Si la Iglesia tuviera departamento de producción

Llevo toda la semana intentando sentarme a escribir un blog y literalmente no he tenido 20 minutos para hacerlo, así que imagínense qué fracaso, pues normalmente me lleva al menos dos horas completar una entrada en esta bitácora digital que nuestro editor amablemente me deja tener aquí.

De hecho hablaba ayer con él y estamos pensando en juntarnos dentro de quince días porque ninguno de los dos tiene antes ni un minuto para hacerlo más pronto.

Terminamos la semana pasada con un fin de semana del Espíritu Santo de Alpha de todo el día - casi 90 personas- que nos ocupó el sábado entero.

Por hacer una crónica atropellada de esta semana, hemos ido a tres cursos Alpha por las noche entre lunes y jueves, albergado 24 horas a un sacerdote en casa que perdió su avión, organizado un entrenamiento Alpha para Cataluña este fin de semana en Solsona, a donde ahora nos vamos para pasar el fin de semana entero. Entre medias ayudar a coordinar un par de retiros, reunirse con un equipo Alpha de una parroquia, y esta mañana reunión final con nuestro gran amigo Juan Luis que además de ser compañero de blog provocativo, y  hacer Alpha en su parroquia nos cuida el perro mientras nos vamos.

Todo esto aderezado con reuniones, trabajo de oficina, y mucha gente a la que atender que quiere evangelizar y necesita un empujón, un consejo o simplemente ayuda.

Aunque parezca increíble para muchos, esto de evangelizar es un trabajo a tiempo completo, y cuando uno sale delante de dos mil personas en Valencia a decir que los laicos necesitan apoyo también, se refiere a cosas como estas.

Si uno mira para atrás, a lo largo de todos estos años de trabajo, se da cuenta de que es un privilegiado porque ha podido ver un fruto inmenso y abundante, absolutamente en desproporción con la santidad propia (que escasea) y los medios puestos.

He de confesar que a veces miro con cierta crítica a tantos grupos y comunidades que se pasan la vida formándose y luego no ven pasar un converso por la puerta de su iglesia en años. Me dan ganas de gritarles, ¡aquí hay trabajo! Déjense de perder el tiempo y pónganse a ayudar donde Dios está bendiciendo. Se necesitan obreros, tiempo, recursos...y no puede ser que gastemos a la gente, el tiempo o los medios en poner tejados, organizar clubes de tiempo libre juvenil con el nombre de cristianos y las entrañas de paganos, colegios que no evangelizan, universidades católicas donde el 95% de los alumnos son no practicantes y no se hace nada efectivo para remediarlo, o parroquias que son coladeros pastorales donde nadie se convierte.

Y conste de que no se trata de que ayuden en lo que hago yo, ya sea Alpha o lo que toque, sino que ayuden en algo que funcione, lo que sea. Si nada funcionara no tendrían tacha...pero resulta que hay cosas que funcionan, muchas más de lo que se cree. Pero hace falta la humildad, autocrítica y disponibilidad que muy pocos tienen, la que lleva a la gente a salir de sus propios esquemas y buscar, sin importarles aprender de otros y dejar su aburrido plan pastoral en el cajón.

Decía hace nada un obispo que admiro mucho que vivimos una Iglesia que está gestionando la decadencia. Y nada más decadente que tocar el piano mientras el Titanic se hunde como nos decía Josué Fonseca, o dedicarse a lo que no salva bajo pretexto de fidelidad al Evangelio.

¿Queremos una Nueva Evangelización? Pues muchos esquemas y  formas de hacer van a tener que cambiar, y lo primero de todo es la forma de trabajar y de apostar por quienes pueden cambiar las cosas...

Lo estarán pensando, Jesucristo es el único que puede cambiar las cosas...pero si le dejan.  Mucho me temo que los principales impedimentos en este negocio del Reino de Dios somos nosotros mismos, los de dentro...

Ya lo decía San Ignacio de Loyola, somos puro impedimento...pero bien que se preocupó él de organizar un ejército, una compañía de miles christi, con una excelente organización y con un liderazgo capaz de acometer las más audaces empresas para mayor gloria de Dios y bien de la Iglesia.

Aquí señores sobran genios, y faltan organizadores, realizadores, gente que se ponga al tajo. Falta, en definitiva, un departamento de producción en la Iglesia...