Unidad postmoderna y verdadera unidad. Pseudo Crisóstomo
Unidad postmoderna y verdadera unidad. Pseudo Crisóstomo
La semana para la unidad de los cristianos propicia que se escuchen todo tipos de propuestas, proyectos e ideas. Algunas ideas pueden ayudarnos a acercarnos entre nosotros, pero otras no son más que forma imaginativas de hacer un estupendo simulacro de unidad. No hay razón de sorprenderse. La postmodernidad da valor absoluto a las apariencias y las emotividades, lo que no lleva buscar guiones para orquestar una unidad que no pasa de ponernos una etiqueta y decir que estamos unidos. Eso sí, se adorna con representaciones que distraen para que no nos demos cuenta del engaño. La “prueba del algodón” es sencilla: ¿Es posible trabajar unidos y vivir la misma fe dentro de la Iglesia Católica? La respuesta es no. ¿Qué hacemos buscando la unidad externa cuando dentro tenemos mil divisiones y hay desfilados profundos que nos separan?
Algunos piensan que la unidad se logra mediante la obediencia. La obediencia puede llegar a producir apariencias convincentes que oculten la triste verdad tras de ellas. Por ejemplo, ¿Qué conseguimos si se decreta la unidad con los luteranos y se acepta la intercomunión? ¿Los cismas internos de la Iglesia desaparecerán haciendo escenificaciones de este tipo? Más bien todo lo contrario. Las divisiones y cismas internos podrían hacerse aún más dolorosos y llegar a producir cismas reales. ¿Qué conseguimos obedeciendo, sin que antes dejemos de aparentar lo que no somos? Los pasos del verdadero ecumenismo no se dan a base de decretos ni se sostienen creando apariencias que se vendan en los noticieros. Nada verdadero cambia a base de decretos. Decretos que pueden ser de dos tipos: a) órdenes directas de unidad aparente, b) creación indefinición y dudas que permitan que todo sea posible.
Desde hace algunas décadas, la metodología empleada suele ser de tipo b), es decir, cambiarlo todo sin que formalmente cambie nada. De esta forma todos pueden hacer lo que mejor crean, excepto los que indican el engaño que nos están vendiendo como panacea. A quienes señalan que el rey está desnudo, se les llama de todo: rigoristas, pepinillos en vinagre, fariseos y otras lindezas aún menos correctas. Ahora, se les maltrata sin la que palabra misericordia desaparezca de la boca de los maltratadores. Siguiendo con el símil del cuento del rey desnudo, no hay problema para que cada cual proclame cómo es el traje del rey. Todas las opciones se toleran, menos la que señala la desnudez. Esa es la clave de ideologización de la realidad que estamos padeciendo y sufriendo.
Una de las pruebas de esta postmodernización de la Iglesia es el desprecio por el ecumenismo interno, que contrasta con los esfuerzos para reintegrar a luteranos y a la FSSPX. Esta reintegración sólo se puede lograr de forma aparente y partiendo del compromiso de que no se señalará que el “rey está desnudo” por ninguna de las partes. Al final todo queda en un aspecto que Cristo señaló como aborrecible: el ritualismo vacío, las apariencias que se adueñan de la realidad, la postverdad que pisotea al Verdad. Leamos lo que nos indica el Pseudo Crisóstomo sobre el pasaje de Mc 2, 18-22, en el que los fariseos recriminan a Cristo que sus seguidores no realicen ayunos rituales.
Es como si dijera: No es posible sujetarlos a las leyes antiguas porque son predicadores del nuevo Testamento. Vosotros observáis con razón las costumbres antiguas, guardando el ayuno mosaico. Pero no es necesario que los que han de transmitir a los hombres nuevas y admirables observancias se sometan a las antiguas, sino que sean virtuosos en el espíritu. Sin embargo vendrá un tiempo en que observarán el ayuno junto con las demás virtudes; pero este ayuno difiere del de la ley. Porque éste era por necesidad y aquél será por voluntad, a causa del fervor del espíritu del cual aún no son capaces. "Tampoco, prosigue, echa nadie vino nuevo en vasijas viejas", etc. (Pseudo Crisóstomo Vict. Ant. e Cat in Marcos 2, 18-22)
¿Vino nuevo en odres antiguos? Sin duda estos odres antiguos explotarán porque no son capaces de aguantar la Verdad que les supera. No se trata de obedecer para aparentar ritualmente. Une ecumenismo basado en un ritualismo vacío, apariencia falsa, simulacro consciente, hipocresía, fariseísmo que Cristo repudia porque es falsedad que se viste de Verdad. Quienes obedecen para aparentar, se ajustan al símil de sepulcros blanqueados: la belleza externa oculta la corrupción interior. El Evangelio, la Buena Noticia (que nos dice que todo tiene sentido en Cristo, el Logos) le señala al ser humano que no puede planificar su propia salvación y tampoco una unidad basada en posturas políticas y mediáticas. Dios es quien tiene la iniciativa, aunque respete que nos quedemos en cómodos simulacros y mentiras. Nos pide tener una actitud verdaderamente revolucionaria: la santidad. Santidad que conlleva señalar las apariencias y denunciarlas proféticamente. Recordemos que por el bautismo somos profetas, además de reyes y sacerdotes. El ecumenismo intraeclesial es prioritario y si no lo atendemos, estaremos evidenciando la hipocresía que ha generado todos los problemas que padecemos en la actualidad.
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