Hoy el reto del amor es tener los ojos abiertos
por El Reto Del Amor
Año del Señor 2018
25 de diciembre
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
VIGILANDO LA PUERTA
Llaman al timbre...
-¡Ave María purísima! -dije amablemente.
-¡Sin pecado concebida! -me respondió una voz al otro lado. Y, sin darme tiempo para intervenir, añadió- ¡Hola, muy buenas! ¿Qué tal estás?
El torno tiene un detalle a tener en cuenta: oyes a la persona... pero no la ves. Ni idea de quién me estaba hablando. En menos de un segundo, repasé mentalmente las voces de amigos y conocidos. No, no era ninguno de ellos. Y a mí, esas confianzas, no me dieron buena espina.
-Estoy bien, gracias -contesté- ¿Y tú?
-También muy bien. Anda, llama a la Priora y dile que me abra la puerta.
¡¡Hasta ahí podíamos llegar!! ¿¿Pero quién se creía que era?? ¡Llamar a la Priora y pedir que abran la clausura! Manteniendo la clama, dije:
-Perdona, pero, ¿quién eres?
Si le pedí solo el nombre fue por pura educación. Por mí, le hubiera pedido el DNI y una prueba de la huella dactilar. Como mínimo.
Al otro lado del torno, sonó una carcajada entre divertida y sorprendida.
-¡Pero, mujer! ¿No conoces a una de tus ovejas?
¡¡Ay, ay, ay!! ¡Era sor Carmen! Como es Madre Federal, había salido a hacer una visita a otro monasterio. No la esperaba, ¡y no la reconocí! Poco más... y la dejo durmiendo en el portal.
Al llegar a la oración, me di cuenta de que precisamente eso fue lo que le pasó a Jesús: ¡le dejaron durmiendo en el Portal! “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1, 11).
¡Cuántas veces puede ocurrirnos eso! Cada día, el Señor pasa un montón de veces a nuestro lado, pero de forma tan humilde, tan sencilla... Por amor se arriesga incluso a pasar desapercibido. ¿Tendremos ojos para reconocerle?
“Señor”, le dije, “ya ves lo despistada que soy... ¡igual llegas y no me doy cuenta!”
Entonces recordé la frase de sor Carmen: “¿No conoces a una de tus ovejas?”
Y, ¿quién tiene ovejas? ¡¡Los pastores!! Seamos claros: ellos estaban despistados aquella primera Navidad. Para que se enteraran de algo, no se les apareció un ángel, ¡necesitaron todo un coro celestial!
Si el Señor fue tan delicado con aquellos pastorcicos, ¡también lo es con nosotros!
¿Cuántos ángeles tienes en tu vida? ¿Cuántas personas te han ido enseñando a descubrir al Señor? ¡Ahí tienes tu particular coro angélico!
Hoy el reto del amor es tener los ojos abiertos. ¡Aún queda mucha Gracia para ti esta Navidad! Te invito a que hoy estés atento a un detalle, una palabra... que te haga exclamar: “¡Es el Señor!”. Pero, si te sientes también un poco despistado, ¡hoy da gracias al Señor por ese ángel que ha puesto a tu lado para guiarte a Él! ¡¡Feliz Navidad!!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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