Domingo, 24 de noviembre de 2024

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La Concepción de Valladolid

La Concepción de Valladolid

por Sólo Dios basta

Cuando Dios toma un alma para sí y la convierte en relicario de su amor transformante, esa persona no cabe en sí, y todo lo que vive le lleva a estar siempre cerca de aquel que tanto bien ha derramado sobre lo más secreto de su corazón. Eso sucede con Ángeles Sorazu (1873-1921), una joven que abandona Zumaya, su pueblo natal cercano a San Sebastián, para entregar su vida a Dios en el monasterio de La Concepción de Valladolid.

Deja de contemplar la inmensidad del mar, y las olas que dan el tono a la melodía que todo el que ha nacido y vivido a la orilla del mar no puede olvidar en su vida, para descubrir y meterse hasta lo más profundo de otro mar del que no quiere ni de hecho sale durante el resto de su vida: el mar abierto, infinito e inabarcable del amor de Dios. Madre Ángeles toma el hábito de concepcionista franciscana. Sobre la túnica y escapulario de color blanco, que le mete cada vez más en Dios, viste el manto azul que le lleva siempre al mar de su infancia y a la vez al de la Madre Inmaculada de la cual es fiel hija.

Los años pasan en ese monasterio vallisoletano donde la joven monja va profundizando en los misterios divinos que se le van revelando en sus prolongadas horas de adoración eucarística desde el coro de la iglesia, que es testigo mudo de sucesos místicos de alto calado espiritual.  Oración, trabajo y vida de comunidad llenan el día a día de esta singular religiosa que tan desconocida es en nuestros días.  Todo queda en secreto, nadie se da cuenta de lo que vive por dentro. Ella tampoco lo difunde, es cosa de su confesor, sobre todo el P.  Mariano de Vega, con el que mantiene una estrecha relación de lo más exquisito a nivel espiritual. Todo ello podemos conocerlo a través del epistolario entre ambos que se encuentra publicado y cuyo título ya dice todo: Correspondencia entre santos.

Lo que vive esta religiosa por dentro es un volcán que saca lava ardiente de su corazón y pone por escrito en algunos libros que sintetizan lo más granado de la mística. Meterse a leer la Autobiografía o La vida espiritual es recorrer de nuevo lo que la Madre Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz describen con otro vocabulario allá por la mitad del siglo XVI. Ella vive lo mismo que estos maestros del espíritu y lo expresa con un vocabulario más actual, de inicios del siglo XX, pero que no pierde fuerza cuando describe la noche oscura, el matrimonio espiritual y las gracias místicas especiales entre otros temas.

Madre Ángeles rompe con ese silencio de vida mística que parece haberse iniciado en el siglo XVIII y nos regala un renacer de la experiencia íntima del alma con Dios en nuestros días. No cuesta leer a Madre Ángeles, es un gusto para todos los sentidos pasar las páginas de sus obras y encontrarse en cualquier momento con un fogonazo de Dios que hace ver lo unida que vivía en este mundo a la Santísima Trinidad, a la Virgen María, a los ángeles, y a todo aquello que le hacía mirar siempre al cielo.

Vive a caballo entre los siglos XIX y XX, no duda, es valiente, no se deja vencer, lucha, busca, encuentra y hasta nos deja en dibujo lo que experimenta en la oración viva que hace vibrar su corazón de consagrada a Dios. Numerosas láminas nos muestran que no sólo pone por escrito lo que vive, sino que además lo expresa también con el dibujo. Escritura y dibujo son el modo con que Madre Ángeles nos invita a recorrer la vida del espíritu para entrar en los secretos divinos que son el fundamento de toda vida cristiana.

Los años pasan, la vida sigue toda entregada a Dios, su cuerpo se une de tal modo a Cristo vivo que sufre mucho por dentro con la enfermedad, pero le da igual, ella no deja a su Esposo por nada que le suceda. Sufre por dentro y por fuera, no sólo su cuerpo, sino su persona recibe golpes que en muchas ocasiones son mucho más dolorosos que los físicos. Puede con todo, se abre a Dios y deja siempre la ventana abierta al Espíritu Santo que tanto llena el alma de esta religiosa de vida ejemplar.

