El punto medio
Hay temas y problemas del estilo de como educar a un hijo o de hasta que punto hay que aplicar una norma que siempre se zanja de la misma manera: la solución está en el punto medio.
El sacrosanto punto medio, que nos hace recordar que para todo puede haber una solución, y es tan sencilla como no pasarse por ningún lado: no hay que ser demasiado severo con los hijos ni demasiado permisivo: lo bueno es el punto medio; para ser justo, no hay que ser demasiado estricto con una norma, pero tampoco demasiado laxo: la virtud está en el punto medio.
El problema del punto medio me parece que es este: que es mentira. La solución no está en el punto medio. Si estuviese allí, ¿cómo es que todavía no lo hemos encontrado?
El punto medio engaña porque hace pensar que la solución a estos problemas es unidimensional. Importa si estás un poco más a la derecha o a la izquierda, pero hay una cantidad mágica, un sitio especial en el que te pones y ya has llegado. Solo es necesario encontrarlo.
Sin embargo, la solución creo que es bidimensional. No importa si estás más hacia la derecha que a la izquierda, a la severidad que a la permisividad. El eje horizontal no importa: lo que importa es tu eje vertical, que no es más que el nivel espiritual que tengas. Porque al final, para hacer justicia, hay que ser justo; para actuar bien, hay que ser bueno; y para educar a los hijos, hay que amarlos. No es cuestión de más o menos severo; es cuestión de más o menos amor a Dios y al prójimo.
D´Artagnan