La clave para un matrimonio feliz
Leo constantemente artículos que hacen referencia a los secretos para un buen matrimonio: 9 claves para tener un matrimonio feliz, 5 causas de que un matrimonio funcione, 7 costumbres de las parejas más duraderas, y un largo etcétera que podría añadir. Todas ellas me parecen ideas buenas o, cuanto menos, inspiradoras. Todas bienintencionadas. Pero creo que todas son excesivas y redundantes. Creo que solo hay UNA clave para que un matrimonio dure para siempre. Y, podríais responderme: "tú sí que eres redundante, vaya morro, eso ya lo sabíamos todos". Y es cierto. Pero es que creo que muchas veces se nos olvida el origen principal, la virtud por excelencia que hace que una relación, aún no pudiendo ser nunca perfecta, pueda llegar a ser sempiterna, es decir, que tenga un principio pero no tenga fin. La clave es el amor. Sí, no os estoy tomando el pelo... ya sé que es una obviedad. Pero creo firmemente que el éxito de nuestro matrimonio depende, casi en exclusiva, de la definición que demos nosotros a esa palabra.
Mi abuelo, que es un hombre sabio y que tuvo con mi abuela un matrimonio admirable de más de cincuenta años y fructífero (más de diez hijos y de treinta nietos), daba la que yo considero que es la definición perfecta (a tener presente en el día a día, para recordar cuál es nuestro papel). AMAR, decía, ES DAR SIN ESPERAR NADA A CAMBIO. Nuevamente os oigo protestar: "eso ya lo sabíamos todos", me diréis, con toda la razón. Pero, para mí, la brillantez está en la reseña que él añade: "Y AGRADECER LO RECIBIDO COMO SI NO SE MERECIERA". Ese es el verdadero amor.
En un mundo en el que tanto se habla de amor, creo que nunca se ha estado más alejado de su verdadero concepto. El amor se dibuja con muchas caras, cualidades, facetas. El amor se presenta como una complicidad, como una unidad espiritual, como una simbiosis física pluscuamperfecta, como una atracción inagotable... Pero el fondo, la base, la verdadera esencia del amor, al final, está más allá de todo eso: está en LA ENTREGA ABSOLUTA y en la GRATITUD INFINITA. Si tenemos claro ese concepto, todo lo demás vendrá solo. No quiero decir que sea fácil, sino que ese objetivo es el que tiene que centrar nuestra atención. La clave de un matrimonio feliz no es que los dos caminen a la misma distancia, o que se vayan a dormir al mismo tiempo, o que respeten la autonomía el uno del otro... todo eso puede ser, o no, una consecuencia de un matrimonio que se quiere. Pero la clave va mucho más allá, es mucho más honda y clava sus raíces en el fondo del corazón y el comportamiento de los cónyuges. La clave es hasta qué punto ambos son capaces de dar todo de sí mismos sin pedir por ello una contraprestación. Hasta qué punto marido y mujer son capaces de poner, -de verdad, de corazón-, en la felicidad del otro, la felicidad propia. Si somos capaces de conseguir eso sinceramente, sin engaños, sin segundas, sin medias tintas; entonces, no necesitaremos leer ni un solo post sobre felicidad matrimonial. Porque en la renuncia absoluta está la felicidad absoluta. Cuando San Pablo en su famosa carta a los Corintios insiste tanto en su amor "sin límites", pienso yo que se refiere a eso, a que el amor está por encima de todo, de cualquier límite, incluidos nosotros mismos, que somos el mayor límite a nuestra entrega plena, a nuestra completa felicidad. No nos guardemos nada para nosotros y agradezcamos todo cuanto se nos da. Esa es la clave, no solo para un buen matrimonio, sino para la eterna felicidad.