Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Carta a una adolescente excepcional.

Carta a una adolescente excepcional.

por Inversiones en esperanza

 
 

Esta carta es la respuesta a una que me envió hace seis días. Que tales cosas sean posibles hoy es una señal de esperanza y una prueba de que nuestra fe en la juventud, debe permanecer intacta.

"Mi querida padawan,

 Ante todo te pido perdón por haber tardado seis días en contestarte. La última carta que me mandaste no es asunto para despachar en unas pocas líneas, Y ya sabes que la mayor de mis pobrezas es el tiempo.

Son muchas y muy diferentes las cuestiones que planteas, voy a intentar decirte un par de palabras acerca de cada una de ellas, pero, finalmente, me gustaría abordar el problema con un poco más de amplitud.

En lo que dices acerca del problema de la libertad, hay una serie de cosas que parecen bastante claras: en primer lugar el hombre es el resultado de un largo proceso evolutivo. Emerge lentamente de la materia para alcanzar el "Pleroma", como diría Teilhard de Chardin. Creo que no es casual esa diferenciación extraordinaria entre él y el resto de lo creado, es decir, la consciencia y el estado espiritual que le hacen ser capaz de captar y anhelar a Dios. La cualidad de la libertad, no es una mera "prueba que hay que vencer", sino un complemento esencial del ser espiritual. Dios corre un riesgo al permitir la Creación: el mismo que corren cualquier padre o madre al engendrar un hijo. El hombre no tiene otro destino que el Bien, porque el Bien sólo puede ser uno. La libertad es, sin embargo, la opción de no desear ese Bien. De la misma manera que el hombre, por esencia, está destinado a la supervivencia, sin embargo hay un imperativo de libertad que implica de manera necesaria que exista la posibilidad de autodestruirse. De no ser así, formaríamos parte de esa masa de seres y vida, que alaba a Dios a su manera (a veces llena de candor, y a veces terrible), pero absolutamente incapaz de la elección, o la voluntad.

El problema de "la felicidad", es uno de los ítems clásicos del pensamiento de nuestro tiempo. Cuando uno no cuenta con más vida que la presente, y más plenitud o posibilidad que las que puedan alcanzarse en este mundo, entonces es completamente lógico hacer del concepto de "felicidad" el objetivo final de la experiencia del "ser". Por ella suele entenderse tener las necesidades materiales, relacionales y afectivas resueltas, por lo menos las más importantes, y vivir en un estado anímico estimulante... casi siempre. Por supuesto, si no eres "dichoso", entonces eres un fracasado.

El problema es que la mayor parte de la población mundial no puede ser feliz en estos términos. A pesar de que en el NT no haya una sola mención de la palabra (de hecho, creo que ni siquiera existe un equivalente en griego clásico), la mayoría de los cristianos han hecho suyos esos valores. Olvidan lo que, según cuentan, le dijo la SSma. Virgen a  Sta. Bernadette: "no puede prometerte felicidad en esta vida, ¡pero sí en la que viene!"

Desde mi punto de vista, la felicidad real a que podemos aspirar en este mundo es el sentimiento de estar en la voluntad de Dios, y en el goce de las maravillas de su Creación. Pero lo efímero es efímero, y pretender que esta existencia te de lo que por su propia naturaleza no puede, es algo ¡muy frustrante!

Con respecto a la lectura de Rom 6, debes tener en cuenta todo el contexto de la carta. En ella Pablo está intentando seguir un razonamiento que lleve a demostrar que "somos salvos por fe", en el sentido de que las obras (de la Ley) no pueden por sí solas acercar al hombre a Dios. El pecado esclaviza al hombre, porque en el fondo es contrario a su destino, que es la felicidad y el Bien del que hablábamos antes: la esclavitud domina y envilece, la libertad no. No podemos "ser esclavos de la libertad" por definición, como no podemos decir que somos esclavos del aire porque lo necesitamos para respirar, ¿no? Forma parte de nuestra propia esencia.

