Acabo de enterarme de que ayer fue el Día Internacional del Síndrome de Down. Así que, os pido disculpas por escribir este post con un día de retraso, pero me parecería una lástima dejar de compartir varios testimonios con vosotros por una mera cuestión de calendario... Me parece bonito, ante todo, que el mundo entero dedique un día, aunque solo sea algo simbólico, a las personas con Síndrome de Down. Me parece hermoso que se les dé esa importancia en un mundo donde muchos defienden que los niños con esa trisomía deben ser asesinados antes de nacer. Pero lo que me parece más maravilloso son las familias de esos niños, sus padres, que eligen darles vida, eligen darles todo su amor y eligen, sobretodo, no tener miedo a esa diferencia genética; como reza el lema: keep calm, it´s only an extra chromosome. De todos los niños con Síndrome de Down que conozco, coincide que sus padres dicen lo mismo de todos ellos: son lo mejor que les ha pasado en la vida. Qué malo es el miedo que priva a tantos padres de hoy en día de tener en sus familias un hijo así, especial, en el sentido más entrañable de la palabra. Porque es cierto, los niños con Síndrome de Down son eso, especiales, porque son un pedacito de Cielo en la tierra.
Pero es superfluo que yo hable de esto cuando pueden hacerlo directamente unos padres -también especiales, muy especiales- de niños con Síndrome de Down. Así que, ahí van, dos links con los testimonios de dos matrimonios:
Este primero es de la madre de Pep, un niño que falleció en 2014, a los pocos meses de nacer, y que tenía Síndrome de Down. Por favor, no dejéis de leerlo. Es impresionante leer a una madre joven y alegre decir que cuando se enteró de que su pequeño vendría con esta trisomía "le hizo ilusión":
http://lasorejasdetiti.com/mi-hijo-con-sindrome-de-down/
Y este es el de un matrimonio excepcional que tiene cinco hijos, dos de ellos con Síndrome de Down. No hace falta que yo diga nada, el vídeo, -sus palabras, sus miradas, su serenidad-, lo dice todo:
https://youtu.be/ZQb4SmP600M
Pues eso, que los niños con Síndrome de Down, -aunque en esta sociedad pragmática en la que vivimos nos cueste verlo-, son un don, un regalo, un tesoro de luz, paz, amor y alegría que debemos cuidar y proteger.