Acuario versus Piscis
por Hablemos de Dios
La Nueva Era reacciona contra la mentalidad del siglo XX, que en dos modelos enfrentados, el materialismo dialéctico marxista y el liberalismo económico o capitalismo, impusieron al final un mismo horizonte: el materialismo que margina toda espiritualidad y toda religión. Su éxito se puede explicar por la experiencia de muchos que se han dado cuenta de que la felicidad está mucho más dentro del hombre que fuera, que la comodidad sin plenitud interior conduce a una insatisfacción radical. Era urgente una respuesta ante el vacío espiritual que vive todavía nuestra sociedad. La necesidad irrefrenable del hombre de creer en algo y de solucionar cuestiones como el sentido del mundo y del hombre, la naturaleza de Dios y el destino final de la humanidad, el más allá de la muerte, le conducía a una búsqueda incesante.
En este caso los defensores de la espiritualidad New Age, están promocionando una religiosidad moderna que se pueda compaginar con el relativismo moral en boga, que tiene aires de originalidad por apartarse de los modelos tradicionales occidentales. Aunque el sincretismo de esta corriente pareciera estar abierto a cualquier manifestación religiosa que se quiera adaptar a los nuevos estilos, al parecer será a través de la desaparición del modelo cristiano. Si nace la era de Acuario es porque sucumbe la de Piscis ¿podrá el aguador tumbar al pez? ¿Será una alternativa válida para satisfacer la sed espiritual del ser humano?
Es cierto, la realidad no queda agotada por lo material, existe un mundo espiritual maravilloso y profundísimo. Es lógico que los que buscan el silencio meditativo, la concentración, la relajación, el aislamiento momentáneo de un mundo excesivamente ruidoso, experimenten una pacificación interna, un descanso, un alivio a tantas tensiones estresantes. Sin embargo, será una paz frágil, porque es ilusoria y en gran medida irracional. La verdadera espiritualidad no puede chocar con la razón ni con la ciencia. Para ser más concretos enumeremos algunas de las afirmaciones de la Nueva Era que son arbitrarias y en gran medida irracionales y no sólo acientíficas sino anticientíficas, cimentadas en un idealismo utópico.
· El hecho de que yo piense que puedo superar todos los problemas, sufrimientos o enfermedades no asegura que de hecho lo consiga. La realidad será la que se impondrá. Soy débil y no lo puedo todo.
· La astrofísica moderna prueba con toda evidencia que no hay influencia alguna de los astros sobre nuestras decisiones libres. Son cuerpos materiales regidos por las leyes universales de la física y nada más. La forma como aparecen en el cielo nocturno y que movió a los antiguos a inventar los signos del Zodiaco, no guarda relación con la realidad, pues son estrellas alejadas unas de otras por distancias enormes de miles o millones de años luz.
· El endiosamiento de las fuerzas ocultas que manejan sólo un puñado de iniciados, crea una élite que relega a la gran mayoría a formar parte de una masa mentalmente subdesarrollada, por carecer de poderes, y llamada a ser manejada como marionetas por los videntes, brujas, mentalistas y futurólogos.
· El anhelo de superar una religiosidad tradicional cristiana, según ellos insatisfactoria para los tiempos modernos, deja al mundo occidental y parte del oriental (recordemos que Cristo nació en el Oriente Medio) sin raíces. Los nuevos cimientos parecen demasiado frágiles para edificar la nueva sociedad. Por otra parte, aun admitiendo la crisis del cristianismo, es muy aventurado afirmar que se esté acabando. Cristo sigue vivo en nuestro mundo, y seguirá siendo él el que nos dé el agua viva.