Cuando muere y se descubre todo lo que ha dejado por escrito y dibujado muchos se asombran al no tener la mínima sospecha de todo lo que acontecía en el alma de una monja de clausura, como tantas que viven en los monasterios. Lo que ella nos deja como herencia es lo que llena su corazón y su alma; y es lo mismo que ahora a nosotros debe encendernos en el amor a Dios y buscar momentos para orar a solas con Jesús en el sagrario. Es lo que cambia la vida. Sin contacto directo con ese Dios vivo no podemos vivir las maravillas que Madre Ángeles y otros grandes místicos nos han dejado para siempre en sus obras.

No basta leer, hay leer y pasar por el corazón todos estos testimonios deslumbrantes de amor de Dios que no dejan indiferente a nadie que los lee. Uno descubre el tesoro escondido que siempre ha buscado en otro lugar. Se da cuenta que el gran tesoro, el amor que brota del Corazón abierto de Cristo, cambia la vida por completo.

Valladolid, el lugar donde suceden estas maravillas tan desconocidas para la gran mayoría de sus vecinos, será siempre lugar de encuentro con el Sagrado Corazón. En esta ciudad castellana se encuentra su Santuario, el Santuario de la Gran Promesa, que el Corazón de Jesús hace a un joven jesuita de poco más de 20 años en el siglo XVIII, el P. Bernardo de Hoyos, otro escogido y tocado por el amor de Dios. Otra alma que se deja llevar por Dios y escribe lo que le inspira en su corazón. La promesa  del Corazón de Jesús es que reinará en España y con más veneración que en otras partes.

Madre Ángeles vive esa misma intimidad con el Corazón vivo de Cristo unido a la Madre Inmaculada que le da carne. Sin María no hay Corazón de Jesús y sin Madre Ángeles no hay una experiencia mística única vista siempre desde la unión con la Virgen María. Está presente siempre, muchos místicos hablan de la Reina del cielo en sus escritos, pero no de un modo permanente y como hilo conductor de una experiencia que queda grabada a fuego en las almas que quedan abrasadas por el Hijo de María.

Es hora ya de que Madre Ángeles salga a la palestra de la vida espiritual y se empiecen a estudiar sus obras en unión a otros grandes místicos. Tiene mucho que aportar, esa experiencia mística con un tono tan mariano es difícil de encontrar en otros autores espirituales. Sus escritos están publicados, los tenemos disponibles, así que sólo queda empezar a leer. Hay que querer leer y dejarse llenar del amor de Dios unidos a esta guía tan bien preparada para recorrer los caminos del espíritu.

Un momento propicio es este año en que celebramos el centenario de la entrega del alma de Madre Ángeles a Dios. El 28 de agosto de 1921 es una fecha que deja huérfanas a las concepcionistas franciscanas de Valladolid. La abadesa muere y todo cambia. Pasados justo 100 años, 28-8-2021, la presencia de Madre Ángeles sigue viva en su casa, la casa que le acoge de joven, le da el hábito, le acepta para la profesión religiosa, la ve crecer como persona y como religiosa y la elige un día para que lleve la riendas de la comunidad. Cuando llega el final de su vida en este mundo quedan sus restos en el monasterio, hoy se encuentran en una urna en la capilla de la comunidad, donde espera la resurrección al final de los tiempos. Mientras tanto lo mejor que podemos hacer es acercarnos a Valladolid, buscar el monasterio de Madre Ángeles Sorazu, entrar en la capilla, adorar al Señor que está expuesto en la custodia, y dejar que sea ella la que nos ayude a profundizar en la grandeza del amor de Dios para bien de nuestra alma cada vez que visitemos La Concepción de Valladolid.

 

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