Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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¿Apoya la Iglesia económicamente a los laicos?

por José Alberto Barrera

Ahora que estamos con el tema de la campaña de la Renta y la Iglesia convenientemente nos recuerda la necesidad de apoyarla mediante la aportación voluntaria que se hace en la declaración del IRPF, no está de más preguntarse acerca de cómo se maneja el tema del dinero en la Iglesia.

Últimamente he estado trabajando con las estadísticas de la Memoria Justificativa de Actividades de la Iglesia que cada mes de junio presenta la Conferencia Episcopal.

Es un documento de lo más interesante, en el que se habla de todo lo que hace la Iglesia asistencial y  pastoralmente, además de darse estadísticas de miembros activos, horas de asistencia pastoral, y coste de las mismas.

Haciendo un poco de números con las últimas estadísticas disponibles encontramos cosas tan interesantes como que la Iglesia da sacramentos, asiste o educa a la friolera de 5.052.233 personas cada año.

Y todo esto con un puñado de sacerdotes, religiosos y religiosas, junto a los empleados de instituciones de enseñanza y caritativas, así como un número estimado de 70.000 catequistas.

Pocas ONG, y a buen seguro ninguna empresa, pueden preciarse de producir tanto, para tantos, con tan pocos medios económicos, sobre todo cuando vemos la ingente labor que hace la Iglesia en todos los campos de la sociedad.

Con toda justicia la Iglesia pide  los laicos que la ayuden, lo cual suscita en mí también otra pregunta: ¿ayuda la Iglesia a los laicos?

La respuesta - la sabemos- es que sí, que los asiste, educa, alimenta espiritualmente y los promociona humanamente allá donde hace falta arrimar el hombro.

Pero si hablamos de la labor evangelizadora de los laicos, y de cómo se mantienen los pocos de ellos que sienten la llamada a dedicarse a la evangelización, eso es harina de otro costal.

En la Iglesia Católica, de toda la vida, se trabaja mucho por parte de los laicos, y se hace gratis et amore  y así ha de ser cuando se trata de dar gratis lo que se ha recibido gratis.

 A nadie se le ocurriría por ejemplo pedir dinero por colaborar en Radio Maria, o por trabajar de catequista. Incluso acabarse pagando la estancia en el campamento de verano en el que uno va a ayudar es lo más normal y lo hemos hecho todos.

Pero cuando se trata de encontrar gente que dé todo su tiempo, sus fuerzas y energías por el Evangelio, es muy difícil encontrar laicos liberados por la simple razón de que no se cae en la cuenta de que hace falta sostenerlos y no pueden vivir del aire.

Laicos liberados haberlos haylos en ciertos movimientos, pero lo común no es eso, pues en nuestra Iglesia se supone que tenemos personas consagradas que son las que no cobran.

Y qué decir de los músicos cristianos que tienen el don de evangelizar edificando a tantísimos, y se pasan el día luchando por salir adelante mientras tratan de compatibilizar su llamada con una familia y un trabajo. En muchos casos son auténticos héroes, que han aprendido lo difícil que es soñar y hacer locuras por Dios de una manera sostenible económicamente.

Leyendo entre líneas los informes económicos de la Memoria Justificativa, uno se da cuenta de que en la Iglesia actual no existe una cultura de pagar a los agentes de pastoral que no sean el sacerdote o el religioso de turno.

En otros países como los Estados Unidos sí que he conocido parroquias que empleaban laicos para algo más que coger el teléfono o arreglar el jardín. También lo he visto, aunque menos, en República Dominicana, donde al menos al músico de la parroquia se le apoyaba con un estipendio similar al de los diáconos permanentes que colaboraban en la parroquia.

Pero en España, la verdad, uno no sabe por dónde empezar cuando tiene que explicar que se dedica a la evangelización como laico y tiene una familia que sostener.

Y el problema no es que a alguien le vaya mejor o peor económicamente. El problema es que no se invierte en quienes podrían cambiar las tornas de la evangelización en España.

En los informes económicos no se habla de apoyar proyectos de evangelización pura y dura, sostenibles y perdurables en el tiempo, más allá de un evento en concreto como son las jornadas mundiales de la juventud.

Simplemente falta cultura para ello, y se gasta un montón de energías en patrimonio, en sacramentos, educación, caridad, promoción social, sin apenas dedicar nada a quienes podrían hacer una labor que atrajera gente a la Iglesia.

Sin músicos profesionalizados, evangelizadores a tiempo completo o emprendedores de la fe, nos vemos abocados a una Iglesia que sólo cuenta con una élite de personas dedicadas a tiempo completo (religiosos, sacerdotes, consagrados) que no son capaces de sacar adelante todo el trabajo que hay, y se pasan el día apagando fuegos sin poder dedicarse a inflamar con el Evangelio el corazón de esta sociedad.

Hay quien dijo que para saber lo cristiano que uno es, hay que mirar si su bolsillo está convertido. Se puede decir también que para ver lo evangelizadora que es la Iglesia, habrá que ver los recursos que invierte y lo que se gasta en la conversión de las personas.

¿Ayuda la Iglesia económicamente a los laicos que quieren evangelizar?

Algunos sí, hasta hay obispos que dejan casas a laicos y comunidades…pero ojalá que se generalizara la práctica y viéramos una Iglesia que multiplicara sus obreros y encarnara, empezando por lo económico, principios como el de la corresponsabilidad que tanta cola han traído a raíz del Concilio Vaticano II.

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