Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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El Papa no es lo importante de la JMJ

por José Alberto Barrera

Ahora que tenemos la JMJ a la vuelta de la esquina se acaba de publicar el programa de actos culturales que tendrán lugar durante la Jornada Mundial en Madrid.

Por supuesto dentro del epígrafe de culturales se puede encontrar de todo, desde conferencias, películas y conciertos, hasta actos religiosos propiamente dichos- y eso que sólo es una parte del pastel que se está cociendo desde hace meses para celebrar este macroevento religioso.

Leyendo las múltiples propuestas se hace de lo más apetecible estar en Madrid en los calurosos días de agosto, pues es la misma Iglesia la que se hace presente durante una semana a través de sus multicolores rostros, lenguajes y realidades, recordándonos la universalidad de ser católicos.

La cosa es tan apetecible y las propuestas son tan variadas, que a pesar de andar liado  y comprometido con un concierto de alabaza y adoración que de parte de Alpha Internacional y Worship Central vamos a tener el miércoles 17, me dan unas ganas locas de estar en todos los diferentes actos que tendrán lugar ese día.

Pero parece que no a todos gusta esto, o a lo mejor es que no se han dado por enterados de que la JMJ es mucho más que el fin de semana del 20 y el 21 de agosto.

En medio de todo esto están los gruñones eclesiales, los indignados y todos aquellos que en nombre de una laicidad mal entendida o una antipatía más que manifiesta a lo que representa el romano pontífice, quieren echar por tierra un evento que promete dejar huella en nuestra ciudad de Madrid.

Esto me lleva a la presente reflexión, pensando que ciertamente aunque los medios y los críticos se empeñen en disparar contra él, nuestro Benedicto XVI no es ni de lejos lo más importante que vamos a tener en la JMJ.

Al fin y al cabo su misión es apuntar hacia Cristo, y su mensaje es el mensaje que el Maestro depositó en su Iglesia, y en clave de buenos católicos nos reunimos para celebrar que somos Iglesia, piedras vivas, miembros del cuerpo de Cristo, edificados en la fe y sustentados en la roca de Pedro, sí, pero con las cosas bien claras, sabiendo en quien poner nuestros ojos y nuestra esperanza.

Y es que por más que muchos se empeñen, y por mucho que a veces hagamos de nuestra catolicidad una caricatura, la gente no viene desde tan lejos a Madrid para dar cuatro aplausos a un viejecito y corear consignas afectuosas hacia su persona.

 Aunque sea por su sacerdocio Persona Christi y nada menos que su vicario en la tierra, es a Cristo y a nadie más a quien seguimos cuando nos apoyamos en el pontífice y en el Magisterio de la Iglesia para vivir nuestra fe. El Papa nos guía y estamos contentos de que así sea, conscientes de que la Fe y la Palabra vividas en la comunidad de la Iglesia son camino seguro hacia la voluntad del Padre.

Cierto es que con pontífices tan carismáticos como Juan Pablo II uno no puede refrenar la emoción que supone ver de cerca a quien es padre para tantos, pero el mismo hecho de que las jornadas de la juventud le hayan sobrevivido nos demuestra que la cosa iba mucho más allá de la atracción que generaba como santo y como persona.

Para mi la emoción es la misma siendo el Papa quien sea, es la emoción de ver a Cristo en la Iglesia…algo muy parecido a lo que me convirtió en una peregrinación a Xavier a mis 17 años: ver a Dios en los otros y que resonara en mi corazón.

Y para sazonar esto, cada papa aportará lo que sea su fuerte, y el de Benedicto XVI es precisamente el de hablar profundamente claro- lo cual es extraordinario pues hace fácil lo elevado de la teología-  y comunicar con las palabras lo que su predecesor comunicaba con los gestos.

Como quiera que sea, me llama la atención lo pobre que es la crítica a la JMJ, pues parece que parte del supuesto de que todo se tratara de exaltar la figura el pontífice, cuando la realidad es más bien al contrario. La noticia es que un millón de jóvenes van a congregarse en Madrid para oír hablar de Cristo, y ojala que en el empeño se edifique la Iglesia y la fe de millones.

Me cuesta pensar que a alguien que ame a la Iglesia no le guste esto y no vibre con lo que va a pasar, a pesar de los pesares y de las humanas imperfecciones con las que se realice el evento.

Luego, como dice Luis Fernando será momento de valorar, de criticar constructivamente y- añado de yo - de pensar en qué se concreta y aterriza todo lo que se va a vivir en Madrid, pues de poco sirve una fe de fogonazos estivales ofrecidos a los jóvenes, si después durante el curso les damos más de lo mismo sin aplicarnos el cuento de lo vivido.

Así que concluyo, aún sintiéndome profundamente de Benedicto XVI, que no me digan que la JMJ se trata de ver al Papa; en todo caso como se decía en el 89 “el papa viene a verte”, que al fin y al cabo es el servus servorum, y está tan enamorado de la Iglesia y de Cristo como el último de la fila que se hará en Cuatro Vientos para ir a la Vigilia y a la Eucaristía.

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