¡Hasta Finisterre y más allá!
¿Qué entiende la mayoría de los católicos cuando leen en el Evangelio "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio"?
Pues que eso es de curas, de consagrados, de ultracatólicos como los de tal o cuál grupo... Es decir, eso es para todos menos para mí.
Sin embargo, yo sé de un caso extremo pero al revés: uno que, cuando escuchó aquello, algo debió ocurrir en su cabeza que se le quedó grabado de tal manera que ¡literalmente se fue hasta el final del mundo!, a Finisterre (finis terrae), en Galicia, de tal suerte que convirtió a España, que luego a su vez extendió la Fe por allí por donde sus habitante fueron. Ahí es nada. Era el Apóstol Santiago.
Ahora sabemos que la Tierra es redonda y no tiene fin, pero entre lo del Apóstol y no ir a ningún sitio hay cierto margen de maniobra. Qué digo yo: hasta la mesa de al lado en la oficina, a casa de mi vecino, un familiar, amigos...
Y es que lo de id por todo el Mundo y predicad sigue siendo un mandato vigente para todos nosotros. Es más, cuando llegue el momento se nos preguntará a cada uno por lo que hicimos al respecto y hasta dónde fuimos capaces de llegar.
Aramis
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