Lectura cristiana del fenómeno woke
Lectura cristiana del fenómeno woke
Mons. Gómez, Arzobispo de los Ángeles y presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, es un observador de primera fila del fenómeno woke y la denominada cultura de la cancelación pues los USA son el epicentro de explosión de esta nueva moda cultural, ideológica y política; y California es quizá el centro impulsor más radical de las mismas. En su reciente conferencia en España el pasado mes de noviembre con motivo del Congreso Católicos y Vida Pública, Mons. Gómez habló de estas nuevas ideologías y dijo cosas interesantes que me permito recordar y comentar sucintamente.
En primer lugar, Mons. Gómez constató que en su país hay ahora unas élites para las que “la religión y especialmente el cristianismo es un estorbo” en su proyecto de construir una nueva sociedad globalizada organizada con criterios tecnocráticos y en la que los valores máximos serían el consumo, la ciencia y la tecnología. Para estas élites, “secularización significa descristianización”. Por eso, añade, “a menudo lo que se cancela son las perspectivas que están arraigadas en las creencias cristianas sobre la vida y la persona humana, sobre el matrimonio, la familia …”
Para el arzobispo, estos nuevos movimientos sociales “fueron sembrados y preparados durante muchos años en nuestras universidades e instituciones culturales“; en referencia implícita, cabe suponer, a las teorías de la escuela de Frankfurk de matriz marxista que desde hace décadas ha insuflado en los campus yanquis la llamada teoría crítica de la raza y el sexo, y sus derivados de género y otras locuras intelectuales. El rasgo común de estas corrientes de pensamiento, aunque no lo diga Gómez, es negar la objetividad de la verdad y defender que la función del pensamiento es destruir la cultura occidental que no es más que un entramado de encubrimientos de estructuras de poder, para reconstruir algo nuevo, como ya Marx teorizó; aunque para estos nuevos ideólogos las clases en conflicto ya no son proletarios y burgueses, sino negros y blancos, hombres y mujeres, homo y heteros, etc.
Los woke, los despiertos, los iluminados, son los nuevos ilustrados que han visto la luz y deben asumir la responsabilidad de reconstruir la sociedad a partir de la cancelación de todas esas estructuras de poder hasta ahora ocultas tras las categorías culturales dominantes. Estas masas enfurecidas (Murray) e iluminadas son los agentes de la movida de la cancelación que conmueve los USA y se expande poco a poco por el resto del mundo.
Tras este breve excursus que pretende solo clarificar lo que Gómez, supongo, da por conocido en su discurso, vamos a considerar la tesis central de la conferencia del arzobispo: “la mejor manera de que la Iglesia entienda lo que son los nuevos movimientos de justicia social es considerarlos como pseudo religiones, e incluso como reemplazos y rivales de las creencias y prácticas cristianas”. Según Mons. Gómez, estos nuevos movimientos (cultura woke, política identitaria, interseccionalidad, política de la cancelación, etc) “afirman ofrecer lo que la religión ofrece”, cuentan su propia ”historia de salvación” alternativa a la cristiana.
La cultura woke ofrece una identidad a quienes carecen de ella por estar desarraigados de su familia (quizá destruida), de su religión (en la que no creen) y de su patria (a la que no valoran), realidades identitarias reales y biográficas, pero de las que la ideología dominante les ha hecho desconfiar; y les ofrece una causa que da sentido a su vida: la lucha identitaria con sus hermanos de raza, sexo, género, orientación, etc, para cancelar la anterior civilización encubridora de injusticias y construir el nuevo paraíso. Esta es la nueva religión descrita así por mí, no por Gómez; aunque creo ser fiel a su pensamiento.
Mons. Gómez afirma que “el eclipse de Dios lleva al eclipse de la persona humana” y que “a menos que creamos que Dios es nuestro Padre. No encontraremos motivo para tratar a los demás como nuestros hermanos y hermanas”. Y concluye: “ése es precisamente el problema que tenemos”. En esa estela, Mons. Gómez aprecia que en estos nuevos movimientos e ideologías reviven viejas herejías de la primera cristiandad: maniqueísmo (ver el mundo como lucha entre el bien y el mal), gnosticismo (rechazo al cuerpo y fe en la iluminación subjetiva para la auto perfección), pelagianismo (podemos acceder a la perfección por nuestro propio esfuerzo sin necesidad de Dios). Por ello, Gómez identifica a estas tendencias woke como “peligrosos sustitutos de la verdadera religión”.
Como buen pastor católico, Gómez, pone de relieve que la nueva narrativa ”es también atractiva porque responde a necesidades y sufrimientos humanos reales. La gente está sufriendo, se siente discriminada y excluida de las oportunidades que hay en la sociedad. No debemos olvidar nunca esta realidad. Muchos de los que se adhieren a estos nuevos movimientos y sistemas de creencias están motivados por intenciones nobles”.
Y concluye el arzobispo: “el mundo no necesita una nueva religión secular para reemplazar al cristianismo; necesita que ustedes y yo seamos mejores testigos, mejores cristianos”. No me parece mala conclusión.
Y yo añado que la cultura woke destruye el ideal de la común ciudadanía de seres portadores de la misma dignidad y derechos que es el fundamento de la democracia; y por tanto, las políticas de la identidad y la cancelación son un virus letal para las modernas sociedades democráticas en libertad.
Benigno Blanco