Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Lo que nadie alaba de la JMJ

por José Alberto Barrera

Este post es un post que creo tan necesario como hacer otro sobre lo que nadie critica de la JMJ.

Mi sensación es que, transcurrido apenas un mes desde la JMJ, no se encuentran en los medios escritos muchas reflexiones profundas  sobre lo que ha sido y ha supuesto la Jornada Muncial de la Juventud en Madrid.

En lo poco que he podido leer he encontrado dos líneas de escritos. Unos llenos de críticas organizativas, o de agoreras previsiones sobre cómo se diluirá la JMJ; otros de bombo, platillo y felicitación a todos sus protagonistas.

Pero si nos centramos en lo positivo y  damos por descontadas las loas por el éxito de las jornadas y las felicitaciones a sus  organizadores, ¿se puede hacer un análisis de fondo y de conjunto sobre lo que ha sucedido este verano en Madrid?

Sería muy pretencioso pretender hacer tal análisis, pero quizás convenga que alguien empiece el debate, para que sean muchos los que aporten al mismo, ya que la JMJ es un fenómeno tan desmesuradamente grande y multifacial, que inevitablemente hay que intentar comprenderla a través de los ojos de todos los que la vivieron.

Y es que experiencias hay muchas: desde la del párroco que se ha pasado la semana agobiado intentando controlar a su quinientos invitados con un puñado de voluntarios, pasando por la del peregrino novato, el católico de toda la vida avezado en encuentros con el Papa, o la de los mismos sacerdotes u obispos, hasta la del propio Benedicto XVI.

El común denominador es el optimismo, la exultación, y la bien merecida apreciación de que las cosas han salido maravillosamente bien y han superado las expectativas de todos.

Pero no nos quedemos ahí, no vayamos a ser como los estudiantes que entregan un trabajo,  el cual es calificado por el profesor quien lo corrige, le pone nota, y no se lo devuelve nunca al alumno  sugiriendo correcciones, ni espera que el alumno se lo entregue otra vez una vez trabajadas las correcciones, con lo cual se pierde una maravillosa oportunidad de aprender doblemente.

Esto se aplica tanto a lo positivo como a lo negativo, tanto en el caso de los exámenes y trabajos como en el de las JMJ, y por eso quisiera hacer el ejercicio de comenzar por enumerar las cosas positivas que he visto en las jornadas mundiales.

No son un numerus clausus, ni pretenden nada más que ser pie para que otros aporten su granito de arena y entre todos podamos sacar el jugo a esta maravillosa experiencia que siempre quedará en la memoria de todos.

 

 

1.- Valentía de Benedicto XVI continuando lo que Juan Pablo II hizo con nota

Tras Colonia y Sidney, Madrid ha sido la prueba palpable de que las Jornadas Mundiales de la Juventud han sobrevivido a Juan Pablo II. Algunos podían pensar que todo gravitaba entorno a un papa tan carismático que levantaba a las masas, y ciertamente era difícil continuar su obra con el listón tan alto que había dejado. Más de uno se habría amilanado pensando que no era posible.

Benedicto XVI nos demuestra que es a Cristo a quien hay que mirar y lo ha hecho con la profunda humildad de ser él mismo, sin intentar ser un Juan Pablo II y con esto la JMJ ha pasado a formar parte del acervo de la Iglesia.


2.- Una inyección de ilusión y esperanza para los sacerdotes

Mucha gente pensará que las Jornadas sirven para los jóvenes, pero ¿se han dado cuenta del inmenso bien que ha hecho a los sacerdotes?

Por lo menos en España, donde para muchos es tan duro el día a día, donde ser sacerdote es una opción minoritaria e incomprendida, la JMJ ha devuelto la ilusión a quienes se pasan la vida dándolo todo por el Evangelio.

La JMJ recuerda a los sacerdotes su vocación primera, la razón de su ministerio, y es como un anticipo de cielo. Un lugar donde celebrar, alabar a Cristo, confesar, palpar a la Iglesia y a sus jóvenes…toda una inyección para quienes han dado tanto por esta “empresa” llamada Iglesia de Jesucristo.

 3.- Abnegada respuesta de la Iglesia de Madrid

Supongo que a nadie se le escapa la currada que ha supuesto  toda la JMJ para toda la gente de la  diócesis de Madrid y sufragáneas. A cualquiera le daban ganas de salir corriendo y dedicar su verano al merecido descanso.

