El Libro de las Piedras que Curan de Santa Hildegarda
Por fin ha aparecido en español, al cabo de 850 años, uno de los libros más interesantes, sugerentes y sorprendentes de la herencia cultural de Occidente: "El Libro de las Piedras que curan" (LibrosLibres) de la "Physica" de Santa Hildegarda.
A mediados del siglo XII, Santa Hildegarda recibió de la Luz Indeficiente, (como se llamaba a sí misma la llamarada que la invadía), obras muy diversas a las que ahora llamamos "obras menores", pero entre las que se cuentan nada menos que dos tratados de medicina y dietética.
Uno de ellos, "Causas y remedios de las enfermedades", explica la endocrinología del ser humano, y el otro, la "Physica", describe la naturaleza y utilidad para los humanos de las criaturas más corrientes: 230 plantas, 63 árboles y arbustos, 72 aves, 36 peces y 45 animales terrestres, 17 bichos, 8 metales y 26 piedras.
De las 26 piedras que trata, solo 19 son realmente útiles; piedras preciosas o semipreciosas que solo sirven para el bien y la salud del ser humano y, en algunos casos, también del ganado.
El libro describe la naturaleza y formación de las piedras y detalla para qué sirve cada una y cómo ha de emplearse según 400 remedios muy sencillos para otras tantas dolencias y afecciones. En genera, las aplicaciones consisten en ponerse las piedras sobre la piel, o meterlas en vino o agua de beber.
Sorprendentemente, su eficacia es verdaderamente asombrosa y comprobable, porque Santa Hildegarda "funciona". El ejemplo más patente es el jaspe, que es el nombre ilustre de muchos guijarros de pedernal (piedras que no se dejan rayar por la navaja), una piedra de arroyo que es el analgésico más rápido que hemos conocido, apto contra cualquier dolor reumático. Y como éste, otros 400 remedios más. Lean ustedes los correos de agradecidos lectores del blog de Santa Hildegarda.
El Libro de las Piedras que Curan es un tesoro de sabiduría que pone de manifiesto que no es de origen humano, ya que no recoge tradiciones populares medievales, hechizos paganos, sabiduría grecolatina, ni medicina árabe o judía. Los lapidarios clásicos o medievales no se parecen en absoluto a las sencillas afirmaciones de Santa Hildegarda.
Es una sabiduría que tampoco pudo ser experimental ni fruto de la práctica: Santa Hildegarda dice cosas que sólo se han sabido muchos siglos después, como cuando relata el elaborado cortejo de las bacterias del hierro para formar la magnetita, bacterias a las que llama gusanitos a falta de la palabra adecuada que todavía no se había inventado.
Ahora bien, la formación de la magnetita es cosa que la Ciencia descubrió a mediados del siglo XIX, (¡700 años después de Santa Hildegarda!), que se hizo pública a partir de 1877 y que todavía se sigue investigando. Asimismo, este Libro describe perfectamente, como si fueran apuntes de laboratorio, cómo precipitan los cristales de roca a partir de los cambios de temperatura de una solución sobresaturada.
A pesar de tratarse de sabiduría revelada, lo que afirma Santa Hildegarda no es cuestión de fe en ningún sentido: ni fe divina ni fe humana. No es necesario un acto de fe para que funcione; basta con probar lo que dice. Es una vivencia entusiasmante, como la de quien descubre una buena novela y se apresura a decírselo a los amigos. No vale la pena discutir si esto es posible o no; que lo pruebe quien quiera, que en Santa Hildegarda no hay nada sucio, nocivo, molesto, ni repugnante.
Santa Hildegarda dice, y puede comprobarse, que la amatista, esos cristales morados del interior de las geodas de adorno que venden en las tiendas, borra las manchas de la cara y neutraliza inmediatamente las picaduras de avispa o las mordeduras de araña. A mi nieto se le pasaron las pesadillas que venía sufriendo desde dos años atrás en cuanto sus padres le pusieron un jaspe debajo del colchón, aunque no era exactamente lo que recomienda Santa Hildegarda. Otro nieto muy renuente a las tareas escolares se ha vuelto aplicado desde que le ponen olivinos para hacerlas.
