Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Por qué Medjugorje es tan problemático

por José Alberto Barrera

Con este post me adentro por segunda vez en un tema de lo más espinoso por las reacciones que genera sobre el que hablé en mi post Lo que no veo de Medjugorje, al cual me remito para quien quiera un planteamiento de conjunto del tema.

Desde que escribí el post, he tenido la oportunidad de leer más sobre el asunto, y a la luz de lo estudiado me gustaría profundizar en alguna de las cuestiones que esbozaba en aquella publicación.

Últimamente asistimos en España a un auge del movimiento de Medjugorje y escribo estas líneas desde la preocupación que me genera observar cómo por todas partes se difunden los supuestos mensajes de la Virgen María, a pesar de existir una prohibición expresa de hacerlo emitida por el obispo de la diócesis de Mostar-Duvno, Monseñor Ratko Peric.

Periódicos como Alba, boletines parroquiales, conferencias públicas e incluso visitas de las videntes como la que hace poco ha prodigado Marija Pavlovic, están contribuyendo a  la omnipresencia de las apariciones en la vida de la Iglesia.

Y de la Iglesia es de lo que quiero tratar en este artículo, pues difícilmente puedo entender que algo que ha merecido un rechazo tan claro de los legítimos pastores que tienen el deber de discernirlo, se esté convirtiendo en una situación de facto de hechos consumados, en la que todo el mundo da por buenas unas apariciones sin que la Iglesia lo haya hecho.

Creo que la más elemental prudencia y el más básico sentido de la obediencia tendrían que ser argumentos más que suficientes para esperar a que la Iglesia se pronuncie sobre el tema, antes de lanzarse a proclamarlo a los cuatro vientos.

Y ahí es cuando empieza la polémica que genera el tema de Medjugorje, porque la gente se vuelve bastante radical al respecto y anatemiza a todo aquel que no comparte esa pasión por las apariciones.

Es en ese momento cuanto todo lo que rechinaba empieza a chirriar estrepitosamente, pues si uno estudia la relación entre la Iglesia y las apariciones, pronto se da cuenta de que la tensión es evidente, por más que se quiera edulcorar el asunto.

Si alguien saca a relucir esta “pequeña inconveniencia”, partiendo de la desautorización que hizo el anterior titular de la diócesis, Mons. Zanic,  mantenida por el presente, Mons. Peric , la respuesta que recibe es que los obispos le tienen ojeriza al tema, citando una carta de Mons. Tarsicio Bertone diciendo que expresan opiniones  personales.

Toda esta confusión mediática y popular requiere que hagamos un recuento cronológico de la relación Medjugorje-Iglesia para ponerla en su justa perspectiva: 

  1. Mons. Zanic, obispo titular de Mostar-Duvno cuando comenzaron las apariciones en 1981, prohibió las peregrinaciones al lugar, y afirmó con palabras nada equívocas la falsedad de los hechos y en seis años llegó a la siguiente conclusión:

 estoy seguro de que Nuestra Señora no se aparece allí ni hace milagros. Los “mensajes” no pueden ser de nuestra Virgen. Son el fruto de una impostura, fraude y desobediencia a la Iglesia. Se trata de grandes sumas de dineros e intereses personales espurios.” (Carta al P. Hugh Thwaites, SJ, 1987).

  1. En 1982 se formó una comisión de cuatro personas para estudiar los hechos que luego se expandió para constituir la comisión interdiocesana, formada con la ayuda de los obispos y provinciales de Yugoslavia,  que estudió los fenómenos durante tres años, la cual estuvo formada por 15 personas, 12 teólogos y 3 médicos.

Estas personas votaron en conciencia lo siguiente: once que no se habían dado apariciones, uno se abstuvo de votar, otro aceptó que al principio pudo haberse dado algo sobrenatural, y dos votaron a favor de las apariciones.

  1. En octubre de 1984 la Conferencia Episcopal Yugoslava prohibió las peregrinaciones oficiales al lugar de las apariciones.

  2. La Congregación de la Doctrina de la Fe envió una carta en mayo de 1985 a los Obispos Italianos pidiéndoles que redujeran las peregrinaciones organizadas.

  3. En 1987 se formó una segunda comisión, y en enero de aquel año el Cardenal Franjo Kuhariz en nombre de la Conferencia Episcopal Yugoslava declaró “se prohíbe organizar peregrinaciones y otras manifestaciones  motivadas por el carácter sobrenatural atribuido a los sucesos de Medjugorje”.

