Hipócritas ateos
No es noticia, puesto que sucedió hace unos años, pero no viene mal recordar, que el por entonces filósofo ateo Antony Flew, alabado y ensalzado por la corte de comentadores ateos, abandonó el materialismo y anunció su conversión al deísmo.
Si no lo recuerdan, se lo relato: el que, según decían, era el ateo más influyente del mudo, ahora afirmaba “hay un Dios”, pues, según sus propias palabras, “había tenido que que rendirse ante la evidencia de los hechos”. Fue una bomba nuclear en el mundo de la discusión de la existencia de Dios.
¿Y qué hicieron los que hasta ese momento le habían encumbrado?
Pues estos “imparciales” hombres del saber (me refiero a Dawkings, a Dennett y gente de ese palo) se apresuraron a decir que Flew estaba ya mayor y lo que decía era el resultado de la demencia senil; que no tenía fuerzas y había sido engañado para publicar un libro cuyo contenido desconocía; que su "escriba", Varghese, era el verdadero autor del mismo, etc.
En fin, como el propio Flew ha comentado con posterioridad, todo eso no son más que memeces; pero ilustran un interesante aspecto: que así de “imparciales” y “objetivos” son algunos de estos aparentes doctos filósofos, hombres de ciencia y grandes pensadores.
Y otro aspecto quizá más interesante: que para ellos, pasar de creyente a ateo es un ejercicio de racionalidad, pero pasar de ateo a creyente, es signo de perder la chaveta. Quedan avisados.
D´Artagnan