¿Somos algo más que máquinas?
El vertiginoso desarrollo de la tecnología nos asombra a cada momento, presentando cada vez más sofisticadas aplicaciones de cómo las máquinas pueden imitar o reemplazar las cosas que hacíamos hace apenas unas décadas en exclusiva los seres humanos, o incluso abordar otras muchas que serían inviables para nuestra capacidad. Son numerosas las películas que nos hablan de un futuro donde las máquinas serán casi irreconocibles de las personas, incluso para ellas mismas: desde Blade Runner, hasta Inteligencia Artificial, pasando por Yo Robot se aportan reflexiones sobre los límites de esta inteligencia "artificial", que lleva camino, según algunos, de reemplazar a la humana.
Pero no hemos de olvidar que cualquier máquina debe su capacidad a haber sido programada por una inteligencia humana, y que todavía ignoramos muchísimas cosas del cerebro humano para afirmar, con cierta base, que los engendros artificiales están imitando bien nuestro pensamiento. La clave tal vez está en considerar que un ser humano es únicamente un cerebro avanzado, una máquina igual a las que construimos pero más compleja. Incluso se llega a plantear la posibilidad de transferir el cerebro de una persona a una máquina, o de reparar el dañado con implantes artificiales. No soy especialistas en estas cuestiones, obviamente, pero sí me preocupa el impacto ético que estas cuestiones pueden llevar consigo. Sin duda una mejor referencia que las reflexiones que pueda yo realizar en esta entrada es el libro recientemente publicado de la profesora Natalia López Moratalla sobre estas cuestiones: Inteligencia Artificial. ¿Conciencia artificial?, es una obra que invita a la reflexión y que presenta el estado actual del desarrollo y las implicaciones científicas y morales que esta carrera por entender mejor y emular el cerebro humano están llevándose a cabo en buena parte de los países más desarrollados tecnológicamente. Un ensayo muy interesante para quien quiera entender mejor las diferencias entre mente y cerebro, entre máquina y persona, para comprender que no somos únicamente un material genético, sino primeramente un ser que se relaciona, que recibe del entorno (natural y humano) buena parte de su carácter, que conjuga a la perfección Biología e Historia.
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