punto de barrer la ortodoxia cristiana, o el cisma de Oriente partió en dos mitades a la Iglesia, a mi modo de ver la mayor herida a la comunidad cristiana ha sido la mal llamada Reforma protestante. No cabe duda que la Iglesia necesitaba una reforma desde bien entrada la Edad Media, que las corruptelas de todo tipo habían deteriorado el mensaje evangélico en muchos estamentos de la Iglesia, pero lo que consiguió Lutero y los demás "reformadores" protestantes, no fue tanto reformar la Iglesia sino romperla. Romperla y, añado yo, desfigurar su doctrina hasta pulverizar la misma noción del cristianismo. No estoy diciendo que todos los protestantes estén alejados de Jesucristo, ni mucho menos: los hay muy piadosos y enormemente ejemplares en su actuar moral. Lo que estoy diciendo es que Lutero sembró el germen de una transformación doctrinal tan intensa que ha terminado por difuminar la misma esencia del cristianismo. La enorme división en las propias iglesias protestantes así lo prueba: más de 12.000 denominaciones desde el s. XVI a nuestros días, lo que indica qué pocos principios comunes dejó la "libre interpretación" de las Escrituras que preconizaba Lutero.
Hace poco estuve en Amsterdam, para una reunión de trabajo. Cuando viajo al norte de Europa, precisamente a esos países que se sumaron a la rebeldía luterana, comprobamos el resultado: son países donde el cristianismo ha desaparecido casi completamente, dejando solo al recuerdo las señales de la tradición cristiana.
No estoy juzgando las intenciones de Lutero, ni mucho menos las de los muchos cristianos que ahora siguen su tradición "reformadora", sólo me centro en las consecuencias. La reforma de la Iglesia era completamente necesaria, pero desde dentro de la Iglesia, no creando iglesias paralelas, con planteamientos doctrinales que poco tienen que ver con la tradición cristiana. Reformados son Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús, Hildegarda de Bingen y Felipe Neri. Ellos consiguieron que la Iglesia dejara muchas prácticas mundanas, que los sacerdotes estuvieran mejor formados y fueran mas ejemplares, que las órdenes religiosas buscaran la perfección espiritual. Naturalmente sigue habiendo necesidad de reforma en la Iglesia, porque donde hay seres humanos, hay debilidad y pecado, pero sobre un sustrato de valores y piedad que esté anclado en el Evangelio.
Lutero, Calvino, Zwinglio y compañía viven en el s.XVI en países cristianizados a partir del siglo VII. Si querían recuperar la pureza del cristianismo primitivo que según ellos había deformado la Iglesia romana, quizá deberían haber mirado a en qué creían los cristianos de los lugares donde nació el cristianismo. La fe en la presencia de Jesús en la Eucaristía, la importancia de la confesión o el sacerdocio, la devoción a la Virgen María o la petición a los santos, por ejemplo, son valores 100% comunes a los cristianos orientales y latinos. Sin embargo, todo eso es negado por los seguidores de Lutero. ¿Quién tiene más probabilidad de estar cerca de lo que Jesús realmente enseñó, de lo que sus primeros discípulos entendieron y practicaron, algunos cristianos del norte de Europa del siglo XVI o los sucesores de los lugares donde vivieron Jesús y sus primeros discípulos? ¿A qué tipo de sociedades han dado lugar los principios de Lutero? ¿Qué frutos de santidad, de piedad cristiana han ofrecido?
Hace poco estuve en Amsterdam, para una reunión de trabajo. Cuando viajo al norte de Europa, precisamente a esos países que se sumaron a la rebeldía luterana, comprobamos el resultado: son países donde el cristianismo ha desaparecido casi completamente, dejando solo al recuerdo las señales de la tradición cristiana.
No estoy juzgando las intenciones de Lutero, ni mucho menos las de los muchos cristianos que ahora siguen su tradición "reformadora", sólo me centro en las consecuencias. La reforma de la Iglesia era completamente necesaria, pero desde dentro de la Iglesia, no creando iglesias paralelas, con planteamientos doctrinales que poco tienen que ver con la tradición cristiana. Reformados son Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús, Hildegarda de Bingen y Felipe Neri. Ellos consiguieron que la Iglesia dejara muchas prácticas mundanas, que los sacerdotes estuvieran mejor formados y fueran mas ejemplares, que las órdenes religiosas buscaran la perfección espiritual. Naturalmente sigue habiendo necesidad de reforma en la Iglesia, porque donde hay seres humanos, hay debilidad y pecado, pero sobre un sustrato de valores y piedad que esté anclado en el Evangelio.
Lutero, Calvino, Zwinglio y compañía viven en el s.XVI en países cristianizados a partir del siglo VII. Si querían recuperar la pureza del cristianismo primitivo que según ellos había deformado la Iglesia romana, quizá deberían haber mirado a en qué creían los cristianos de los lugares donde nació el cristianismo. La fe en la presencia de Jesús en la Eucaristía, la importancia de la confesión o el sacerdocio, la devoción a la Virgen María o la petición a los santos, por ejemplo, son valores 100% comunes a los cristianos orientales y latinos. Sin embargo, todo eso es negado por los seguidores de Lutero. ¿Quién tiene más probabilidad de estar cerca de lo que Jesús realmente enseñó, de lo que sus primeros discípulos entendieron y practicaron, algunos cristianos del norte de Europa del siglo XVI o los sucesores de los lugares donde vivieron Jesús y sus primeros discípulos? ¿A qué tipo de sociedades han dado lugar los principios de Lutero? ¿Qué frutos de santidad, de piedad cristiana han ofrecido?
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