De la nueva ley de aborto y el carnet por puntos
por Luis Antequera
La nueva ley del aborto contra la que el próximo sábado nos pronunciaremos tantos y tantos españoles que estamos de verdad por la vida –el colmo del escarnio es que se autointitulen pro-vida, como escuchamos en tantos foros y tertulias, los que se pronuncian a favor de la ley, me pregunto si esas mismas personas aceptarían que es también pro-vida el partidario de reimplantar la pena de muerte-, no es sino una expresión más de un terrible fracaso colectivo de la sociedad española, donde el último dato conocido referido a 2007 nos habla de 112.000 abortos, un aborto por cada cuatro partos, y ello, siendo así que el índice español de crecimiento demografico apenas supera el 1%, el segundo mas bajo del mundo, y que cada año 10.000 personas en España acometen costosísimos y penosisimos procesos de adopcion internacional por no poder adoptar niños españoles.
Ante esta situación que cabe definir como moralmente aberrante y sociológicamente alarmante, uno habría esperado que cualquier iniciativa de los poderes públicos se hubiera encaminado a reducir drásticamente el número de abortos y a aumentar la protección de las madres en situación de maternidad comprometida. Y sin embargo, la actuación del Gobierno se corresponde más con la de quien tuviera la impresión de que la cifra aún es baja para que el nuestro pueda ser considerado un país verdaderamente progresista, y hubiera que hacer cualquier cosa para incrementarla, algo en lo que algunos parecen tener verdadera urgencia.
Es como si, -tomando como ejemplo uno de los temas en los que el Gobierno está más orgulloso de su labor y donde efectivamente las cifras corroboran de una manera más plástica los logros conseguidos-, ante la alta mortandad producida en las carreteras españolas, en lugar de limitar la velocidad, imponer el carnet por puntos e incrementar las multas, el Gobierno hubiera eliminado límites y sanciones, y hasta la necesidad de sacar el carnet de conducir, apelando, con los argumentos que se utilizan a favor de la ley que ahora se quiere promulgar, a la tozudez de los datos, -al fin y al cabo, son muchos los miles de españoles que se matan en carretera-, a una realidad insoslayable –al fin y al cabo, al español le gusta correr-, y a la seguridad jurídica de los afectados, en este caso los gamberros de la carretera.
Para agotar el símil aplicándolo a uno de los aspectos más viles de la ley contra la que nos pronunciaremos el sábado, ¿se ha planteado el Gobierno legalizar el uso del coche paterno a los niños de dieciséis años sin carnet, permitir que dispongan de él sin conocimiento previo de sus padres y asumir con cargo a la seguridad social, los daños que puedan producir?
Para agotar el símil aplicándolo a uno de los aspectos más viles de la ley contra la que nos pronunciaremos el sábado, ¿se ha planteado el Gobierno legalizar el uso del coche paterno a los niños de dieciséis años sin carnet, permitir que dispongan de él sin conocimiento previo de sus padres y asumir con cargo a la seguridad social, los daños que puedan producir?
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