Adviento: hágase según tu palabra. San Bernardo de Claraval
Adviento: hágase según tu palabra. San Bernardo de Claraval
Escuchemos la respuesta de aquella que fue elegida para ser Madre de Dios sin perder su humildad: “He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra.” (Lc 1,38)...Diciendo estas palabras, María expresa más bien su vivo deseo que no la realización de él, como quien tuviera alguna duda acerca de su cumplimiento. No obstante, nada nos impide de ver en su “hágase” una “oración”. Porque Dios quiere que le pidamos incluso las cosas que él nos promete. Sin duda, ésta es la razón porque empieza por prometernos muchas cosas que tiene decidido darnos: la promesa despierta nuestra piedad, y la oración nos hace merecedores de lo que gratuitamente recibimos...
La Virgen lo ha comprendido ya que al don gratuito une el mérito de su oración: “Que se haga en mí según tu palabra. Que la Palabra eterna haga en mí lo que dice tu palabra hoy. Que la Palabra que desde el origen está junto a Dios se haga carne en mi carne según tu palabra... Que esta Palabra no sea sólo perceptible a mis oídos sino visible a mis ojos, palpable a mis manos, que yo la pueda llevar en mis brazos. Que no sea una palabra escrita y muda, sino la Palabra encarnada y viviente; no por signos inertes trazados sobre un pergamino seco, sino una Palabra en forma humana, impresa y viva en mis entrañas... “Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos antiguamente a nuestros mayores por medio de los profetas....” (Hb 1,1) Su palabra les fue dada a conocer, a proclamar y a practicar... En cuanto a mí, yo pido que se instale en mis entrañas... Llamo a la Palabra insuflada en mí en el silencio, encarnada en una persona, corporalmente unida a mi carne... Que se encarne en mí para el mundo entero". (San Bernardo de Claraval. Alabanzas de la Virgen María, 4,11)
Dios desea nuestro sincero, profundo, permanente y trascendente SÍ. No le vale un sí lleno de incertidumbre, desdén o indiferencia. La Palabra quiere habitar en nosotros porque de esa forma está presente en el mundo y puede dar testimonio de la Verdad.
Es curioso lo complicado que nos resulta aceptar que Dios pueda manifestarse a través nuestra. Pero lo cierto es que hace 2000 años Dios sea abajó y nació en una pequeña aldea de uno de los rincones más problemáticos del mundo. A Dios no le importó que un establo fuese el lugar donde se iniciara la redención. Tampoco le importó que su familia no fuera rica ni influyente. ¿Por qué no podría nacer también en nuestro corazón y hacerse presente a través de cada uno de nosotros.
Hágase en mi según tu palabra, tal como dice San Bernardo, es una oración. Una oración que aparece en dos lugares más: en el Padre Nuestro y en boca del Señor en el Huerto de los Olivos. El sí es abrir la puerta de nosotros y confiar en que el Señor sabrá llenar todos los vacíos que llevamos con nosotros y limpiar la suciedad que albergamos en nuestra conciencia. El gran desafío es confiar en Dios cuando no confiamos ni en nosotros mismos.
Al confianza es fe y esperanza unidas de manera que la Voluntad de Dios se una a nuestra voluntad. Ya queda poco para la Navidad y por eso es tan importante nuestro sí. Un sí que deberíamos de renovar cada año y extenderlo a todos los momentos de nuestra vida. Todo un desafío ¿Nos atrevemos?