Para terminar. Todas estas cosas (y muchas otras que se te ocurrirán) son el resultado de una mente que está creciendo y haciéndose adulta. Un creyente maduro, un verdadero discípulo, tiene que pasar distintas "pruebas", aunque yo prefiero llamarlo "etapas". La de la confrontación con el pensamiento filosófico es una de ellas. Mira, yo llevo el doble de años de los que tú tienes haciéndolo. Platón, Epicteto, Agustín, Tomás de Aquino, Ockham, Descartes, Spinoza, Pascal, Kant, Hegel, Kierkegaard, Feuerbach, Nietzsche, Marx, Stuart Mill, Comte, Freud, James, Wittgestein, Unamuno,  Ortega, Teilhard de Chardin, Sartre, Marcuse, Habermas, Heidegger, Zubiri, Marías, Vattimo... y otros muchos, han estado ahí, desde los 17 años, cuestionando, puliendo, en mayor o menor medida, lo que creo y pienso. Y no menos, la gran teología (Rahner, Von Balthasar, Congar, Schillebeeckx, Bonhoeffer, ¡incluso Barth, Küng o Boff...!), y, no menos, aún, los avances de las matemáticas o la astrofísica: la Teoría de Cuerdas o las locuras de la Mecánica Cuántica, los misterios del Universo, las lagunas del origen de la vida, o de la evolución de las Especies... Muchos años de lectura y "comecocos" ¿Conclusión?

... La conclusión es que vivimos en el Misterio. Misterio no es lo mismo que "problema". Un problema lo tienes siempre enfrente: lo solucionas, o no. El Misterio no está frente a ti sólo: está delante, detrás, y hasta en medio. Los problemas se resuelven, pero el Misterio permanece, porque esa es su esencia...

La fe, como todo en la vida, es una apuesta (Pascal). En ese aspecto soy bastante existencialista, creo que la existencia define en parte a la esencia: buscamos caminos en el bosque, apostamos. Quien piensa o investiga aporta parte de una pequeña solución al enigma de la Verdad, pero también transmite una cierta medida de la ignorancia y el error que le es implícita, por la limitación de su humanidad. En todo caso (finalmente la Filosofía es una ciencia  un poco patética y digna de lástima, y puede que suceda lo mismo con todas las demás). Ya no me impresiona nadie. Lanza del Vasto decía: "Sólo el santo es distinguido".

Mi creencia en Dios no es filosófica: creo en Él, sobre todo, porque es el Padre que Jesús me reveló y porque hay un vacío en mí hecho a su exacta medida. Creo en Él porque los modelos más plenos de hombre y mujer que he encontrado a lo largo de mi vida han sido personas que eran así precisamente por haberle entregado las suyas. ¿Una apuesta? Sí, pero que me ha funcionado hasta ahora ¿por qué no habría de hacerlo en adelante? ¿Por qué habría de fallarme en el momento definitivo de la muerte?

Mira, nunca podrás entender a Dios; a veces te parecerá que crees y otras veces que no; te sentirás abandonada, y tu mente buscará lógica allí donde no parece haberla: Ignacio Larrañaga decía: "nos preguntamos: ¿no se ve nada, o no haynada?". Eso es así. Pero tras las tinieblas, la luz permanece imperturbable.

Si perseveras en la fe, creo que, al final de todo, verás que ha sido una maravilla. Y cuando nazcas a la vida siguiente alcanzarás todo el amor, toda la plenitud y toda la paz  que siempre has anhelado y que nada ni nadie habrá podido nunca colmar. Supongo que lo más convincente que puedo decirte es que, desde tu edad, he apostado mi vida entera a esa carta...

No sé si estas cosas que te digo te servirán de algo: puede que sí o puede que no. En todo caso es lo que me "sale" compartir contigo.

Espero que, cuando vengas podamos hablar algo más.

Un abrazo muy fuerte.

Josué."

...  Otro muy grande para ustedes, por supuesto. ¡Y feliz Navidad!

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