El primer matrimonio que habla en un Sínodo
Ocurrió ayer por la tarde en el Sínodo para la Nueva Evangelización. Marc y Florence de Leyritz, fundadores del Curso Alpha en Francia y probablemente el matrimonio evangelizador que Dios ha usado más fecundamente en la Iglesia de Francia tuvieron su intervención.
Según el diario Le Figaro son el primer matrimonio en hablar juntos en un Sínodo de los obispos, en su calidad de auditores del mismo. Estoy intentando contrastar el dato pues en el Sínodo de Familia de 1981 tuvieron que haber varios matrimonios.
Como quiera que sea, más allá del titular periodístico, para el equipo internacional de Alpha que estamos aquí en Roma apoyándolos fue una fiesta. Según nos contaron su intervención fue de 4 minutos exactos (como manda el reglamento para cada intervención) y por lo que se ve la Iglesia se toma muy en serio lo de una sola carne, pues no por ser dos auditores tuvieron más tiempo, por lo que cada uno habló dos minutos.
Terminada su vibrante intervención hubo un general aplauso, el Papa presente, y lo que es más extraordinario, el siguiente en hablar comenzó diciendo lo mucho que le había impactado, lo cual hasta el momento nadie había hecho perdiendo tiempo en citar otra intervención precedente en la suya propia.
Del Sínodo se pueden decir mil cosas maravillosas –ya tocará analizarlo de una manera crítica- y para mi es un privilegio estar a sus puertas y compartir cada día comidas y cenas con algunos de sus protagonistas. En estos días he conocido gente de toda la Iglesia, a cual más interesante, y Roma me está dejando ese agradable sabor de universalidad y catolicidad que uno respira cuando se acerca a San Pedro.
Nadie más que los participantes pueden estar en el Sinodo, ni los periodistas que sólo están en la apertura por la mañana y reciben después un briefing en la Sala Stampa al mediodía.
Uno se imagina la reunión del Sínodo, con el Papa presidiendo y atento, los participantes rigurosamente ordenados por estamentos (arzobispos, obispos, sacerdotes, laicos) y todo son ganas de estar ahí adentro.
Luego en los descansos nos llegan las anécdotas, y vemos las calles adyacentes llenas de cardenales y obispos con sus maletines y portafolios. Algunos tienen aire de romanos, otros parecen tan nuevos en San Pedro como cualquier otro turista de los que a miles pasan por el Vaticano todos los días.
Está claro que algo se cuece en Roma, algo está pasando en la Iglesia, y todo ayuda a tener esa sensación de mini-concilio en el que están puestas tantas expectativas e ilusiones.
Realmente este Sínodo debe marcar una generación y dar impulso a los nuevos trabajadores de la mies de los que habla el Evangelio de hoy, que tanto necesitamos si queremos que esta aventura de la evangelización tenga fruto.
Ayer hablaba con un sacerdote emocionado que acababa de hacer su intervención, con temor y temblor como San Pablo, y estaba lleno de felicidad de poder hablar de Jesucristo y de su anuncio ante tantísima gente señera de la Iglesia. Con toda la humildad exponía lo alucinante que resultaba para él ser oído por el Papa, los obispos, los hermanos sacerdotes…
E imagínense lo que fue para dos laicos, el matrimonio De Leyritz, que lo han dado todo para servir a la Iglesia ganándose un sitio en este Sínodo junto con la admiración de todos los que estamos cerca de ellos.
Por supuesto, han hablado desde la experiencia, y su intervención ha sido clara y al punto como pocas, pues nace de la curtida práctica de los años pasados en primera línea de evangelización:
¿Cuáles han sido las líneas maestras de su intervención?:
1. Tres grandes procesos estructuran la evangelización: 1) la primera evangelización, vivida como un tiempo de conversión inicial, que permite un encuentro personal con Cristo; 2) la formación de discípulos favorece el aprendizaje de la vida cristiana; 3) el desarrollo de líderes que reconozcan el potencial misionero de los laicos y su despliegue en el seno de la Iglesia y la sociedad.
2. Pocos pastores saben articular de manera eficaz estos tres procesos, concretados en Evangelii Nuntiandi, cap. 2:
3. Para que la Nueva Evangelización no se reduzca a un eslogan, y para que las comunidades sean un terreno fértil donde crezcan los discípulos-misioneros, los sacerdotes tienen que desarrollar la capacidad de llevar a cabo la pastoral con un enfoque orgánico y sistemático.
4. La clave es articular este proceso entre ellos como una pastoral continua que vincule el primer anuncio con el desarrollo de las disciplinas misioneras, sobre la base de sus dones espirituales, que harán resplandecer el Reino de Dios alrededor de la comunidad cristiana.
5. La Nueva Evangelización requiere nuevas competencias pastorales.
Dicho en román paladino, Marc y Florence se han atrevido a decir que hay que desarrollar el liderazgo en la iglesia de los laicos. También hay que desarrollar la capacidad de los sacerdotes de trabajar orgánicamente con la comunidad cristiana, y mediante métodos (enfoque orgánico y sistemático).
Pocos pastores saben hacer esto, por lo que hay que reeducar a los pastores en las nuevas competencias pastorales necesarias. Todo esto se inscribe en el marco de una pastoral de primer anuncio que se apoye en los dones del Espíritu Santo y edifique la comunidad cristiana.
No sé si a muchos les sonará a chino que alguien hable de liderazgo y competencia en la Iglesia y encima que lo apoye en los dones del Espíritu Santo. No son términos de empresa, sino la única manera de hacer las cosas bien, y si no, corremos el riesgo de que la Nueva Evangelización no sea más que un eslogan…
Me quedo con una sola cosa: la Nueva Evangelización requiere de nuevas competencias pastorales. Prepararnos pastoralmente para lo que requiere la misma conlleva preparar personas, sacerdotes y laicos, de una manera diferente a como lo hemos venido haciendo hasta el momento…