J.J. Tamayo y sus amigos.

Juan José Tamayo y sus amigos.

Precisamente hoy, 16 de marzo, da una conferencia en una biblioteca pública de Palencia, su tierra natal (él es de Amusco). Me enteré causalmente a través de un enlace, que también por azar, me llevó a una página  llamada “Redes Cristianas”. ¡Toda una experiencia!

El contenido, como se pueden imaginar, es de corte “cristianismo progresista”. Un vistazo a los links que aparecen a la derecha, despeja pronto cualquier duda: Alandar, Atrio, Católicas por el derecho a decidir, Cristianos por el Socialismo, Asuntos religiosos de la Federación de Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, Col·lectiu de Dones en L’Església, etc. Lamento no tener mucho tiempo y no poder conocer algo más de estos grupos, lo digo seriamente. Estoy seguro que alguno se escandalizará incluso de esto, pero me inspiran una gran curiosidad.

En primer lugar por la cantidad de trabajo que desarrollan, en webs, jornadas, talleres y proyectos. En segundo lugar por su lenguaje, en el que hablan incluso de la “acción del Espíritu” y cosas así, que muestran una fe trascendente que indudablemente ellos consideran de contenido cristiano. Es igual que en la teología de Tamayo: se pretende una reconciliación entre aspectos que para mí son sagrados y constituyen la base de mi vida de fe, con otros que no puedo dejar de considerar aberrantes. No sé, por ejemplo ¿qué significa exactamente “católicas por el derecho a decidir”? o ¿bajo qué presupuestos intelectuales se puede ser cristiano y apoyar un “socialismo” tipo PSOE?

Me cuesta mucho entenderlo. Mis hermanos de comunidad me dicen a veces que, en nuestra diócesis, tengo fama de “conservador”. Sí, a lo mejor es por eso. Pero, miren, hay algo que no puedo hacer y que veo frecuentemente en algunos artículos de este portal, y ese algo es condenar y olvidarme de que existen.

No estoy en absoluto de acuerdo con lo que escribe Tamayo y su pensamiento me parece contradictorio, ni comparto los presupuestos de los “cristianos homosexuales”, pero no dejo de preguntarme como verá Dios a toda esta gente. ¿Estará “indignado” y los condenará sin más al infierno? ¿Los mirará con compasión?

¿Y a nosotros? ¿Podré decirle cuando me encuentre en su santa Presencia: “Padre, ¡eran unos pecadores condenados al fuego, no pertenecían a tu verdadero Pueblo. Confundían a la gente y yo los rechacé: no quise saber nada de ellos…!”? Francamente, esto no me tranquiliza mucho… Puedo decir: “¡que se vayan de una vez! ¡qué dejen de llamarse católicos! ¡que no vuelvan a participar en una eucaristía! ¿No les suena a hermano mayor de la parábola? (“¿a qué vuelve por aquí ese hijo tuyo…”?).

¿Es suya toda la culpa? La gente de “Somos Iglesia”, de las Comunidades de Base, de los mil colectivos que se creen la vanguardia y los verdaderos custodios del Vaticano II, ¿han sido suficientemente escuchados (aunque sea como se escucha a un adolescente inaguantable)?. ¿Han tenido obispos y sacerdotes y hermanos cualificados que les acompañaran con paciencia, que les disuadieran del error?

La experiencia me demuestra que el rechazo frontal es abono para la radicalización, y la radicalización es la madre de todos los errores. Y también me demuestra que en nuestra querida Iglesia hay muchos guardianes de la ortodoxia (especialmente entre los laicos) que no aman lo suficiente. Quizá porque se sienten demasiado inseguros para acercarse y perdonar (sí, tacharle a uno de “ingenuo” o “idealista” es un recurso fácil, hombre).

Yo no sé qué hacer con toda esta gente. Y son más de los que parecen, y probablemente tienen más fe de la que les suponemos. Y, aunque para mí están claramente en un error, siguen considerándose parte de la Iglesia.

Yo no les echaría de ella. Antes tengo que acercarme. Tengo que intentar algo.

Y hasta estoy pensando que si estuviera más cerca de Palencia, iría a la conferencia de Tamayo.

Aunque solo fuera para pasar un mal rato, aunque solo fuera para rezar por él.

Un abrazo.

josuefons@gmail.com