Desde los seminaristas que han trabajado hasta la extenuación, hasta los voluntarios que sacrificaron hasta su comida en Cuatro Vientos,  pasando por los cientos de personas que acogieron peregrinos en sus casas, todos han dado un testimonio de amor y de entrega digno de alabar.

Al cardenal Rouco Varela hay que agradecerle la visión y el empeño en hacer la JMJ, la cual ha merecido la pena para todos los que han trabajado en ella, y a todos los que la han hecho posible, hay que agradecerles el haber cargado sobre sus lomos con tamaña empresa.

4.- Testimonio de catolicidad de la Iglesia.

Sin lugar a dudas, la JMJ nos recuerda la universalidad de la Iglesia, y no es baladí subrayar que miles de sacerdotes, agentes de pastoral y demás líderes de la Iglesia, hayan respondido para estar en Madrid,  todos a una, con Benedicto XVI.

Eso es edificar la Iglesia, y eso edifica a los que lo ven, pues no hay testimonio mayor que el de la unidad de los cristianos y el amor que se profesan.

Es algo parecido a lo que uno vive cuando va a Roma, pero trasladado a una diócesis diferente, demostrando que la Iglesia se compone de piedras vivas, edificadas sobre el cimiento de los apóstoles, y confirmadas por Pedro.

La catolicidad es algo de lo que estar orgulloso, pero también es un deber de corazón, para tener un corazón como el de Jesucristo que se dio por todos, y para eso nos hacen falta signos visibles y sensibles de esta catolicidad, que nos recuerden que pertenecemos a algo más grande que nuestra capillita de turno.


5.- Visibilidad de la Iglesia como signo ante el mundo.

Durante la JMJ parecía como si ser cristiano en Madrid fuera lo más corriente, y no hacía falta más que decir a cualquier amigo que no fuera cristiano que mirara a su alrededor para ver lo que era la Iglesia.

A veces nos complicamos la vida con ideas, con maravillosas predicaciones y con densos  discursos,  olvidándonos  de que a Jesucristo se le ve en la Iglesia, y a través de los miembros de la Iglesia.

La gente posmoderna no entiende de conceptos abstractos sino de personas. El cristianismo se trata de la persona de Jesucristo, por ahí empieza y desde ahí se entiende a Dios…

Una iglesia que nos recuerda que está hecha de personas, es un signo vivo para el mundo de hoy en día, y en eso se convirtió Madrid durante una semana.

Quizás si aprendiéramos a hacer eso durante todo el resto del año, la gente no tendría más que decir: “mirad allí está la Iglesia, porque he visto a los cristianos, y a través de ellos veo a Cristo”.

6.- La bendición que esconde la persecución

Los lamentables incidentes de Sol, aparte de recordar escalofriantemente  la persecución religiosa que hubo en España, me llevan a pensar que España es de todo menos indiferente para el enemigo.

Obviamente la JMJ es un  bien para la Iglesia y para el  mundo;  cualquiera que resuene mínimamente con Dios tiene que reconocerlo.

Pero también podemos hacer la lectura inversa: ¿por qué molesta tanto la JMJ a los enemigos de la Iglesia? ¿Por qué molesta tanto la JMJ dentro de ciertos sectores de la Iglesia?

Críticas aparte, merecidas o no, lo cierto es que cuando se persigue a la Iglesia podemos reconocer que somos de importancia estratégica para el enemigo, lo cual es una responsabilidad que nos ha de llevar a convertirnos y purificarnos para ser fieles a la voluntad de Dios.

7.- Un estilo que quiere dialogar con el mundo

Esto es cosecha propia de Benedicto XVI. La pasada Semana Santa se armó un revuelo mediático en Italia con el programa en el que la gente hacía una pregunta para el Papa, la cual era respondida por el pontífice por la RAI.

Como buen profesor, no tiene miedo a ser interrogado y cuestionado por la gente, y esto es toda una enseñanza sobre cómo evangelizar con el estilo de Jesucristo en el mundo de hoy.

Para mí uno de los momentos estelares de la JMJ fue cuando los jóvenes en Cuatro vientos le plantearon sus preguntas, y entre todas ellas, la de la chica alemana que no creía en Dios pero se sentía fascinada por Jesucristo.

Esto me llevó a soñar con una JMJ para alejados, pues es obvio la atracción que ejerció sobre tantísimos que se cuestionaron acerca de Dios gracias a la presencia viva de la Iglesia por las calles de Madrid.

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….no quiero extenderme mucho más, seguro que me dejo mil aspectos, aunque seguiré pensando en aciertos de la JMJ que seguro que más de uno podrá enriquecer con su percepción de lo vivido.

 

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