Meapilas
Hablando el otro día con uno, y en medio de la conversación, dice como disculpándose:
- “Oye, esto que voy a decirte espero que no te suene… a meapilas”.
Me preparé para escuchar algo imprevisiblemente “espirituoso” y va y dice:
- “ … a veces me doy cuenta - duda un momento- … que por mucho que uno quiera controlar su vida, estamos en las manos de Dios pues no somos nada ante Su Inmensidad.”
- “¿? ... pues qué quieres que te diga- le dije sorprendido- …, a mi no me parece esa una frase de un meapilas, más bien suena a… cristiano.”
Recordé entonces ( y se lo dije) cuántas veces en otras muchas ocasiones he escuchado frases que sí que retratan al auténtico meapilas (el beato de toda la vida) aunque desde luego supongo que el tipo en cuestión rechazaría de plano sentirse así denominado.
Y es que actualmente andan disfrazados con un moderno (y menos conocido) fariseísmo.
He aquí algunas de esas “espirituosas” pero no cristianas frases:
- Yo me confieso con Dios… no necesito intermediarios
- Todas las religiones son iguales…, qué más da que le llames Dios, Alá, Visnú...
- Eso de ser perfecto es una exageración.
- No hay que juzgar...
- Nadie está en posesion de la verdad
- No existe el Infierno... Dios es tan bueno que no condenará
- Dios nos quiere pobres
- Ama a la Humanidad y sólo preocupate de ser sincero contigo mismo
- .... ....
Quizá se pregunten qué es lo que hay de común en todas estas frases que las revisten de beatería… Pues muy sencillo: responden a un “cristianismo“ que se han fabricado a su gusto, no al de Cristo. Y es que el auténtico meapilas es el que, en la más pura tradición farisaica, hace a Dios a su imagen y semejanza, parcializa el Evangelio, lo acomoda a su manera de ser y lo practica con esa parcialización.
Puede que la “antigua” beatería esté prácticamente desaparecida, pero no su raza, que continúa entre nosotros con diversos disfraces. Contra eso, y de forma reiterada, nos previno Nuestro Señor, el más antibeato de los hombres.
¡Serpientes!, ¡raza de víboras!, ¡sepulcros blanqueados!, ¡hipócritas!... así, con estos amables calificativos, los “obsequiaba” el Señor… Por cierto, aspecto éste de Cristo que, una vez más, disgustaría a un meapilas pues como tal se habrá fabricado un Cristo “pacifista”, no- violento y “otromejillista” más acorde con el particular criterio del interesado.
Y nunca mejor dicho… lo de interesado
Porthos