El pasado viernes me tocó debatir en la radio con un buen amigo –todos aquéllos con los que debato en la radio son buenos amigos- sobre la posición española en la Guerra de Irak. Mi buen amigo, dirigente socialista, se refugió inmediatamente en eso tan socorrido de que la Guerra de Irak, por el contrario de la de Afganistán con la que sí parecía “comulgar”, era una guerra ilegal por no haber sido amparada por la ONU, razón por la cual el Sr. Zapatero ordenó la retirada de las tropas españolas. La versión, a fuerza de repetida y poco rebatida, pasa, a silencio de parte contraria, por ser la real e incontestable. Y sin embargo, es una pura falacia, en la que poco o nada hay de verdad. Así lo mantuve en la radio ante mi buen amigo y así me propongo demostrarlo ahora.
“Lo he dicho y lo reitero en este momento: si Naciones Unidas no se hace con el control político y con la dirección militar de la situación en aquel país las tropas españolas regresarán con nosotros, y puse una fecha límite, que era el 30 de junio”.
El 19 de abril, sólo cuatro días después de esta afirmación y dos meses y medio antes de expirado el plazo que él mismo había marcado en el Congreso de los Diputados, el Sr.
Zapatero da órdenes de retirar las tropas españolas de Irak. Y el 8 de junio, es decir, veintidós días antes de que expirara el plazo impuesto por él mismo, aunque ya sin las tropas españolas en el escenario, el Consejo General de Naciones Unidas, por unanimidad de sus quince miembros, emite la
Resolución 1546 en la cual, y de acuerdo con lo exigido por el Sr.
Zapatero, establece literalmente lo siguiente:
- “Decide que, en la medida que las circunstancias lo permitan, en cumplimiento del mandato de ayudar al pueblo y al gobierno del Irak, el Representante Especial del Secretario General y la Misión de asistencia de las Naciones Unidas para el Irak (UNAMI), a petición del Gobierno del Irak deberán [y cita siete ámbitos de actuación]”.
- “Señala que la presencia de la fuerza multinacional en el Irak obedece a la solicitud del nuevo Gobierno provisional del Irak y por consiguiente, reafirma la autorización de la fuerza multinacional bajo un mandato unificado establecida en virtud de la resolución 1511”.
- “Pide a los estados miembros y a las organizaciones internacionales y regionales que presten asistencia a la fuerza multinacional, en particular con fuerzas militares”.
Por si el disparate por lo que hace a la postura española no fuera suficiente, dicha resolución es aprobada... ¡¡¡con el apoyo español!!! Y es que se daba la circunstancia de que España formaba parte -lo hizo entre el 1 de enero de 2003 y el 1 de enero de 2005- del Consejo de Seguridad que aprobó la misma, como hemos dicho, por unanimidad.
No termina ahí el circo. Después de haber votado favorablemente en la ONU la petición de que se apoyara "a la fuerza multinacional con fuerzas militares" (cf. supra), apenas dos meses después, el 9 de septiembre de 2004, el Sr. Zapatero invita en Túnez a los países del mundo a copiar la posición española y abandonar la fuerza multinacional. Y hacia el día 13 de noviembre de 2005, más de un año después de la retirada española de Irak, y sin conocimiento del Parlamento español donde se debatía ya la Ley de Defensa Nacional que obligaría al Gobierno a recabar la autorización del Congreso para la realización de cualquier operación de guerra, la fragata española Alvaro de Bazán participa en la operación militar “Cortina de acero” contra Irak, haciendo labores de escolta del portaviones norteamericano Theodore Roosevelt (en honor, por cierto, del presidente norteamericano que, antes de serlo, se erigiera en el protagonista principal de la declaración de guerra de los Estados Unidos a España en Cuba en 1898).
Reconozco que a estas alturas, y a pesar de que aún seguimos expiando los españoles aquella participación, de poco sirve seguir debatiendo sobre la dichosa Guerra de Irak. Si traigo el tema a colación es sólo como un ejemplo más de la manera en la que, desde su primer día en la Moncloa, gobierna el Sr. Zapatero: mentiras, contradicciones, fintas, juegos de palabras, cualquier cosa para perpetuarse en el poder. Todo menos la verdad. Esta, ni por accidente.