Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Una mirada estadística a la crisis de la Iglesia

por José Alberto Barrera

En los últimos días he estado trabajando en estadísticas de la Iglesia y la conclusión a la que he llegado es que en la Iglesia católica española estamos mucho mejor de lo que algunos piensan, por lo menos potencialmente.

Cuando se mira a la Iglesia muchas veces sólo se mira la asistencia a Misa, la cual está en franco declive a pesar de las más de cinco millones de Eucaristías que según los datos de la Memoria  Justificativa  de la Iglesia en 2008, publicada en 2010, se celebraron en España en las 22.661 parroquias existentes a la fecha.

Es verdad y es obvio que las iglesias se están vaciando, y a uno se le cae el alma a los pies cuando todo lo que tiene que ofrecer a una persona que se acaba de convertir, es una comunidad parroquial donde abundan los mayores y apenas hay alguna persona por debajo de los treinta y muchos años.

Pero esa no es toda la estadística; resulta que la Iglesia hace muchas más cosas que dar misas, y precisamente ahí es donde yo veo la oportunidad para que ocurra lo que Juan Pablo II  deseaba para el viejo continente en 1989:

 Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal, desde Santiago te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: ¡Vuelve a encontrarte!

Según la memoria citada, estas son las personas que en un año como 2008 pasaron por la Iglesia para casarse o recibir un sacramento de iniciación:

335.484 se bautizaron, 244.469 hicieron la primera comunión, 94.109 se confirmaron, y 208.020 se casaron. Si a eso añadimos los padres de los bautizandos y confirmandos (1.159.906 progenitores) tenemos un total de 2.041.988 personas que anualmente pisan la Iglesia.

Estas cifras significan muchas cosas:

 Para empezar nos indican que los sacerdotes trabajan a destajo, y como los seminaristas cada vez son menos y no llega el reemplazo, cada vez están más ocupados en la práctica sacramental, sin que tengan tiempo para una pastoral de evangelización.

También nos dicen que la Iglesia tiene un potencial evangelizador tremendo, pues muchos de esos padres que acuden a hacer un bautizo o una comunión, son en realidad alejados que sólo vuelven a la Iglesia en ocasiones puntuales, pero que han dejado de practicar; tres cuartos de lo mismo con los que se van a casar.

El problema es que no existe una pastoral de conversión para esa gente; una pastoral de primer anuncio, que previamente a la catequización y a la recepción del sacramento suscite en la persona un encuentro personal con Dios que dé sentido a todo el caminar cristiano posterior.


Por eso muchas veces tener a más de dos millones de personas que pasan por la iglesia es más un engorro que una oportunidad, pues dan mucho trabajo y la “tasa de retorno” (si me permiten hablar en términos empresariales) es muy baja, pues luego no vuelven por la Iglesia.

En mi opinión no es culpa de ellos, sino más bien nuestra, porque no sabemos darles una pastoral adecuada, pues estamos estancados en vivir para una pastoral de mantenimiento.

Si seguimos con otros capítulos brillan el tema de la enseñanza y el de la acción social.

Sólo los colegios representan la friolera de 6.041 centros concertados y privados, con 112.439 empleados y 11.399 religiosos dedicados a ello, y un total de 1.370.151 alumnos.

En cuanto a la obra social, existen  4.459 centros asistenciales de obra social en España (Caritas y Manos Unidas, hospitales, asilos, orfanatos, guarderías, consultorios familiares, centros de violencia, aseosría jurídica, inmigrantes, drogadicción, etc) con  2.800.000 personas asistidas.

Si sumamos acción pastoral, con la enseñanza y con la acción social, resulta que al menos 6.212.139 personas tienen contacto con la Iglesia todos los años, sin necesariamente ser parte de los practicantes, pues todos sabemos que la gran mayoría de bautizados, primeras comuniones y confirmados, en medio de la que está cayendo, acaban por dejar de asistir a la Iglesia.

Se puede seguir con la estadística, mostrar los agentes de pastoral que tenemos para toda esa gente, comparar las cifras de bautizados con las de los que se declaran católicos, y de ellos ver cuántos son practicantes, pero no quiero extenderme.


Lo importante es hacer una lectura responsable de estos datos, ver lo positivo en términos de oportunidad, y comenzar a caminar hacia una nueva manera de hacer y entender la pastoral, que se  adecúe a la realidad que vivimos en España.

En palabras de Mons. Fernando Sebastián en su libro Evangelizar que acaba de ser publicado en 2010:

La Iglesia no puede eludir el deber de un diagnóstico claro que permita preparar los remedios oportunos”.

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