Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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¿Manda más el Papa que un obispo en Japón?

por José Alberto Barrera

Acabo de leer la noticia sobre el prelado japonés que ha pedido a los neocatecumenales que se tomen un tiempo de reflexión e inactividad en su diócesis y no puedo evitar aportar mi comentario, en el que vaya por delante mi simpatía hacia el Camino.

Se cuenta en los mentideros de Roma la anécdota de un obispo a quien Kiko Arguello y Carmen Hernández fueron a visitar; por lo que fuera la cosa no acabó muy bien, y en reacción los dos líderes neocatecumenales se sacudieron literalmente el polvo de sus sandalias a la puerta de su casa, en un gesto completamente evangélico.

El obispo estaba que trinaba y emitió una queja, por lo que Kiko y Carmen fueron a disculparse posteriormente con toda la humildad del mundo.

El Camino Neocatecumenal es así, tiene algo de esa pasión de los hijos de Zebedeo - los hijos del trueno- y, reconozcámoslo, por donde pasa no deja indiferente a la gente y muchas veces no está exento de conflicto dentro de la Iglesia.

 Acaso será por aquellas palabras del Maestro en el evangelio de San Mateo:

No creais que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada. Porque he venido a poner en conflicto  "al hombre contra su padre,  a la hija contra su madre,  a la nuera contra su suegra;  los enemigos de cada cual  serán los de su propia familia” (Mt 10,34-36).

El caso es que hay obispos que no los tragan, y hay obispos que los adoran. Cada cual según sus necesidades, su discernimiento y sus experiencias.

El hecho de que la Iglesia haya dado reconocimiento al Camino, como a cualquier otra asociación o movimiento, nunca ahorrará el necesario discernimiento del obispo diocesano donde trabajen, que sigue siendo al fin y al cabo el Ordinario del lugar, y tiene el derecho y el deber de pastorear sus ovejas y dar permiso para que otros lo hagan en su nombre.

Si bien es cierto que hay todo tipo de obispos; abiertos, cerrados, obtusos, relajados, estrictos, si como católicos nos permitimos poner en duda el discernimiento y la potestad de un obispo para hacer y deshacer en su diócesis, estamos entrando por una senda de lo más peligrosa.

Como se enseña en la vida religiosa, quien obedece nunca se equivoca, por más que tenga el derecho de “representar” (exponer sus razones y criterio contra una orden) para no convertir la obediencia en algo ciego y servil, contrario a la libertad de los hijos de Dios.

Si profundizamos en temas como la obediencia y la colegialidad de la Iglesia que tan prolijamente desarrolló el Concilio Vaticano II, nos encontramos con que los obispos son mucho más que unos enviados del Papa, y que en su oficio tienen una responsabilidad y una potestad que conlleva una autonomía grandísima.

Por eso el Papa envía un delegado a Japón para mediar, pero no se dedica a torcer el brazo a ningún obispo, por mucho que estime a Kiko Argüello, diciéndole cómo tiene que actuar en el territorio de su diócesis.

No es que el obispo mande más que el Papa, ni que el Papa mande más que el obispo, es algo un poco más complejo, que tiene mucho que ver con la manera en la que está configurada la Iglesia, que aun siendo jerárquica en su estructura, es colegial en su constitución.

En fin, que en estos temas es muy fácil caer en contraposiciones y antagonismos que a mi entender evidencian una cierta falta de conocimiento de cómo funciona la Iglesia.

Personalmente simpatizo con todos aquellos que en la Iglesia han visto cómo Dios les decía una cosa y obedecían al obispo de turno que les pedía una obediencia distinta a lo que ellos veían delante de Dios. En el fondo la Iglesia es la única que nos asegura que estamos haciendo la voluntad de Dios, por más que a veces se comentan injusticias, disparates y tropelías dentro de ella.

Y si no, que se lo  digan a San Francisco de Asís, a San Pio de Pietrelcina y a muchos otros.

¿ Neocatecumenales sí, o neocatecumenales no en Japón? La respuesta para mí es que será lo que Dios quiera, y bien sabe Dios a quién ha puesto al timón de su Iglesia.

¡Ah!, y eso sí: no confundamos la velocidad con el tocino.

 Si el obispo dice que no a los kikos, no será porque sea un enemigo acérrimo de la evangelización; a veces cosas tan simples como la falta de entendimiento cultural pueden hacer que lo que aquí nos parece maravilloso, en la otra punta del mundo les parezca una aberración.

Personalmente estoy convencido de que los neocatecumenales tienen un carácter profundamente español. Por eso funcionan tan bien en Italia, y por eso Famille Chrétienne en publicó en 2006 un artículo preguntándose por qué el Camino neocatecumenal no arraigaba en Francia.

Qué le vamos a hacer, no a todo el mundo le tiene que gustar el jamón serrano y el gazpacho…

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