Santa Hildegarda y el reuma
Los lectores nos preguntan qué es lo que dice Santa Hildegarda sobre ésta o aquella enfermedad, cosa a la que, gracias a Dios, podemos contestar. También podemos traducir del alemán las experiencias de los doctores alemanes pioneros de la medicina hildegardiana, e informar de nuestras modestas probatinas. Al cabo de 32 años de machacar las obras de Santa Hildegarda algo vamos sabiendo de lo que dice.
Pero si los lectores nos preguntaran qué tienen que hacer para curar su enfermedad, no podríamos contestarles, porque eso entra en el ámbito de la ciencia médica y escapa a nuestros muy limitados saberes.
De modo que mientras nos pregunten lo que dice la Santa Doctora, podremos ir contestando, pero si nos preguntan cómo curar una enfermedad, no podremos contestar. Así pues, cuando un comunicante nos escribe bajo el seudónimo "Avizor":
"Una preguntita, si no es molestia: Siendo el reúma un mal tan común y mas en países húmedos, ¿Cuenta algo de esto Santa Hildegarda? ", vamos a tratar de contestarle. Reumáticos y gotosos como somos sabemos que el reuma es uno de los temas más difíciles del mundo, porque bajo este término popular que usamos todos sin más precisiones, se esconden más de cuatrocientas enfermedades. Un reumático es alguien a quien le duele un miembro y en consecuencia le cuesta o le resulta imposible valerse normalmente de él; es como tener una fractura, pero sin romperse nada.
Bueno, pues lo primero es decirle que Santa Hildegarda no menciona la palabra "reuma" ni una sola vez. No habla de reuma pero habla muchísimo de dos viejas palabras alemanas que intercala en sus textos latinos: "Gicht" y "virgichtet".
"Gicht" (que mas o menos suena "guijt") significa "gota" en sentido estricto, es la enfermedad de Carlos V, el Gran Duque de Alba y Felipe II, la enfermedad de los coléricos que los antiguos atribuian a excesos de carne, bebida y coyunda; la enfermedad hereditaria con la que que uno paga los pecados de sus antepasados (y los propios). En el alemán actual, "Gicht" significa gota o podagra, pero en la descripciones que hace Santa Hildegarda, hay motivos para pensar que no solo se refiere a la gota, sino más bien a todo ese conjunto vasto e impreciso de las enfermedades reumáticas que causan dolor y limitan la movilidad. Lo que el pueblo llano llama "reuma", y empeora con los cambios de tiempo, el frío y la humedad y con determinados alimentos y bebidas. Para Santa Hildegarda, el Gicht también puede afectar al cerebro o al oído.
Por otra parte, "virgichtet" es la forma antigua del participio "vergichtet" que en rigor significa "gotoso", "aquejado de gota", o "enreumado", pero que Santa Hildegarda usa en el sentido de "baldado", "tullido" o "impedido". Y así, por ejemplo dice de uno que ha sufrido una hemiplejia, que está "virgichtet", que no es que esté "gotoso", sino "impedido".
Santa Hildegarda se ocupa mucho de "gicht" y "virgichtet". Atribuye el "Gicht" a una insurrección ("insurgunt") de las secreciones endocrinas. Los doctores alemanes Hertzka y Strehlow, pioneros de la “Medicina de Santa Hildegarda”, afirman que tiene que curarse con el esfuerzo integral del paciente: abstinencia moderada de alcohol y cerdo; régimen alimenticio sano a base de espelta. verduras, y fruta; sangrías a la manera hildegardiana, tal como se describen en "Causas y Remedios"; escarificaciones cerca del espinazo; y por fin, remedios.
La Santa no lo pone tan difícil como estos doctores alemanes, y ofrece remedios para cuando duele, además de otros remedios “polivalentes” para prevenir o alejar enfermedades, y unas “curas” o “limpiezas” de primavera y de otoño. Un vistazo rápido, pero no exhaustivo, de la “Physica” muestra que contra el “Gicht” puede usarse ajenjo, álamo, apio, avena, castañas, cebolla, cedro, centaurea, clavo, cornejo, crisoprasa, endrinas, eneldo, fresno, galanga, helecho, hinojo, jaspe, jengibre, laurel, membrillo, menta rizada, oro, perejil, piretro, tejón, tilo, tomillo, trigo, zafiro, y zaragatona. La “Physica” dice cómo deben emplearse cada una de estas cosas, y especifica además si cada remedio en cuestión “cura”, “sana” o “mejora”, si Dios quiere.