El Libro de las Piedras que Curan de Santa Hildegarda es un tesoro que ahora está al alcance de todos, pero que ha estado escondido durante mucho tiempo, pues, por increíble que parezca, ha permanecido ignorado, desconocido y oculto más de ocho siglos, hasta que el pasado 23 de octubre ha aparecido por primera vez en las librerías españolas, publicado por Libros Libres.
Aunque el original latino es realmente breve, apenas veinte páginas, la edición española tiene 261 páginas, porque no solo están prologados, explicados, y comentados abundantemente los posibles significados de las palabras del original, sino que ofrece índices muy completos para facilitar su empleo y está salpicado además de una larga serie de casos clínicos tomados de las publicaciones austríacas y alemanas de la medicina hildegardiana, debidas a los doctores Hertzka y Strehlow, así como al presidente de la Liga Hildegardiana, Helmut Posch.
El libro está ilustrado con una colección de fotografías de las piedras que, contra lo que suele ser habitual al representar minerales, no presenta ejemplares de museo, que en la práctica son inabordables e inconseguibles, sino que los presentan en su aspecto más corriente, tal como se encuentran en las tiendas o en la gravilla.
Porque otra de las características de este libro es que detalla los lugares -tiendas, ferias, o montones de grava- donde hacerse con ellas, e incluso anima a buscarlas uno mismo en pedreras, barrancos o sacos de gravilla. Es reconfortante saber que las piedras preciosas o semipreciosas de las que habla Santa Hildegarda no son carísimas, sino que esmeraldas, topacios, circones, zafiros o rubíes son tan asequibles - dos o tres euros- como los cuarzos que nos propone la Santa.
Estamos de enhorabuena porque "El Libro de las Piedras que Curan" de Santa Hildegarda de Binguen es un hallazgo gozoso que se asoma a nuestras librerías, una buena lectura, una invitación a probar si funciona, y un espléndido regalo de cara a estas Navidades que se dibujan austeras.
A mediados del siglo XII, Santa Hildegarda recibió de la Luz Indeficiente, (como se llamaba a sí misma la llamarada que la invadía), obras muy diversas a las que ahora llamamos "obras menores", pero entre las que se cuentan nada menos que dos tratados de medicina y dietética.
Uno de ellos, "Causas y remedios de las enfermedades", explica la endocrinología del ser humano, y el otro, la "Physica", describe la naturaleza y utilidad para los humanos de las criaturas más corrientes: 230 plantas, 63 árboles y arbustos, 72 aves, 36 peces y 45 animales terrestres, 17 bichos, 8 metales y 26 piedras.
De las 26 piedras que trata, solo 19 son realmente útiles; piedras preciosas o semipreciosas que solo sirven para el bien y la salud del ser humano y, en algunos casos, también del ganado.
El libro describe la naturaleza y formación de las piedras y detalla para qué sirve cada una y cómo ha de emplearse según 400 remedios muy sencillos para otras tantas dolencias y afecciones. En genera, las aplicaciones consisten en ponerse las piedras sobre la piel, o meterlas en vino o agua de beber.
Sorprendentemente, su eficacia es verdaderamente asombrosa y comprobable, porque Santa Hildegarda "funciona". El ejemplo más patente es el jaspe, que es el nombre ilustre de muchos guijarros de pedernal (piedras que no se dejan rayar por la navaja), una piedra de arroyo que es el analgésico más rápido que hemos conocido, apto contra cualquier dolor reumático. Y como éste, otros 400 remedios más. Lean ustedes los correos de agradecidos lectores del blog de Santa Hildegarda.
El Libro de las Piedras que Curan es un tesoro de sabiduría que pone de manifiesto que no es de origen humano, ya que no recoge tradiciones populares medievales, hechizos paganos, sabiduría grecolatina, ni medicina árabe o judía. Los lapidarios clásicos o medievales no se parecen en absoluto a las sencillas afirmaciones de Santa Hildegarda.
