Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Las apariciones de la Virgen deberían estar prohibidas

por La honda

Las apariciones de la Virgen deberían estar prohibidas
 
Lo reconozco. Rezar el rosario me despierta la pereza. Hay días que no puedo, y que inconscientemente, o no, espero con avidez cualquier excusa para distraerme, disfrazándola de prioridad absoluta. Un día puede ser que no he sacado al perro, ese que no tengo; otro, que tengo que terminar el partido de la play que dejé ayer a medias; otro, que he de escribir un post en este blog que sin duda va a cambiar el rumbo de vete tú a saber qué; y los hay algunos pocos en los que, en un gesto de honestidad, reconozco que, efectivamente, no me apetece y chimpún pelota. A otra cosa.
 
Es que esto de rezar el Rosario, la verdad, se las trae. Es una patata caliente en la vida de quien escribe, al que le cuesta concebir cómo un ejercicio tan aburrido y poco original puede ser medio de obtención de inimaginables gracias para uno mismo, para los suyos, e incluso, para la Iglesia y el resto del mundo. Y claro, me fastidia, porque la inteligencia y la prudencia se enfrentan a mi pereza en una feroz batalla, argumentadas con los testimonios de innumerables santos primero, y de un puñado de friquis después, aquellos que a lo largo de la Historia han contado ver a la Virgen María en unos fenómenos místicos rarísimos, muy molestos, conocidos estos personajes por el desafortunado nombre de videntes. No me extraña que tengan tan mala prensa con semejante denominación de origen.
 
Lo he decidido después de leer el post de mi colega, bloguero de referencia, Tote Barrera, titulado La patata caliente de Medjugorje, y es que la verdad es que estos marrones deberían estar prohibidos. Hablo de las apariciones, y lo digo así de claro. Las apariciones de la Virgen deberían estar prohibidas, porque son muy molestas, y generan mucha división. Claro. Es que la Virgen María tiene la desfachatez de, primero, siempre que se aparece, hacerlo a un paleto. Normalmente un niño, en ocasiones a un adulto, pero siempre a alguien poco menos que analfabeto. El nombre me da igual, pero los Juan Diego, Bernadette, Lucia, Benoite, Catalina y compañía, no llegarían hoy a sacarse el graduado escolar, y no exagero. Maximino, vidente de La Salette, acabó su vida alcoholizado, menudo ejemplo, y Melania, su compañera de visión, no fue tampoco ninguna perla, según se cuenta.
 
Un amigo mío me decía que esto es así porque la gente pequeña tiene muy poco que perder, y que si la Virgen María se apareciese a alguien con posición o prestigio, pongamos un doctor en Medicina, un ministro, o un obispo, la tentación en ocultarlo por salvaguardar la buena imagen pública podría ser irresistible, pero esto es suponer demasiado. Yo más bien opino que si la Virgen se hubiese aparecido por una sola vez a un Premio Nobel, o un Cristiano Ronaldo, o pongamos a un Bill Gates de la vida, otro gallo habría cantado. Pero no. Ya de por sí es harto complicado el asuntillo de las apariciones y en vez de hacerlo a lo grande, la Virgen va y se aparece a unos maletillas de la vida. En vez de elegir a José Tomás, se aparece al que barre los corrales de Las Ventas. "Yo no elijo siempre a los mejores", le dijo la Virgen -o quien se aparezca- a Ivan, vidente de Medjugorje, cuando le preguntó que por qué les había elegido a ellos...
 
Además, todo el mundo sabe que la división en estos temas es un indicio de falsedad. Siempre ha sido así. Prueba de ello y por contraposición, es la falta de división que hubo en Fátima, donde desde el primer momento, niños, autoridades civiles y eclesiales, obispo del lugar y alrededores, estuvieron unidos a partir un piñón en esa causa común de la Cova da Iria en que la Virgen María nos incitaba a rezar el Rosario, a través de tres mequetrefes, de los cuales una se pasaba de lista, otra tenía un genio que ni te cuento, y el otro ni si quiera la oía.
 
No digamos ya de Lourdes, en la que los enfrentamientos no se han dado casi hasta nuestros días, siendo ejemplo a estudiar en los seminarios de medio mundo sobre cómo por una vez la Virgen María se apareció sin que el Demonio metiese mano al asunto y generase división. Tanto fue así que se sospecha que en Lourdes fueron tan bien las cosas, como la seda, que incluso el mismo Demonio por unos días se convirtió. Ahí está por ejemplo el amor y cariño con que fue acogida en su comunidad de Nevers, por su superiora y hermanas religiosas, la estúpida de Bernadette, que se quejaba por todo.
 
Sí. En esas dos ocasiones, por citar las más conocidas, todo fue coser y cantar, tanto para videntes, como para peregrinos, como para obispos y pastores. Pero quitando estas dos honrosas excepciones, a la Virgen María alguien le debería decir que dejase de aparecerse de una vez, que ya nos apañamos aquí nosotros. Y que eso del Rosario, de verdad, lo cambie por otro ejercicio más entretenido, que elija cada cual el formato que sea.
 
