Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Una placa votiva encontrada en Roma: los ojos de la fe

por El rostro del Resucitado


Quien hoy visita la ciudad de Roma tiene la oportunidad única -y muchos no lo saben- de visitar los "scavi", la necrópolis vaticana encontrada en las excavaciones realizadas a mediados del pasado siglo (19401949) bajo la actual Basílica de San Pedro. En dichas excavaciones fue localizado el primer momumento erigido sobre la tumba del apóstol San Pedro.


Se trata de una construcción de modestas dimensiones adosada a un muro pintado de rojo y que tenía una hornacina divida en dos, separada por una losa horizontal de travertino sostenida a su vez por dos columnas de mármol blanco. Junto a una inscripción griega que alude a la presencia de Pedro fueron hallados también unos huesos cuidadosamente envueltos que podrían ser los del primer papa de la Iglesia.


(Para reservar la visita a los "scavi" de San Pedro: información y reservas).


Pues bien, en las inmediaciones de la tumba de Pedro, junto a la columna 
norte del llamado “trofeo de Gayo” fue encontrada una hermosa placa votiva en oro. Es ésta:
 

La placa mide 4 x 6,1 cm. y está datada en los siglos VI-VII, aunque podría ser anterior. Se trata de un “ex-voto”, es decir una ofrenda en agradecimiento por una curación. En este caso de la vista, de los ojos.

Pero al mismo tiempo la imagen se convierte en icono de la fe, de la mirada 
cristiana.

Los ojos de la fe


La encíclica Lumen fidei, habla en numerosas ocasiones de los ojos de la fe. Recordando que "la fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor", afirma: "Transformados por este amor, recibimos ojos nuevos" (LF 4). Y añade: "La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver" (LF 18). "El cristiano puede tener los ojos de Jesús... recibe en cierto modo la visión propia de Jesús" (LF 21).

Pero es sobre todo en el número 27 donde Lumen fidei desarrolla el simbolismo de los ojos de la fe. El papa insiste en que en la fe se dan de manera inseparable el amor y la verdad:

"Si el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da sentido a nuestros pasos, nos ilumina cuando el amor nos toca. Quien ama comprende que el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda la realidad de modo nuevo, en unión con la persona amada".
 

La fe cristiana es un conocimiento amoroso:
 

"En este sentido, san Gregorio Magno ha escrito que «amor ipse notitia est», el amor mismo es un conocimiento, lleva consigo una lógica nueva. Se trata de un modo relacional de ver el mundo, que se convierte en conocimiento compartido, visión en la visión de otro o visión común de todas las cosas. Guillermo de Saint Thierry, en la Edad Media, sigue esta tradición cuando comenta el versículo del Cantar de los Cantares en el que el amado dice a la amada: «Palomas son tus ojos» (Ct 1,15)[21]. Estos dos ojos, explica Guillermo, son la razón creyente y el amor, que se hacen uno solo para llegar a contemplar a Dios, cuando el entendimiento se hace «entendimiento de un amor iluminado»" (LF 27).


Volvamos a la placa votiva. ¿Qué mejor representación artística podremos encontrar que ésta para ilustrar lo que afirma la tradición cristiana: que la fe mira con dos ojos, el del entendimiento -razón creyente- y el del amor?

Mirar a través de la Cruz

Pero entre ambos ojos se halla la cruz. Los ojos de la fe miran desde la cruz, tienen en el centro la cruz, miran a través de la Cruz de Cristo.



La mirada cristiana es una mirada redimida.
¡Qué significativa es esta imagen, porque habla elocuentemente de la mirada de la fe! Sólo vemos bien si miramos con una mirada redimida, si miramos a través del Amor crucificado de Jesús.

Esta es también la mirada del artista cristiano, que ve el mundo con los ojos de un conocimiento amoroso, con ojos redimidos por la Cruz de Cristo, convirtiendo así su arte en epifanía de la verdad amorosa, del Amor Verdadero de Dios.

Helena Faccia
Juan Miguel Prim

elblogdelresucitado@gmail.com

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