De todos ellos hemos probado personalmente las piedras jaspe y crisoprasa mientras preparábamos la edición del "Libro de las piedras que curan”, que está a punto de salir y que es la traducción comentada del Libro Cuarto de la Physica de Santa Hildegarda.
Las dos piedras son baratas y accesibles: la crisoprasa tiene aspecto de jabón húmedo y cuesta unos tres euros. El jaspe es el nombre ilustre de cualquier guijarro de pedernal con manchas. Pero ojo, el guijarro ha de ser de pedernal, no de caliza, lo que puede verse tratando de rayarlo con la navaja: si se raya, no sirve porque es caliza, y si no se raya es pedernal. Normalmente las manchas son grises y rojas, blancas y rojas, o verdes y rojas. En las tiendas de minerales, esotéricas, de abalorios, o en las bisuterías suelen tener pedazos pulidos de jaspe, cuentas o colgantes a uno o dos euros.
El jaspe se lo pone uno donde le duela hasta que la piedra se caliente. Normalmente el dolor se pasa enseguida, es el analgésico más rápido que conocemos y su efecto dura bastante.
En cuanto a la crisoprasa, Santa Hildegarda dice que tiene más energía por la noche. Me puse una encima de los dedos de un pie en pleno ataque de gota, y a la mañana siguiente tenía el pie deshinchado, la piel blanca y el juanete, que la noche anterior parecía un semáforo en rojo, había perdido totalmente su alarmante color. Pero tengo que advertir lealmente que un amigo se la puso en la rodilla y se la quitó enseguida porque no le servía de nada. Y es que, por lo que sea, como reconoce el propio Dr. Strehlow, la crisoprasa a unos cura y a otros no les hace nada. (“Hildegard Heilkunde…”, p. 245) . En todo caso, si nuestro comunicante prueba ya nos contará qué tal le va.
Para saber más puede consultar la “Physica” en www.hildegardiana.es, y conseguir ejemplares promanuscrito en papel en Librería Bertrand, C/ Fuencarral 141, Madrid (Metro de Quevedo), Tfno 91 4455631.
Además, este mes aparecerá en librerías “El libro de las piedras que curan” de Santa Hildegarda de Binguen. (Voz de Papel).
Pero si los lectores nos preguntaran qué tienen que hacer para curar su enfermedad, no podríamos contestarles, porque eso entra en el ámbito de la ciencia médica y escapa a nuestros muy limitados saberes.
De modo que mientras nos pregunten lo que dice la Santa Doctora, podremos ir contestando, pero si nos preguntan cómo curar una enfermedad, no podremos contestar. Así pues, cuando un comunicante nos escribe bajo el seudónimo "Avizor":
"Una preguntita, si no es molestia: Siendo el reúma un mal tan común y mas en países húmedos, ¿Cuenta algo de esto Santa Hildegarda? ", vamos a tratar de contestarle. Reumáticos y gotosos como somos sabemos que el reuma es uno de los temas más difíciles del mundo, porque bajo este término popular que usamos todos sin más precisiones, se esconden más de cuatrocientas enfermedades. Un reumático es alguien a quien le duele un miembro y en consecuencia le cuesta o le resulta imposible valerse normalmente de él; es como tener una fractura, pero sin romperse nada.
Bueno, pues lo primero es decirle que Santa Hildegarda no menciona la palabra "reuma" ni una sola vez. No habla de reuma pero habla muchísimo de dos viejas palabras alemanas que intercala en sus textos latinos: "Gicht" y "virgichtet".
"Gicht" (que mas o menos suena "guijt") significa "gota" en sentido estricto, es la enfermedad de Carlos V, el Gran Duque de Alba y Felipe II, la enfermedad de los coléricos que los antiguos atribuian a excesos de carne, bebida y coyunda; la enfermedad hereditaria con la que que uno paga los pecados de sus antepasados (y los propios). En el alemán actual, "Gicht" significa gota o podagra, pero en la descripciones que hace Santa Hildegarda, hay motivos para pensar que no solo se refiere a la gota, sino más bien a todo ese conjunto vasto e impreciso de las enfermedades reumáticas que causan dolor y limitan la movilidad. Lo que el pueblo llano llama "reuma", y empeora con los cambios de tiempo, el frío y la humedad y con determinados alimentos y bebidas. Para Santa Hildegarda, el Gicht también puede afectar al cerebro o al oído.
