Irán, un país por descubrir (I)
Escribo estas líneas desde Irán, un país que pocos conocen directamente, aunque salga con tanta frecuencia en los medios de comunicación. He venido a un congreso profesional, aprovechando el fin de semana para conocer algunos otros lugares emblemáticos del país. Quizá cuando se habla de un estado religioso todo el mundo piense en Irán, donde ciertamente el máximo poder está en una autoridad religiosa (en este momento en el ayatollah Alí Jamenei), que es además elegida por una comunidad religiosa (el consejo supremo de la república islámica). Naturalmente para un europeo del s. XXI esto es difícil de comprender, pero conviene conocer un poco la historia de este país para situar el origen de esta institución, fruto de una revuelta popular contra un régimen pro-occidental (poco religioso por tanto), profundamente corrupto y con un registro atroz, al menos en los últimos años, de torturas y matanzas de enemigos políticos. La revolución islámica fue popular al inicio, pero han pasado casi cuarenta años y ahora tengo la impresión, tras hablar con varios colegas universitarios y guías de mi viaje, que el entusiasmo revolucionario ha pasado, y que una gran parte de la población quiere un Irán más abierto al exterior, más laico y más democrático. Ahí están los que votaron por el actual presidente Rohani (que ganó con el 60% de los votos), desafiando al candidato a quien había elegido personalmente Jamenei. No sé cuanto durará más este estado de cosas, pero sí tengo la impresión que el país vive de manera mucho más amable su religión y su apertura al mundo de lo que sus barbudos líderes manifiestan. Estamos en Ramadán y, aunque oficialmente no se puede ni beber, ni comer, ni fumar durante las horas de sol, la gente lo hace con cierta discreción. Las tiendas son bastante similares a las nuestras, dentro de su cultura obviamente, y el inglés sigue siendo con diferencia el segundo idioma más preferido por los jóvenes estudiantes.
Jardín persa en Shiraz |
La amabilidad de los iraníes y la seguridad del país hará éste un destino muy atractivo para muchas personas que quieran disfrutar de una cultura muy distinta a la nuestra, sin olvidar las raíces históricas que precedieron al Islam: desde medos, persas y partos, hasta el Imperio sasánida. Afortunadamente, muchos de esos tesoros culturales se han mantenido, enriqueciéndose con las aportaciones del Islam en las bellas mezquitas de Teheran, Esfahan o Shiraz.
En próximas entradas abundaré un poco sobre mis impresiones de este país, aunque ciertamente sean muy elementales, ya que sin vivir años en él y conocer y lengua, siempre serán fruto de comparaciones que pueden ser más o menos acertadas. En cualquier caso, recomiendo vivamente su visita. Ahora no es un país muy turístico, pero tiene un potencial impresionante, tanto en parajes naturales como en herencia artística. Sus gentes son amables y viven con fidelidad, ésa ha sido mi experiencia y la de otros europeos que he preguntado, esa hospitalidad oriental que no sabe de intereses, sino de personas.