Guía de Subsistencia Ante La Banca. Parte V
por Jaime Alejandro
Terminado el receso veraniego, antes de entrar en otras cuestiones y para cerrar esta serie de artículos, me gustaría advertir a los lectores de una serie de pautas que, dadas las circunstancias, sería interesante tener en consideración a la hora de tratar con los bancos y sus empleados. No constituye recomendación de ningún tipo. Simplemente es lo que pienso que corresponde como medida de precaución y como respuesta lógica al comportamiento de la banca. Nada más. Precauciones semejantes serían necesarias si a los fabricantes de coches, por ejemplo, les diese por vender vehículos que fallasen sistemáticamente.
Si leen la prensa económica observarán que las noticias relacionadas con los engaños de la banca no cesan. Este enlace muestra cómo la cuestión es global y premeditada, como cabe deducir de la reincidencia. Además, empiezan a resolverse favorablemente algunos de los pleitos que los ahorradores han presentado para que les devuelvan el dinero. Pero no sería muy lógico que simplemente con pedir perdón tras perder un tedioso pleito judicial, la confianza de los usuarios de banca volviese como si nada hubiese pasado. Tampoco lo es que algunos de los responsables de la situación –el ex gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez- se afanen en culpar a los demás por, según ellos, “fomentar la desconfianza”. Para recuperar la confianza perdida necesitarán algo más que meros gestos e intentar tirar balones fuera. Tendrán que devolver el dinero sin más demora, los intereses y depurar responsabilidades.
Pero no es eso lo que harán. No olviden que la banca y el Estado siguen ahogados en sus propias deudas y tienen muy claro a quién endosárselas pero, dadas las circunstancias que impone el euro, la única diferencia con los años de la peseta es que ahora no encuentran el cómo. Por ello no dejarán de crear otros productos financieros con nombres pomposos, al margen de los que han creado ya, para intentar colgarle el muerto al primero que se les cruce por delante. Ahí tienen ustedes los “bonos patrióticos” sin ir más lejos.
Así que estas son mis precauciones:
1. No dejarse engañar por las apariencias. Los delincuentes de guante blanco visten de traje y corbata.
2. Grabar todas las conversaciones con el comercial de la entidad. Hay dispositivos de todos los tipos para grabar con imagen y sonido. En este enlace pueden encontrar un artículo bastante completo y documentado sobre la legalidad en las grabaciones de “conversaciones propias”: “"[...] la grabación de una conversación que tiene lugar entre dos personas y que uno de los intervinientes desea conservar para tener constancia fidedigna de lo tratado entre ambos, no supone una invasión de la intimidad o espacio reservado de la persona ya que el que resulta grabado ha accedido voluntariamente a tener ese contacto y es tributario y responsable de las expresiones utilizadas y del contenido de la conservación, que bien se puede grabar magnetofónicamente o dejar constancia de su contenido por cualquier otro método escrito. Cuando una persona emite voluntariamente sus opiniones o secretos a un contertulio sabe de antemano que se despoja de sus intimidades y se las trasmite, más o menos confiadamente, a los que les escuchan, los cuales podrán usar su contenido sin incurrir en ningún reproche jurídico”. Los contratos suelen tener cláusulas de confidencialidad pero lo que diga la ley y las sentencias judiciales está por encima de los contratos.
3. En caso de disponer de un testigo de confianza, acudir con él.
4. Preguntar siempre por el nivel de riesgo de los productos que nos ofrecen, incluyendo el de los productos aparentemente más simples, como puede ser una cuenta de ahorro o una cuenta corriente, hipotecas, etc.
5. Al abrir una cuenta y si no queremos que nos ofrezcan ningún producto, entregar un documento indicando nuestra voluntad de que no queremos que nos ofrezcan nada más allá de lo que, por propia iniciativa, hemos solicitado.
6. No firmar nada que no hayamos podido estudiar con antelación en casa. A la más mínima duda sobre el significado de cualquier cláusula, frase o palabra, acudimos a un asesor legal o financiero.
7. Todos los asesoramientos por escrito. Un asesoramiento que no está por escrito no es asesoramiento.
8. Con un banco no se contrata nada por teléfono. Y ojo, que haríamos bien en extender esta pauta a otros productos salvo que dispongamos de la manera de grabar la conversación o nos informen de que podemos solicitar la grabación de la conversación que a menudo hacen ellos.
9. Mientras los tipos de interés sigan en torno a cero, es difícil que haya ningún producto que pueda vender un banco que sea rentable sin ser además altamente arriesgado.
10. Y como colofón a toda esta serie de artículos y última pauta que conviene tener en cuenta: desconfiar, desconfiar y desconfiar.
Así dejamos definitivamente los engaños de la banca y seguiremos analizando el desastre económico en el que estamos inmersos y los resultados de insistir en fórmulas que nunca han funcionado, no funcionan y jamás lo harán. Los números cantan y demuestran que no se trata de esperar más o menos tiempo. Si las medidas no son las adecuadas, el tiempo sólo agravará aún más la situación.