Por otra parte, "virgichtet" es la forma antigua del participio "vergichtet" que en rigor significa "gotoso", "aquejado de gota", o "enreumado", pero que Santa Hildegarda usa en el sentido de "baldado", "tullido" o "impedido". Y así, por ejemplo dice de uno que ha sufrido una hemiplejia, que está "virgichtet", que no es que esté "gotoso", sino "impedido".
Santa Hildegarda se ocupa mucho de "gicht" y "virgichtet". Atribuye el "Gicht" a una insurrección ("insurgunt") de las secreciones endocrinas. Los doctores alemanes Hertzka y Strehlow, pioneros de la “Medicina de Santa Hildegarda”, afirman que tiene que curarse con el esfuerzo integral del paciente: abstinencia moderada de alcohol y cerdo; régimen alimenticio sano a base de espelta. verduras, y fruta; sangrías a la manera hildegardiana, tal como se describen en "Causas y Remedios"; escarificaciones cerca del espinazo; y por fin, remedios.
La Santa no lo pone tan difícil como estos doctores alemanes, y ofrece remedios para cuando duele, además de otros remedios “polivalentes” para prevenir o alejar enfermedades, y unas “curas” o “limpiezas” de primavera y de otoño. Un vistazo rápido, pero no exhaustivo, de la “Physica” muestra que contra el “Gicht” puede usarse ajenjo, álamo, apio, avena, castañas, cebolla, cedro, centaurea, clavo, cornejo, crisoprasa, endrinas, eneldo, fresno, galanga, helecho, hinojo, jaspe, jengibre, laurel, membrillo, menta rizada, oro, perejil, piretro, tejón, tilo, tomillo, trigo, zafiro, y zaragatona. La “Physica” dice cómo deben emplearse cada una de estas cosas, y especifica además si cada remedio en cuestión “cura”, “sana” o “mejora”, si Dios quiere.
De todos ellos hemos probado personalmente las piedras jaspe y crisoprasa mientras preparábamos la edición del "Libro de las piedras que curan”, que está a punto de salir y que es la traducción comentada del Libro Cuarto de la Physica de Santa Hildegarda.
Las dos piedras son baratas y accesibles: la crisoprasa tiene aspecto de jabón húmedo y cuesta unos tres euros. El jaspe es el nombre ilustre de cualquier guijarro de pedernal con manchas. Pero ojo, el guijarro ha de ser de pedernal, no de caliza, lo que puede verse tratando de rayarlo con la navaja: si se raya, no sirve porque es caliza, y si no se raya es pedernal. Normalmente las manchas son grises y rojas, blancas y rojas, o verdes y rojas. En las tiendas de minerales, esotéricas, de abalorios, o en las bisuterías suelen tener pedazos pulidos de jaspe, cuentas o colgantes a uno o dos euros.
El jaspe se lo pone uno donde le duela hasta que la piedra se caliente. Normalmente el dolor se pasa enseguida, es el analgésico más rápido que conocemos y su efecto dura bastante.
En cuanto a la crisoprasa, Santa Hildegarda dice que tiene más energía por la noche. Me puse una encima de los dedos de un pie en pleno ataque de gota, y a la mañana siguiente tenía el pie deshinchado, la piel blanca y el juanete, que la noche anterior parecía un semáforo en rojo, había perdido totalmente su alarmante color. Pero tengo que advertir lealmente que un amigo se la puso en la rodilla y se la quitó enseguida porque no le servía de nada. Y es que, por lo que sea, como reconoce el propio Dr. Strehlow, la crisoprasa a unos cura y a otros no les hace nada. (“Hildegard Heilkunde…”, p. 245) . En todo caso, si nuestro comunicante prueba ya nos contará qué tal le va.
Para saber más puede consultar la “Physica” en www.hildegardiana.es, y conseguir ejemplares promanuscrito en papel en Librería Bertrand, C/ Fuencarral 141, Madrid (Metro de Quevedo), Tfno 91 4455631.
Además, este mes aparecerá en librerías “El libro de las piedras que curan” de Santa Hildegarda de Binguen. (Voz de Papel).
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