Es una sabiduría que tampoco pudo ser experimental ni fruto de la práctica: Santa Hildegarda dice cosas que sólo se han sabido muchos siglos después, como cuando relata el elaborado cortejo de las bacterias del hierro para formar la magnetita, bacterias a las que llama gusanitos a falta de la palabra adecuada que todavía no se había inventado.
Ahora bien, la formación de la magnetita es cosa que la Ciencia descubrió a mediados del siglo XIX, (¡700 años después de Santa Hildegarda!), que se hizo pública a partir de 1877 y que todavía se sigue investigando. Asimismo, este Libro describe perfectamente, como si fueran apuntes de laboratorio, cómo precipitan los cristales de roca a partir de los cambios de temperatura de una solución sobresaturada.
A pesar de tratarse de sabiduría revelada, lo que afirma Santa Hildegarda no es cuestión de fe en ningún sentido: ni fe divina ni fe humana. No es necesario un acto de fe para que funcione; basta con probar lo que dice. Es una vivencia entusiasmante, como la de quien descubre una buena novela y se apresura a decírselo a los amigos. No vale la pena discutir si esto es posible o no; que lo pruebe quien quiera, que en Santa Hildegarda no hay nada sucio, nocivo, molesto, ni repugnante.
Santa Hildegarda dice, y puede comprobarse, que la amatista, esos cristales morados del interior de las geodas de adorno que venden en las tiendas, borra las manchas de la cara y neutraliza inmediatamente las picaduras de avispa o las mordeduras de araña. A mi nieto se le pasaron las pesadillas que venía sufriendo desde dos años atrás en cuanto sus padres le pusieron un jaspe debajo del colchón, aunque no era exactamente lo que recomienda Santa Hildegarda. Otro nieto muy renuente a las tareas escolares se ha vuelto aplicado desde que le ponen olivinos para hacerlas.
El Libro de las Piedras que Curan de Santa Hildegarda es un tesoro que ahora está al alcance de todos, pero que ha estado escondido durante mucho tiempo, pues, por increíble que parezca, ha permanecido ignorado, desconocido y oculto más de ocho siglos, hasta que el pasado 23 de octubre ha aparecido por primera vez en las librerías españolas, publicado por Libros Libres.
Aunque el original latino es realmente breve, apenas veinte páginas, la edición española tiene 261 páginas, porque no solo están prologados, explicados, y comentados abundantemente los posibles significados de las palabras del original, sino que ofrece índices muy completos para facilitar su empleo y está salpicado además de una larga serie de casos clínicos tomados de las publicaciones austríacas y alemanas de la medicina hildegardiana, debidas a los doctores Hertzka y Strehlow, así como al presidente de la Liga Hildegardiana, Helmut Posch.
El libro está ilustrado con una colección de fotografías de las piedras que, contra lo que suele ser habitual al representar minerales, no presenta ejemplares de museo, que en la práctica son inabordables e inconseguibles, sino que los presentan en su aspecto más corriente, tal como se encuentran en las tiendas o en la gravilla.
Porque otra de las características de este libro es que detalla los lugares -tiendas, ferias, o montones de grava- donde hacerse con ellas, e incluso anima a buscarlas uno mismo en pedreras, barrancos o sacos de gravilla. Es reconfortante saber que las piedras preciosas o semipreciosas de las que habla Santa Hildegarda no son carísimas, sino que esmeraldas, topacios, circones, zafiros o rubíes son tan asequibles - dos o tres euros- como los cuarzos que nos propone la Santa.
Estamos de enhorabuena porque "El Libro de las Piedras que Curan" de Santa Hildegarda de Binguen es un hallazgo gozoso que se asoma a nuestras librerías, una buena lectura, una invitación a probar si funciona, y un espléndido regalo de cara a estas Navidades que se dibujan austeras.
FICHA TÉCNICA | COMPRA ONLINE | |||
Título: | El libro de las piedras que curan | TiendaLibres | ||
Autor: | Santa Hildegarda de Binguen | |||
Editorial: | LibrosLibres | |||
Páginas: | 264 páginas | |||
Precio | 20 euros | |||
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