Domingo, 22 de diciembre de 2024

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La oración falsamente atribuida a San Francisco

La oración falsamente atribuida a San Francisco

por Mientras el mundo gira

Confieso que yo también me lo había tragado. Hemos oído tantas veces, de boca de buenos sacerdotes, aquello de la “Oración por la paz de San Francisco de Asís”, que lo había dado por bueno. Me refiero a la oración que dice más o menos así:
“Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna”.
Por eso me llamó la atención cuando un contacto de facebook, argentino pero serio y preciso, comentó el otro día que la Oración no había salido de manos de San Francisco. Añadía que era bonita e inspiradora, de acuerdo, pero que de San Francisco de Asís, nada de nada.
Me puse a investigar un poco por internet y aunque está muy difundida la atribución a San Francisco, también encontré pronto quienes señalaban que el Santo de Asís no la había escrito y, por ello, recomendaban hablar más bien de “Oración franciscana por la paz”.
Lo que he podido encontrar es que, a pesar de que es corriente la atribución a San Francisco, la oración fue escrita probablemente a principios del siglo pasado.
El historiador y teólogo Christian Renoux constata que la fuente más antigua de esta oración es una revista francesa,  La Clochette (la campanilla), en la que apareció publicada en el número de diciembre de 1912 bajo el título Una hermosa oración para decir durante la misa (Belle prière à faire pendant la messe). Dicha revista había sido fundada en 1901 por el sacerdote y periodista normando Auguste Bouquerel, por lo que a falta de un autor que haya firmado la oración, se suele atribuir a su pluma la autoría.
La oración conoció una mayor extensión con ocasión de la Primera Guerra Mundial. Resulta que el marqués Stanislas de La Rochethulon, presidente de la asociación Souvenir Normand, la publicó y la envió al papa Benedicto XV. Curiosamente no hacía alusión a San Francisco de Asís, sino que la acompañaba de una carta en la que se mencionaba que estaba inspirada en el testamento de Guillermo el Conquistador, «quien es considerado el ancestro de todas las familias reales de Europa». El Papa hizo que se publicara una traducción de la oración al italiano en la página frontal de L’Osservatore Romano del 20 de enero de 1916, con el siguiente encabezamiento: «La oración de Souvenir Normand por la paz». A continuación se podía leer esta explicación: «Souvenir Normand ha enviado al Santo Padre el texto de algunas oraciones por la paz. Entre ellas nos complace reproducir una, dirigida especialmente al Sagrado Corazón, inspirada en el testamento de Gullermo el Conquistador. He aquí el texto, con su conmovedora sencillez».
Probablemente el origen de la atribución de la oración a San Francisco se encuentra en la iniciativa del capuchino Etienne de París, director de la Orden Tercera, quien hizo imprimir en Reims una estampa de san Francisco, con la oración en su reverso y una nota, en letra minúscula, en la que se señalaba que había sido tomada de Le Souvenir Normand y que era una síntesis perfecta del ideal franciscano.
No obstante, fueron los Chevaliers de la Paix (Caballeros de la paz), una organización protestante, los primeros en afirmar, en 1926, expresa y erróneamente, que la oración había sido compuesta por San Francisco.
Sí, ya sé que se trata sólo de una curiosidad y que la oración sigue teniendo la misma fuerza y belleza. Pero mejor no atribuirle a San Francisco lo que no hizo, el Poverello no lo necesita.
 
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