Limón y sal
por Canta y camina
Hay una canción de Julieta Venegas, Limón y sal, que me encanta porque describe con mucha gracia la realidad más cotidiana de la vida en pareja o en familia.
A veces no nos gusta la gente con la que tratamos, convivimos, trabajamos, nos encontramos por ahí. A veces no nos gusta nuestro marido o nuestra esposa, no nos gustan nuestros hijos, nuestros suegros, nuestros padres o hermanos, nuestras parejas, nuestros amigos… Se nos cruzan los cables y de repente nos caen mal, se nos hacen insoportables.
De pronto nos ponen de los nervios actitudes o comportamientos que antes nos pasaban desapercibidos o no nos afectaban lo más mínimo. O echamos de menos cosas que antes no notábamos que nos faltaran. Y empezamos a pedalear mentalmente, un “run-run” que se va acelerando y nos va poniendo de mal humor y no dejamos títere con cabeza. Y empezamos a pensar cosas como ¿por qué me juntaría yo con alguien así, si no me gusta su forma de ser?, ¿por qué no será más como a mí me gusta?, ¿por qué ha dejado de ser como era, que por eso me fijé en él o en ella?, ¿dónde está la persona que conocí, la han abducido los extraterrestres o qué? Y despropósitos por el estilo.
¿Y tú qué? ¿Le gustas siempre a todo el mundo? ¿Hay alguien que puede pensar de ti lo mismo que tú de esos otros? Seguro que sí, seguro que montones de veces eres tú el rarito, el machaca, el insoportable, el antipático…
¿Y te gusta que los demás piensen que eres insoportable, que ojalá no te hubieras cruzado en su camino, que por qué no cambias de una vez?
Yo creo que no. Por lo menos a mí no me gusta caerle mal a nadie, no me gusta que piensen que soy insoportable o pesada o rara. Y sé lo difícil que es cambiar una forma de ser, un hábito arraigado. Podemos intentarlo pero no siempre lo conseguimos, a veces dejamos de hacer algo que molesta a los demás pero al poco volvemos a caer porque claro, la cabra tira al monte.
Piensa un poco, anda, no te dejes llevar por el calentón del momento.
¿Por qué te fijaste en esa persona, qué te llamó la atención, qué te gustó, por qué quisiste acercarte y conocerla más hasta el punto de compartir tu vida con ella? ¿Por qué sientes ese rechazo hacia tu hijo o hija, no te acuerdas de lo que sentiste al saber que estaba en camino, al verlo por primera vez?
A veces estamos cansados, agobiados, desbordados por las circunstancias y todo nos molesta, todo nos fastidia, todos están en nuestra contra… En realidad los que estamos mal somos nosotros y no vemos las cosas con claridad.
Respira hondo. Piensa. ¿De verdad esa persona es tan horrible? ¿No hay nada bueno o bonito en ella? ¿De verdad crees que estarías mejor sin ella? Yo creo que no, que la sigues queriendo mucho y que en cuanto te calmes un poco tú también lo verás así.
No te digo que no tenga cosas que te molesten pero seguro que son muchas más las cosas buenas, seguro que tiene muchas más virtudes que defectos.
Creo que soñar con que los demás cambien es perder el tiempo y desgastarse. Sería mejor separar el grano de la paja, el pecado del pecador. Amar a los demás como son, con sus virtudes y sus defectos, que no es lo mismo que amar sus defectos.
Puedes querer con locura a tu estupendo o a tu estupenda a la vez que te saca de quicio que todos los días deje sus zapatos en medio de la habitación y te tropieces con ellos. Pesa mucho más todo lo bueno que tiene, ¿no es verdad?
Piensa en ti. ¿No prefieres que te quieran como eres, a pesar de tus propios defectos? ¿Que den mucha más importancia a todo lo bueno y hermoso que hay en ti que a tus manías y a las cosas que les molestan?
Dios nos ama como somos. Él nos hizo como somos y nos adora, le encantamos. No le gustan nuestros pecados pero no nos fuerza a cambiar para amarnos. Nos ama con defectos y todo.
Lo que quiere es que aspiremos a la santidad, a ser lo mejor que podamos cada uno según nuestra naturaleza, a no dejarnos llevar por nuestras malas tendencias sino que nos esforcemos hasta donde podamos por ser nuestra mejor versión.
Jesús dijo a la mujer adúltera (Juan 8, 11): “Tampoco yo te condeno; vete y a partir de ahora no peques más.” No le dijo: eres horrible, quítate de mi vista, no te soporto, eres un caso perdido, no hay quien te aguante. No. No le dijo que tenía que cambiar de forma de ser, sino de forma de actuar. No le dijo que tenía que dejar de ser como era sino de comportarse como se comportaba.
Pues así nosotros con los demás. A lo mejor no son ellos los que tienen que cambiar sino que nosotros tenemos que tranquilizarnos un poco. A lo mejor ese o esa que nos molesta tanto está pasando una temporada de mucho estrés y como dice la canción, no sabe si viene o si va, si sube o si baja ni lo que siente. Seguro que lo que necesita no es tu rechazo ni tus reproches, sino que le comprendas y le preguntes, o a lo mejor que le des espacio y le dejes tranquilo, eso depende de cómo sea cada uno.
Ya sabes, trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Te dejo con Juieta Venegas, que disfrutes.