Encrucijada para la sed y el hambre
Día del Corpus (1952)
El día del Corpus de 1952, en el Diario Jaén, se publicaba este artículo firmado por Manuel Lozano Garrido. Su vida, sus días, se pueden contar por Eucaristía. Su fervor eucarístico le urgía la comunión diaria. Ya enfermos porque así nos lo tenía pedido a un equipo de siete sacerdotes de Linares; nos turnábamos cada día de la semana. Que maravilla era ver su preparación y su oración posterior a recibir la Comunión. En sus años de salud…, un ejemplo concreto: mientras hacía el servicio militar cada día salía del cuartel muy temprano, con el trozo de pan en el desayuno en el bolsillo, sin decir a nadie por qué no tomaba el café ni a donde iba (entonces el ayuno eucarístico era desde las 12 de la noche anterior sin tomar nada). Y así se “escapaba” unos minutos, mientras los demás soldados desayunaban, a oír la Misa en la iglesia cercana al cuartel. La Eucaristía en toda la grandeza de su misterio, daba sentido a su vida.
Rafael Higueras Álamo, Postulador
Encrucijada para la sed y el hambre
Manuel Lozano Garrido.-Diario “Jaén”, 30 de mayo 1952
Tiene Cockempot un título –“Salmos de la sed” – que es de por sí toda una recensión biográfica de un estado anímico. Y en Montherlant hay un aullido:
-“¡No hay más que una preparación para la muerte! ¡Y es la de estar ahítos! De alma. De corazón. De espíritu. ¡Y de carne!”- que, aunque brutal y abyecto, es también una manera espontánea de manifestar las vivencias íntimas del ser.
Entre el uno y el otro, toda una gama multifacética colorea las diversas actitudes del hombre frente a la clara e inconcusa verdad de su existencia. Y todas ellas, pese a la antitética disparidad de sus secuencias, se podrían conjugar en la determinante de estas dos palabras: sed y hambre. Porque, como un trasunto de lo fisiológico a lo espiritual, el empuje ardoroso de estas dos palabras –sed y hambre- viene jalonando el largo camino de
No son de por sí sed y hambre menos indeclinables de un destino. Ni está la vida en sortear su choque y su posesión. Pero sí; destino y vida verdaderos, llegan, inexorablemente, cuando, pisando recio sobre un camino luminoso, se anhelan fuentes cristalinas y el corazón hambrea la vitalidad de un convite perdurable.
En su raíz es idéntico el punto de partida de todas las almas, pero en su desarrollo, es la voluntad soberana la que, dueña de estas esencias naturales, marca el ritmo que bifurca los distintos caminos. A veces lo hace atraído por el señuelo de una fuerza alucinante; a veces también, esta fuerza es capaz de iniciar el comienzo de una nueva Edad: para el bien, por la humildad y el amor; o para el diablo, por la soberbia y el odio. Pero siempre, la felicidad estará solamente en aclarar, al primer golpe de vista, dónde está
Saber elegir, o rectificar cuando la elección fue falsa, es pues estar en camino de salvación.
Porque hemos recostado a la voluntad en un festín de pecados capitales, esta paz es inaprehensible y lejana. La paz es hoy el tizón de un deseo que requema las entrañas de
El camino de la paz y su sentido es una verdad que a fuer de autenticidad es deliciosa y tremendamente sencilla; la única, auténtica y perdurable paz, está en la efusión entrañable con Cristo, porque lo que a la fuerza mínima del hombre es inabarcable, lo allana la omnipotencia taumatúrgica de un Dios que se hizo carne para hacernos asequible por la vía del amor el camino del Cielo.
Los males del siglo radican esencialmente en un egoísmo concentrado y en el tremebundo distanciamiento de
Sí, estás ya ahí, Señor, con la paz inédita, el gozo latente, la felicidad a punto, eternizando en
¿Para cuándo, Jesús nuestro, para cuándo esa gotita ínfima –primicias del gran retorno- de nuestro yo en el piélago sin límites de tu poderío?