El tifón y la Iglesia
El progresismo es como esos médicos que varían el trato al enfermo según sea paciente o cliente, según le hagan la colonoscopia en el hospital público o en la consulta privada. El progresismo trata con simpatía al desheredado cuando saca algo de él, un voto o un aplauso, pero se olvida de su compromiso de clase cuando no hay contraprestación directa. La Iglesia, por el contrario, está siempre de guardia, como esos pediatras de pueblo a los que los padres primerizos llaman alarmados de madrugada porque el niño duerme como un bendito desde el mediodía.
Lo demuestra el modo de actuar de ambos ante la tragedia ocasionada por un tifón en Filipinas. Una tragedia, cualquier tragedia, es el pretexto que utiliza el progresismo para responsabilizar a Dios y es el devastado ámbito en el que la Iglesia lo hace presente. Con dinero, si es preciso. Cáritas de España ha enviado una suma considerable a la zona y el Papa ha ordenado el ingreso de 112.000 euros del erario vaticano. Ya tardan los departamentos de comunicación de PSOE e IU en desvelar la suma que sus formaciones han enviado a Manila. Tal vez sea porque el progresismo no es amigo de las transferencias, a las que debe de considerar operaciones bancarias de derechas.