Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Evangelizar en la calle no es la panacea

por Una iglesia provocativa

Permítanme comenzar hablando bien de iniciativas tan queridas como los Sentinelle italianos, Kerygma en Alcalá y Totus Tuus en Madrid. Son todos grupos que tienen en común una metodología que se está extendiendo como la pólvora por la Iglesia en España.

Consiste en montar adoraciones eucarísticas y enviar a jóvenes de dos en dos para que  proclamen el Kerigma a sus semejantes, invitándoles después a depositar una oración ante Jesús sacramentado en una iglesia donde otros jóvenes del equipo están en oración intercediendo por el evento.

En el Congreso de Pastoral de Juventud de Valencia se hizo la experiencia durante la noche del sábado y desde luego las sensaciones fueron muy buenas. No hace mucho escuché un testimonio apasionante de un neoconverso que asistió al congreso saliendo a evangelizar la noche valenciana para edificación propia y de sus evangelizados.

Junto a todo lo bueno hay muchas cosas que pulir; alguna de ellas me las comentaba el propio don Andrea Brugnolli que al fin y al cabo ha sido el pionero en esto de la evangelizzazione di strada y desde Manresa está siendo invitado por media España a explicar su método.

Pero no se trata de sacarle defectos al tema; por encima de las virtudes o defectos de cada método la gran cuestión es si ponemos cada cosa en su justo sitio. En efecto, iniciativas perfectamente válidas pueden fracasar simplemente porque no sepamos ubicarlas adecuadamente, y esto es precisamente lo que me inquieta.

Si pensáramos que con salir a la calle se cubre el expediente de la Nueva Evangelización pronto nos daríamos cuenta de que en sí mismo esto es algo insuficiente. El anuncio espontáneo y atrevido es un signo de estos tiempos en los que la Iglesia quiere salir fuera, pero pensar que con eso basta sería pecar de ingenuos o faltos de visión.

El problema primero de cualquier método de evangelización es una pregunta que me hace todo el mundo que se anima a hacer Alpha: “y después, ¿qué?”; mi respuesta habitual es que después viene la comunidad, léase la Iglesia.

Pero claro… ¿de qué comunidad estamos hablando estando el patio como está? Si enjuiciáramos las cosas con ojo hipercrítico podríamos pensar que comunidades enteras que se han ido secando y agotando con el paso del tiempo son las menos indicadas para proponer un camino de continuidad a los nuevos conversos por más bueno que sea el método que utilicen.

En el caso de la evangelización de calle es un problema que se agudiza porque normalmente concita a diferentes evangelizadores que no son de la misma comunidad por lo que ni siquiera hay una continuidad clara en una comunidad concreta sino en el ámbito más genérico de la Iglesia.

Por lo tanto en muchos sentidos un esfuerzo aislado de evangelizar la calle sería como intentar dar a luz un hijo sin tener un hogar ni una familia donde acogerlo.

Precisamente por eso hace falta ser conscientes de que la evangelización en la calle no es la solución…más bien es un buen comienzo, una hermosa intuición y una herramienta que puede tener el potencial de animar a los propios evangelizadores a emprender caminos de acompañamiento y discipulado para los evangelizados.

Y en redescubrir estos caminos recorriéndolos desde la lógica, medida y progreso del alejado, nos jugamos la Nueva Evangelización.

Una Iglesia que sólo se dé un maquillaje de evangelización callejera para seguir a piñón fijo en la vieja pastoral de mantenimiento de siempre es la crónica de una muerte anunciada. Al final los ardientes deseos de salir fuera se ahogarán estrellados con el escollo de una nave más preocupada de achicar el agua y volver al estado anterior de las cosas que en surcar los mares en la nueva singladura a la que empuja el Espíritu en estos momentos.

Por eso lo que hace creíble un método no es lo espectacular de su acción, sino la comunidad que se genera en torno al mismo, su capacidad de hacer crecer y germinar la Palabra de  Dios en los corazones de auténticos discípulos que vivan su fe en obediencia a la Iglesia y bajo la inspiración de sus legítimos pastores.

Y esto es una ecuación muy rara. Tan rara que mis dudas tengo sobre si muchos en la iglesia podrán entenderla e interpretarla.

Como dice la publicidad de Lifeteen, presentado en Valencia: “100% fieles al Magisterio y 100% fieles a la cultura actual”…y yo añadiría como complemento: “100% fieles a Jesucristo y 100% fieles a la necesidad el alejado  con o.o% de apego a nuestros esquemas pastorales”.

Porque nuestra verdad como Iglesia y el testimonio ante el mundo no nos los jugamos en el mantenimiento de nuestros esquemas pastorales. Estriba más bien en nuestra capacidad para discernir la gracia de hoy tal cual se nos presenta en la Iglesia.

Y al hilo de todo esto creo que la evangelización en la calle sí que es una gracia de hoy…pero necesitamos encauzarla, enmarcarla, continuarla en el contexto de la Nueva Evangelización y si puede ser pulirla, no vaya a ser que la estropeemos a fuerza de absolutizarla pensando que es la solución a nuestros problemas.

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