¿Incrédulos? hoja de ruta para cristianos

Al intentar difundir el Evangelio (como cristiano que soy) me he encontrado muchas veces con pretendidos incrédulos, y a menudo cometo el mismo error. ¿Cuál? Pues que cuando uno me dice que es incrédulo (ateo, agnóstico, escéptico...) le atribuyo enseguida una actitud racional y pienso que es por razonamientos por lo que ha llegado a esa postura.

Esto es un error, porque, en la inmensa mayoría de los casos, adopta el papel de incrédulo no por razonamientos, sino precisamente por lo contrario, por no razonar.

A continuación les señalo los 5 tipos de incrédulos con los que me suelo encontrar, cómo reconocerlos y cuál es su oculta irracionalidad que les lleva a esa postura.

Primer tipo.-  Aquellos que tienen una ignorancia supina sobre lo que es la religión, el Cristianismo, etc. aunque eso no le impide afirmar, criticar, discutir sobre de ello…

Actitud irracional: Sustituyen los conocimientos y el razonar por clichés que recolectan y archivan para usar contra el Cristianismo cuando llega la ocasión.

Su frase más típica es: “Yo soy agnóstico”. Aunque, por su ignorancia, más que de agnósticos, habría que calificarles de “ignósticos”. 

Segundo tipo.-  Se trata de aquellas personas que (al igual que ciertos animalitos) viven  mirando al suelo, rebuscando sus “bellotas” (salud, dinero, sexo…) que comen sin jamás plantearse ni el por qué de  las cosas, ni las cuestiones claves de su existencia.

Actitud irracional: Adopta la “estrategia” del avestruz. Su falso razonamiento es: “Si no me lo planteo, no existe”

Su frase típica es: “No me compliques la vida, ya estoy bien así”.

Por su modo de ser se les podría calificar de “belloteros”.

Tercer tipo. - En este caso sus “razones” para no creer, son tales como: “Yo es que no creo en los curas…” o “Es que tuve una mala experiencia…”

Actitud irracional: Hipocresía.  Sustituye ladinamente la fe en Dios por una supuesta fe en los curas. Ello le permite justificarse con que como falla el cura, “pierde” su fe.  Aunque por supuesto no procede así en ningún otro aspecto de su vida en los que seguro ha tenido también alguna “mala” experiencia (ej. Si tiene una mala experiencia con un médico, no por ello prescinde de la Medicina). 

Podríamos denominarlos “curistas”

Cuarto tipo.- Éstos tienen asuntos turbios en su vida (de dinero, vicios, mentiras, etc.) que no quieren dejar.

Actitud irracional: Están cegados por su “interés” particular, que anula su inteligencia. Sólo quieren razones en pro de su causa, aunque, naturalmente, no lo reconocen.

Suelen ser fanáticamente antirreligiosos

Quinto tipo.- Se dejan llevar por el ambiente, la corriente de moda, la TV, etc. Hace 50 años hubieran sido creyentes porque todo el mundo lo era, ahora son incrédulos porque es lo que está en el ambiente.

Actitud irracional: No razonan. Su cerebro (en cuestiones de religión o sus consecuencias)  lo sustituyen por la moda del momento, principalmente lo que transmite la TV, las películas…

Podríamos denominarles  “ambientalistas”.

En definitiva, y como este post va dirigido a cristianos que evangelizan, cabe una conclusión: si se encuentra con alguien que responde a alguno de estos cinco retratos, no razone con él. Insisto, no le dé razones. Es inútil, pues no saben razonar. Explíquele lo que de verdad le pasa. Y si no lo reconoce, déjelos, es mejor que insistir.

Por supuesto que también están aquellos en los que su incredulidad viene por su educación, o porque nunca han examinado detenidamente el catolicismo, o porque aún no han llegado a la meta… y que pueden ser hombres extraordinarios. Baste con recordar que Chesterton, C.S. Lewis, M. Muggeridge, A. Carrel, C. Dawson, García Morente,  F. Schumacher, L. Mondadori…, por citar algunos de distinta procedencia y época, fueron no creyentes, incluso ateos, antes de ser cristianos. Pero eran racionales, y fue (en ellos sí) la razón, y su honestidad, la que les ayudó a ser cristianos.

Porthos