¿Sabía Vd. que hoy se produce, una vez más, el fin del mundo?
por Luis Antequera
Así escrito suena raro ¿verdad? Pero como no hay día que no tenga su Apocalipsis, y todavía estoy yo buscando en el calendario fecha libre para anunciar yo el mío, pues resulta que también para hoy está previsto algún fin del mundo, en este caso, el que profetiza una cadena de radio norteamericana, llamada Family Radio.
Lo verdaderamente interesante en esta ocasión, es conocer “como se ha descubierto” el importante evento, tan importante que nos va a afectar a todos. Pues bien, todo es producto de la ardua investigación bíblica realizada desde Family Radio, una emisora cristiana radicada en Oakland, California, fundada en 1959, y sostenida a través de los donativos de sus oyentes.
El razonamiento es “impecable”. Se parte del hecho (incontrovertible y sobre el que existe unánime acuerdo en toda la comunidad científica, se pueden Vds. imaginar), de que el diluvio universal se produjo en el año 4990 a.C. Algo tan reconocido que ni siquiera se considera preciso necesario demostrar:
“Al estudiar cuidadosamente la Biblia, aprendemos que en el año 4990 a.C. Dios envió un diluvio y destruyó la tierra”.
Luego se acude al Génesis, en el que leemos el aviso que Yahveh hizo a Noé de lo que iba a ocurrir:
“Dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y exterminaré de sobre la faz de la tierra todos los seres que hice” (Gn. 7, 4).
Y se pone fecha al evento:
“El mes segundo, el día diecisiete del mes, en ese día saltaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo se abrieron” (Gn. 7, 11).
A continuación, se acude a la Segunda Carta de San Pedro, ya en el Nuevo Testamento, en el que con todo rigor científico se explica:
“Ante el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día” (2Pe. 3, 8).
Para con todas estas premisas, construir la conclusión final, evidente e irrebatible, clarísima para todo aquél que tenga ojos para ver (transcribo literal):
“En la Carta segunda de Pedro 3, 8 que fue citada anteriormente, el Dios santo nos recuerda que un día es como mil años. Por consiguiente, entendiendo correctamente que los siete días mencionados en Génesis 7, 4 pueden considerarse siete mil años, vemos que cuando Dios le dijo a Noé que aún había siete días para escapar de la destrucción mundial, también le estaba diciendo al mundo que habría exactamente siete mil años (un día equivale a mil años) para escapar de la ira de Dios que vendrá cuando él destruya el mundo el día del Juicio. El Dios infinito es omnisciente, y por ese motivo, El conoce el fin desde el principio, y El sabía que el mundo llegaría a ser muy pecador.
Siete mil años después del 4990 a.C (que fue el año del Diluvio) nos llevan al año 2011 d.C. de nuestro calendario (4990+20111=7.000. Al pasar de una fecha del calendario del Antiguo Testamento a una fecha del calendario del Nuevo Testamento (d.C.) se debe rstar un año, porque el año 0 no existe”.
La investigación es tan exhaustiva, que aún es capaz de precisar más:
“De manera asombrosa, el 21 de mayo del 2011 será el día 17 del segundo mes del calendario bíblico de la época actual. Recuerden que las aguas del Diluvio también comenzaron el día 17 del segundo mes en el año 4990 a.C.”
Así que, mis queridos lectores, mucho me temo que por culpa una vez más del maldito fin del mundo que vuelve a avecinarse, nos vayamos a quedar sin conocer el desenlace de este apasionante proceso iniciado en Madrid y conocido como “15-M” que nos iba a traer ¡por fin! la Democracia Real, así con mayúsculas, gracias a unos jovencitos de gran altura intelectual y rigor moral, anheladas primicias de la LOGSE, educados en el lema fructífero y fecundo del “para mí todos los derechos, obligaciones no quiero ni una”, los cuales, llegada la edad de su alampada eclosión, comienzan a dar ya sus primero frutos, a modo de adelanto de cuanto cabe esperar de su esmerada educación.
Como nos quedaremos sin saber también, por culpa una vez más del maldito diluvio vaticinado por Family Radio, cómo termina esta nueva jornada de reflexión caracterizada por cualquier cosa menos la reflexión, como acontece a ocurrir ¡fíjense Vds. qué fatalidad! en cuantas elecciones se ve el pesoísmo ante la tesitura más o menos cierta de perder el sillón.
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