Cuaresma y Ramadán
Los yihadistas de Estado Islámico pagan bien al personal que reclutan: 1.500 dólares al mes, casa y coche. Decapitan cristianos, secuestran niños, violan a las mujeres. Matan. Devoran a los hijos de este planeta, carne humana.
Los musulmanes ayunan durante el Ramadán. Y los cristianos hacemos lo mismo en Cuaresma. También nos abstenemos de comer carne los viernes. Deberíamos abstenernos de devorar cualquier carne: la carne del obrero mal pagado, la carne de la viuda desahuciada, la carne del enfermo abandonado.
Los musulmanes y los judíos deberían entender que el ayuno no es una práctica dietética o higiénica, disfrazada de rito religioso. Que ayunen de odio y de guerra. No tiene mucho sentido abstenerse de comer carne de cerdo y devorar la carne de tu vecino a golpe de AK-47 y de mortero.
Pero no voy a acusar a mis hermanos de otras religiones: no veamos la paja en ojo ajeno y olvidemos la viga que llevamos en el nuestro. Aquí ya nadie ayuna, ni hace penitencia, ni se sacrifica un poco. Y así va el mundo. Porque hay demonios que solo pueden ser expulsados con la oración y el ayuno: los espíritus del mal que provocan las guerras son de esta clase.
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