Jesús y Pablo
El Cristo revolucionario fue un tópico de los años 60 del siglo XX que inspiró algunos carteles notables -una iconografía que asimilaba su figura a la del Ché Guevara- y se convirtió en la fachada propagandística de la “teología de la liberación”, ese potaje de marxismo y cristianismo que cocinaron algunos jesuitas díscolos después del Concilio Vaticano II. El tópico lo desmontó el propio Cristo ante Pilatos: “Mi reino no es de este mundo”. Y el gobernador respiró aliviado.
Pablo Iglesias tiene un nombre profético y un apellido canónico. Como Pablo de Tarso, tiene también la misión de anunciar el evangelio comunista a los gentiles y a los paganos, y por eso se apunta a todas las causas y apunta a todas las víctimas en su lista de héroes y santos. Es lo que se llama “transversalizar el mensaje”.
Su último fichaje ha sido el de Jesucristo. Léanlo en esta entrevista para el diario “EL MUNDO” http://www.elmundo.es/espana/2014/08/15/53ed1cc9ca4741e7748b4597.html
No es extraño porque incorporar a Jesús de Nazaret a la causa de la defensa de los pobres y los débiles tiene mucho sentido y es una estrategia que, como se ha dicho, funcionó muy bien en los años 60. Porque esto se veía venir, hablé de ello en mi anterior artículo. Es muy probable que Pablo Iglesias lo haya leído. Sin embargo, no le hacía falta hacerlo. PODEMOS trabaja, con fría ortodoxia, con todas las tácticas, técnicas y estrategias del más puro marxismo leninismo; evita algunos errores de comunicación cometidos e incorpora todo aquello que ha funcionado en las últimas décadas.
La incorporación de Jesús tiene, además, el mismo objetivo que se marcaron los “teólogos de la liberación”: dinamitar a la Iglesia desde dentro. Pablo Iglesias lo intentará desde fuera, pero es una acción destinada al fracaso. Me explicaré.
La Iglesia Católica es indestructible porque no es solo una organización humana. Los ateos no tienen en cuenta este pequeño detalle y hacen mal: todos sus cálculos se deshacen en este punto. “Es duro dar coces contra el aguijón” le dijo Jesús a Pablo en el camino a Damasco. “¿Por qué me persigues?”. Jesús, que es Dios, no recrimina a Pablo que persiga a sus discípulos. Le persigue a Él. Perseguir a Dios es una locura. Es el “pequeño detalle” que olvidan los perseguidores de la Iglesia.
Por lo tanto, Pablo –Iglesias- hará mal enfrentándose a la Iglesia Católica. Hará mal en perseguirla. Como hacen mal, desde el punto de vista moral y desde el punto de vista estratégico, los yihadistas cuando masacran a los cristianos. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. No se puede acabar con la Iglesia porque, además, el propio Jesús dijo que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella.
PODEMOS puede “fichar” al Jesús revolucionario para la causa, pero le convendrá pactar con la Iglesia. No tiene otra salida, sobre todo en España. El comunismo fracasó aquí en su intento de liquidarla por la vía del crimen durante la Guerra Civil. Fracasó también en el este de Europa, en Cuba, en China o en Vietnam. Ese no es el camino.
El camino pasa, en todo caso, por cristianizar PODEMOS de alguna manera. Tiene ahí Pablo –Iglesias- la ocasión de hacer honor a su nombre. Y no sería mala idea que pidiese audiencia al Papa Francisco. Es muy probable que llegasen a entenderse en muchas cuestiones…
Tal vez esto sea demasiado revolucionario incluso para PODEMOS, pero las revoluciones o se hacen bien o mejor no hacerlas. Y no quisiera pensar que Pablo Iglesias es tan del Sistema, aunque disimule bien, como el resto de los partidos. Amén.