Lo que no logro entender, y voy al ajo del asunto, es cómo los expertos de la Iglesia le siguen dando coba al asuntillo ese que lleva ¿pululando? tanto tiempo por ambientes eclesiales. Sí, eso del pueblo bosnio de Medjugorje. A saber: miles y miles de conversiones, vocaciones a manos llenas no, lo siguiente. Sanaciones físicas ampliamente documentadas, con informes al alcance de la mano del que con un poquito de interés y algo de honestidad, siendo un humilde profesional, ha querido consultar. Pero no. Todo eso es farfurrilla barata, que no hace otra cosa más que dividir, y ya de paso, molestar. Porque he hablado del Rosario, pero no he dicho nada de la Confesión. Sí, en Medjugorje, se confiesan entre seis mil y diez mil personas cada uno de los primeros seis días de agosto. Sin ninguna duda, aquello es del Demonio. Un Demonio con crisis de identidad, pero Demonio al fin y al cabo. Menudo ojo…
 
La Comisión de Investigación del Fenómeno de Medjugorje sigue su trabajo. Un trabajo que es el relevo de otras tres comisiones anteriores. El cuarto intento de esclarecer lo que otras instituciones no pudieron, léase porque cuando comenzó el fenómeno, Medjugorje pertenecía a un país comunista, en el que estas cosas eran un pelín más complicadas que escribir un post desde un cómodo sillón de Madrid; o porque Bosnia cayó en el drama de una guerra civil que, aparte de medio millón de vidas, se llevó por delante a la Conferencia Episcopal, que sencillamente, desapareció, y con ella, buena parte de la documentación recogida hasta la fecha.
 
Lo que sí que es verdad es que en todo este tiempo no se puede culpar a la Iglesia de “pasividad eclesial”, pues sobre Medjugorje y de Medjugorje ha dicho muchas cosas. Otra cosa sea que lo que haya dicho no sea lo que muchos quieren que haya dicho.
 
La Iglesia, en todo este tiempo, ya ha dicho mucho sobre Medjugorje. Lo que pasa que lo ha dicho a su manera, y ese sería otro debate, el de la comunicación en la Iglesia. Pero decir, ya ha dicho bastante dejando fuera del estudio al obispo del lugar, en una decisión histórica y sin precedentes, en una decisión deshonrosa de cara a sus hermanos en el episcopado de todo el mundo. Desautorizándole a decidir sobre un tema de calado universal que se da en el territorio de su autoridad eclesial.
 
La Iglesia, que no ha pecado de pasividad eclesial, ya ha dicho mucho sencillamente dejando hacer, porque es bien sabido que la Iglesia ni es tonta ni se deja adelantar por la derecha. Para que el conozca un poco de esta Madre, esposa del Espíritu Santo, sabrá desde hace tiempo que en el momento en que la Iglesia ve algo sospechoso de poner en peligro la salud espiritual de sus hijos, corta por lo sano. Entra como un elefante en una cacharrería. Acota, investiga, pregunta, estudia, reza y decide. Que se lo digan , digamos, a Teresa de Jesús con su Reforma; a Felipe Neri con sus casas de acogida; a Francisco con su Orden de Hermanos Menores; a los ya citado niños de Fátima y de Lourdes, y así un largo etcétera.
 
Esa pasividad que ven algunos en el obrar de la Iglesia ha sido una actividad brutal de investigación, observación y vigilancia, sin caer en la desidia, siempre con prudencia, apertura y paciencia. Vamos, la Iglesia…
 
No he querido polemizar sobre este asunto, me da pereza. Pero me he sentido instigado cuando he visto denominado el asunto Medjugorje como "patata caliente". Me ha dado pena. Por una simple regla de tres dialéctica, si Medjugorje es una patata caliente, qué será el propio cristianismo. Qué será la propia Iglesia. Qué seremos cada uno de nosotros. Pero sinceramente creo que de todas las “patatas” que tiene la Iglesia encima de la mesa, la menos caliente es esta. Es algo así como pensar que el principal problema del Madrid es Casillas. Y digo que me da pena ver escritas cosas como esta porque de ser cierto que allí se aparezca la Virgen, seguramente a ella le de mucha pena, Y de no serlo... también se la de.
Me hace sentir y pensar esto que, la verdad, yo no sé si la Virgen María se aparecerá o no en Medjugorje, como dicen los seis friquis que la dicen ver. Pero de verdad, si la comisión que estudia este caso en el Vaticano comprueba que efectivamente es ella la que allí se aparece, por favor, que se lo prohíba, porque madre mía el marrón que nos ha montado. Madre mía cuanto molesta, y encima, para que la hagamos tan poco caso.
 
Y no he hablado del ayuno, que si no, os vais y no me leéis más
 
Espero que la ironía no sea malinterpretada, pero no es plato de buen gusto el haberse tomado la molestia de trabajar por conocer un tema, con honestidad, esfuerzo, humildad y sacrificio, y ver contraargumentos vacíos que nada sano aportan a nadie.
 
 
Bueno, al menos, a mí me ha servido. Lo que no perdono hoy ni de broma es un Rosario. Gracias por motivarme a rezar más. Gracias por devolverme a Medjugorje. Y es que en el fondo, yo lo que necesito, es conversión.
 
Medjugorje es una puerta a través de la cual mucha gente ha entrado en la Iglesia, como tantas otras, como lo puede ser un movimiento, una peregrinación, un testimonio o un Curso Alpha.  Insisto. De todas las patatas que tiene la Iglesia, la menos caliente es aquella en la que miles de personas rezan, ayunan, se convierten y se confiesan y comulgan. En definitiva, aquella en la que tanta gente se encuentra con Cristo y en su Iglesia.
 
Para terminar con buen sabor de boca, os dejo un video que invita a rezar por los cristianos perseguidos. Esa sí que es una patata caliente, la de que te persigan por tu fe, y en Medjugorje esa persecución ya se dio. Aunque solo sea por respeto, que no se le olvide a nadie.

www.jesusgarciaescritor.es

 
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