Dos películas para el Viernes Santo
En medio de mi periplo romano, del que ya contaré algunas experiencias, se han pasado los días volando y hemos llegado al Viernes Santo.
A pesar de las distracciones turísticas lo cierto es que en la Ciudad Eterna hay espacio para la Semana Santa, aunque para descubrirlo hay que hacerse el propósito de ser más peregrino que turista, pues a uno se le pega la influencia de los visitantes más o menos “profanos” de todo el mundo que invaden cada rincón sagrado, histórico o artístico que uno se pueda imaginar.
La Semana Santa romana tiene su ritmo, y el Papa está presente aquí y allá, ora en San Pedro en el domingo de Palmas, ora en San Juan de Letrán en los oficios del Jueves Santo o como esta noche en el Coliseo dirigiendo el Viacrucis.
Son momentos de emoción para muchos, en los que se renueva la adhesión a la Iglesia, pues aquí uno se siente católico más que en ninguna parte del mundo al palpar la universalidad de la Iglesia en cada rincón, persona y celebración.
En un día como hoy uno no sabe cómo compaginar eso de ser turista y querer vivir el Triduo Pascual, pues aparte de los oficios y el Via Crucis hay muchas horas que rellenar, las cuales se pueden ocupar visitando los monumentos en las Iglesias por la mañana, pero no por la tarde tras los oficios.
En esos momentos, nada mejor que ponerse a ver una película sobre Jesucristo que le mantenga a uno en ambiente del día que celebramos, y no quería dejar de recomendar un filme en gran medida desconocido, pues en su día pasó desapercibido.
Se trata de El hombre que hacía milagros, una obra aparentemente para niños hecha en plastilina y animación, que es una auténtica delicia que se puede ver en familia. La película se hizo como una especie de ensayo para La pasión de Mel Gibson, la cual es muy recomendable hoy también, aunque después de tanto oficio y Via Crucis, quizás una vida de Jesús completa es algo más relajante para el concentrado cristiano que lleva todo el día de ayuno y meditación.
Lo delicioso de este largometraje es el Jesús que muestra, lleno de compasión, que es todo abrazos con la gente, y que predica el Reino de Dios y su divinidad, siendo crucificado por ello. Es un Jesús accesible, que habla con parábolas ilustradas por dibujos animados, que transmite con fuerza y emoción todo su mensaje de Salvación mientras hace el bien allá por donde pasa.
Como buena biografía del salvador, también nos adentra en el Triduo Pascual, y nos pasea por la muerte y resurrección de nuestro Señor; entre otros lugares, por el Sanedrín, el palacio de Herodes, el Gólgota y la piedra rodada del sepulcro vacío. Y todo lo hace de una manera vibrante, con una meridiana claridad acerca de cada paso de la vida de Jesús, y con la simplicidad de la plastilina que cautiva a los niños y lleva a las lágrimas a los mayores.
Hoy es un día de gracia, y por más que en nuestra cultura se haya perdido la costumbre de cerrarlo todo, de apagar los televisores y de no poner música profana en la radio, aún podemos encontrar ese espacio, además de en la Iglesia, en una película en casa, lo cual recomiendo vivamente a todo el mundo.