De la política del mayordomo que practica España ante Marruecos
por Luis Antequera
Más allá de la histórica responsabilidad que cabe a España en la suerte del Sahara y con la que ningún Gobierno español se ha mostrado a la altura, lo que no habla bien de nuestro país, el asunto Haidar es el clásico ejemplo de la incapacidad, desconocimiento e irresponsabilidad con la que se conduce hoy día nuestra política exterior, de la que lo mejor que se puede decir es que es inexistente.
La Sra. Haidar llega un buen día, un 14 de noviembre para ser exactos, a El Aiun, y por razones que no corresponde determinar aquí, es expulsada del país por las autoridades capacitadas –que no legitimadas- para ello, a saber, las marroquíes. Sin saber ni cómo ni porqué, la buena señora se ve introducida en un avión con destino incierto que acaba aterrizando en el aeropuerto de Lanzarote, donde la policía española, siguiendo instrucciones, la desaloja del aeropuerto y le hace pasar su primera noche en la pura calle.
Y la pregunta es: ¿por qué España tuvo que comerse ese marrón? ¿Por qué nuestro país se ha tenido que hacer cargo de un personaje que incomoda a Marruecos y que no pasa de ser un problema interior de orden público de su totalitario Gobierno? ¿En pago de qué o a cambio de qué? Lo más insólito del caso es que después de actuar de manera tan inexplicadamente altruísta, Marruecos en vez de agradecerlo... ¡¡¡encima nos amenaza!!! como lo hizo cuando avisó de que si no nos portamos bien, nuestras costas volverían a inundarse de pateras.
La política que España desarrolla ante Marruecos es cada vez más la del mayordomo, siempre presto a hacer lo que manda su amo al solo reclamo de su voz. Por renunciar, España ha renunciado incluso a adquirir ante Marruecos las posiciones de predominio que tan necesarias son en política exterior para utilizarlas cuando se quiere obtener alguna contrapartida.
Sólo a modo de ejemplo: por estas mismas fechas, la Unión Europea está mejorando el Acuerdo de cooperación con Marruecos, en franco detrimento de los agricultores europeos y notablemente, de los españoles. ¿Por qué no se ha utilizado esa baza frente a Marruecos? La razón es doble: la primera y más importante, la posición de permanente sometimiento de la que ya se ha hablado ante Marruecos. La segunda, no menos importante, la total ausencia de alianzas internacionales por parte del Gobierno español, lo que le convierte en un verdadero inválido en la escena internacional.
Este Gobierno ha pretendido persuadir a los españoles de que podíamos vivir al margen del mundo, riéndonos del planeta y despreciando olímpicamente los compromisos internacionales adquiridos. Una vez más con Marruecos, como antes en Mauritania, antes en aguas somalíes, antes en las cumbres europeas y antes en Iberoamérica, se demuestra que no se puede vivir sin política exterior, una política exterior que requiere de un cuerpo diplomático y de unas fuerzas armadas las cuales, aunque constituídas por excelentes profesionales, están dirigidos en España por personas que se están mostrando como verdaderos incapaces, lo que si en el caso de la Sra. Chacón nada tiene de particular pues lo último con lo que soñó en su vida es con ser ministra de Defensa, en el caso del Sr. Moratinos, profesional del tema, llama bastante más la atención.