El bautismo no es un derecho
Los últimos días se ha hablado mucho acerca del bautizo, en la catedral de Córdoba, Argentina, de la hija de una mujer (a la pobre le han puesto el curioso nombre de Umma Azul, siendo la primera palabra el nombre que designa a la comunidad islámica) que contrajo "matrimonio civil" con otra mujer. Poco se puede añadir a lo que ya ha explicado con precisión Luis Fernando Pérez Bustamante, al indicar los requisitos que exige el Derecho Canónico y la manipulación del asunto, donde parece evidente que se trataba de organizar un acto en reivindicación de las políticas homosexualistas. De hecho, en las declaraciones posteriores al bautizo, poco se ha hablado de la niña y de cómo va a ser educada en la fe, mientras que la madre, Karina Villarroel, tal y como informa La Nación, "anticipó que la siguiente etapa es conseguir que la Iglesia les consagre el matrimonio, que por ahora es civil".
No voy a insistir más en el hecho en sí, que me parece meridiano (por cierto, la madrina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no asistió y envió a su delegada, la "edecana naval", añadiendo un elemento más, el inédito de la madrina mediática por poderes, a lo grotesco de la situación). Me detendré, eso sí, en dos argumentos que han utilizado el párroco de la catedral de Córdoba y el obispo del lugar.
El párroco, sigue informando La Nación, afirmó que "Nosotros bautizamos siempre y no se puede negar el bautismo a nadie". Afirmación falsa a la luz de lo que siempre ha enseñado la Iglesia y que recoge el Código de Derecho Canónico cuando sostiene que "Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere [...] que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa esperanza debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a sus padres". O sea, que sí se puede negar el bautismo, evidentemente no por capricho, sino en los términos que la Iglesia define.
Por su parte, el Arzobispo de Córdoba (Argentina), Mons. Carlos Ñáñez, ha afirmado en declaraciones a Aciprensa que “El Bautismo lo va a recibir la niña. El derecho es de ella, el derecho es de la niña”. La afirmación me sorprendió. Lo comenté con un amigo, argentino por cierto, quien me confirmó mi extrañeza: "¿la gracia un derecho? La gracia es un don, no un derecho. Nadie, ni tú ni yo, tenemos derecho al regalo de la gracia, puro don gratuito".
Decidí abrir las páginas de mi Catecismo de la Iglesia Católica, ese libro que los curas y obispos se empeñan en no abrir nunca, y buscar lo que se dice sobre el sacramento del bautismo. No encontrarán la palabra derecho. En cambio, en el punto 1216, encontrarán citado a San Gregorio de Nisa cuando afirma que "El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay". ¡Qué gozo escuchar a nuestra Madre la Iglesia!
Luego, en el punto 1226, se insiste en algo nuclear: "El bautismo aparece siempre ligado a la fe", y en consecuencia, tal y como explica el punto 1229, "desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas". De derechos y automatismos, nada de nada.
Y para no aburrirles más, creo que viene al caso, traigo aquí el punto 1231, que afirma que "el Bautismo de los niños [...] se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal."
Tras leer el Catecismo, uno no puede dejar de pensar que ganaríamos mucho si clero y prelados, en vez de adoptar el lenguaje político mundano, hablaran con las palabras de la Iglesia.
No voy a insistir más en el hecho en sí, que me parece meridiano (por cierto, la madrina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no asistió y envió a su delegada, la "edecana naval", añadiendo un elemento más, el inédito de la madrina mediática por poderes, a lo grotesco de la situación). Me detendré, eso sí, en dos argumentos que han utilizado el párroco de la catedral de Córdoba y el obispo del lugar.
El párroco, sigue informando La Nación, afirmó que "Nosotros bautizamos siempre y no se puede negar el bautismo a nadie". Afirmación falsa a la luz de lo que siempre ha enseñado la Iglesia y que recoge el Código de Derecho Canónico cuando sostiene que "Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere [...] que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa esperanza debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a sus padres". O sea, que sí se puede negar el bautismo, evidentemente no por capricho, sino en los términos que la Iglesia define.
Por su parte, el Arzobispo de Córdoba (Argentina), Mons. Carlos Ñáñez, ha afirmado en declaraciones a Aciprensa que “El Bautismo lo va a recibir la niña. El derecho es de ella, el derecho es de la niña”. La afirmación me sorprendió. Lo comenté con un amigo, argentino por cierto, quien me confirmó mi extrañeza: "¿la gracia un derecho? La gracia es un don, no un derecho. Nadie, ni tú ni yo, tenemos derecho al regalo de la gracia, puro don gratuito".
Decidí abrir las páginas de mi Catecismo de la Iglesia Católica, ese libro que los curas y obispos se empeñan en no abrir nunca, y buscar lo que se dice sobre el sacramento del bautismo. No encontrarán la palabra derecho. En cambio, en el punto 1216, encontrarán citado a San Gregorio de Nisa cuando afirma que "El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay". ¡Qué gozo escuchar a nuestra Madre la Iglesia!
Luego, en el punto 1226, se insiste en algo nuclear: "El bautismo aparece siempre ligado a la fe", y en consecuencia, tal y como explica el punto 1229, "desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas". De derechos y automatismos, nada de nada.
Y para no aburrirles más, creo que viene al caso, traigo aquí el punto 1231, que afirma que "el Bautismo de los niños [...] se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal."
Tras leer el Catecismo, uno no puede dejar de pensar que ganaríamos mucho si clero y prelados, en vez de adoptar el lenguaje político mundano, hablaran con las palabras de la Iglesia.
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