El matrimonio del orangután y la mujer
Mi amigo Cornelius Schstoffenburgerbransteibnitz von Stignein acortó su apellido.
-Me llamo Cornelius Schst.
Y, claro, todos se callaban.
El caso es que, visto el éxito conseguido con el cambio de nombre, Cornelius decidió hacerse inventor de palabras. La primera que lanzó a la consideración de algunos académicos fue “orangutano”.
-"Orangután" está bien, pero presenta algunos defectos formales; para empezar, digamos que suena neutro. En estos tiempos nuestros hay que definirse, caballeros. Les propongo “orangutano”, para el masculino, naturalmente. No hace falta que les diga que el femenino sería “orangutana”.
-Ya.
-Efectivamente, caballeros, además “orangutano” incluye una connotación casi subliminal para normalizar la condición homosexual, no sé si la perciben.
-Sí, claro.
-Bien, bien, bien. Aceptado el cambio progresista en la terminología, podemos pasar a las consecuencias prácticas. Veamos, sigan, por favor, mi hilo argumental: toda vez que el hombre desciende del mono, o sea, que es un mono más o menos evolucionado, un conjunto, pues, de factores bioquímicos que excluye toda posibilidad de alma, espíritu o zarandajas religiosas por el estilo, nada obsta para que la mona evolucionada que llamamos “mujer” se case con el “orangutano” de turno y procreen vía adopción, o, incluso, vayan ustedes a saber, la ciencia avanza a pasos agigantados, podrían tener hijos a través de la inseminación artificial de la mona evolucionada, de la mujer, ya me entienden.
-No.
-Sí. Quiero decirles que puesto que pueden casarse, y de hecho se casan, los hombres entre sí, o las mujeres, nada impide que se casen tres hombres y tres mujeres a la vez –todos son monos evolucionados-, o un hombre con diecisiete mujeres.
-Eso ya está inventado y se llama “poligamia”.
-Eso es: poligamia. Estoy muy a favor de la poligamia y de que los niños tengan dos padres o dos madres y de que un señor con bigote se haga llamar “mamá”. No sean ustedes retrógrados. Si un señor con bigote o una señora barbuda pueden ser llamados, respectivamente, “mamá” y “papá”, un “organgutano” –mono menos evolucionado, pero mono como el hombre al fin y al cabo- puede ser también llamado “papá” por un niñito rubio adoptado a tal efecto.
-Ya.
-Estoy por proponer el matrimonio entre monos humanos y pingüinos, pero tendría que ajustar la terminología: un hombre y una “pingüina” sería un matrimonio tremendamente progresista. No quiero dejar de lado la considerable aportación que hago al vocabulario ibérico (lo de español suena rancio). “Pingüina” es un neologismo muy de género.
-¿Degenerado?
-No, de género.
-Bueno, más o menos…óezar, digamos que suena neutro.ectos formales, para empezar, digamos que suena neutro. Es lógicoó
(Continuará)