La razón de un cambio
Una de las cosas que más admiración (intelectual) despierta es alguien que cambia de opinión por motivos racionales. Un acérrimo defensor del liberalismo, por ejemplo, que se convierte al intervencionismo por medio de la razón. Es un gran ejemplo de honestidad intelectual, de objetividad. Por eso gusta.
Similarmente, una de las cosas que más críticas generan es alguien que dice A y luego B. Alguien que opina que el cambio climático es un cuento para asustar a los niños y que meses después es miembro honorífico de la Fundación Al Gore. Vamos: un hipócrita, un chaquetero, un judas, ...
Pues si no se han dado cuenta, ambas cosas son lo mismo, simplemente que juzgadas de manera distinta: probablemente, según las preferencias del que juzga. Si se pasa a mi bando, es un hombre honesto y buscador de la verdad; si se pasa al otro, es un sabandija de tomo y lomo. En el primer caso, puede que pequemos de ingenuos, porque nos interesa. En el segundo, podemos incurrir en una falacia al tachar sus argumentos porque anteriormente ha defendido otra cosa.
En cualquier caso, la gente puede cambiar de opinión. Y no importa que lo hagan, lo que importa es si lo hace racionalmente. Si lo hace por sentimientos, se le puede llamar un hipócrita. Si lo hace de forma racional, merecerá alabanza.
D´Artagnan