  4. En palabras de Monseñor Zanic en 1990, de los 42 obispos de Yugoslavia contando los jubilados, sólo uno declaró su creencia en los hechos. De los 15 miembros de la primera comisión, sólo 2 creyeron en la sobrenaturalidad de los hechos. De los 100 sacerdotes diocesanos de Herzegovina, ninguno creía en las apariciones.

  5. El 10 de abril de 1991 la Conferencia Episcopal Yugoslava publicó una declaración sobre Medjugorje afirmando que “non constat de supernaturalitate”, es decir diciendo que no hay razones para afirmar la sobrenaturalidad de los fenómenos, pero sin emitir un juicio negativo definitivo.

  6. El secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha citado en dos ocasiones el pronunciamiento de 1991 de la conferencia episcopal (1996 y 1997) concluyendo:

De todo lo que se ha dicho con justeza sobre el asunto, se desprende que las peregrinaciones oficiales a Medjugorje en tanto que a un lugar de auténticas apariciones marianas, no pueden ser organizadas ni a nivel parroquial ni a nivel diocesano, pues de hacerlo así se entraría en conflicto con el solemne pronunciamiento de los obispos de la antigua Yugoslavia”.

  1. Monseñor Peric, actual obispo de Mostar-Duvno desde 2000, está en contra de las apariciones, y como muestra un botón:

De acuerdo con el comunicado oficial de 10 de abril de 1991, redactado sobre la base del exahustivo y detallado trabajo de comisiones de expertos, los obispos no encontraron una simple indicación o signo que les hubiera podido a llevar a decir que los fenómenos de Medjugorje tengan una origen sobre natural.

 Tampoco ha ocurrido nada significativo desde entonces respecto a las apariciones y los mensajes que haya hecho necesaria una reconsideración. De esto se deduce que quienes predican en nuestras iglesias desde los altares acerca de estos fenómenos, como si hubieran sido reconocidos y se tratara de auténticas apariciones y mensajes, no están actuando de acuerdo con la postura de la Iglesia” (Mons. Peric, Ogledalo Pravde, Espejo de justicia, Mostar 2001)

  1.  A día de hoy, y siendo plenamente vigente la declaración de los obispos de 1991, Monseñor Peric sigue prohibiendo las peregrinaciones oficiales, y la difusión de los mensajes, sin que se le haga mucho caso.

Aunque la Santa Sede remite siempre a lo dicho por los obispos yugoslavos, no han faltado declaraciones que por excesivamente diplomáticas han dado lugar a ser interpretadas como una luz verde por los partidarios de Medjugorje.

Las declaraciones del obispo de Mostar reflejan una opinión personal, no son el juicio oficial y definitivo de la Iglesia. Todo remite a la declaración de Zadar de los obispos de la ex Yugoslavia del 10 de abril de 1991, que deja la puerta abierta a futuras averiguaciones. La investigación debe, por lo tanto, seguir adelante. Mientras tanto, están permitidas las peregrinaciones privadas y que los fieles cuenten con acompañamiento pastoral. En definitiva, todos los peregrinos católicos pueden acudir a Medjugorje, lugar de culto mariano en el que es posible expresarse a través de todas las formas de la devoción”. (Mons. Tarsicio Bertone, entrevista 2007)

Por mucho que la opinión del obispo de Mostar sobre las apariciones siga siendo personal, al no expresar el juicio definitivo de la Iglesia sobre el asunto, el hecho es que él es el Ordinario del lugar, y tiene la autoridad en nombre de la Iglesia, y la está ejerciendo.

  1. Finalmente la Santa Sede ha constituido una comisión que se ha reunido por primera vez en mayo de 2010, para estudiar los sucesos, y de este juicio definitivo se espera por fin que se aclare la cuestión.

 

Concluyendo la primera parte de este artículo, me gustaría centrarme en la problemática que supone todo lo expuesto desde el punto de vista de la debida obediencia a los pastores legítimos de la Iglesia.

Cualquier persona con un mínimo de criterio, le guste o no Medjugorje, se dará cuenta de que hay muchísimas razones para ser cauteloso, antes de comenzar a debatir, asistir, peregrinar o secundar lo que se pregona en los mensajes o las apariciones.

 La primera de ellas es que la cuestión está siendo examinada y no se puede dar por cierta, y no es nada estético influir en la misma con una política de hechos consumados, prestando voz y presencia a algo que ya arrastra un número de pronunciamientos negativos.

Que los obispos hayan declarado Non constat de supernaturalitate debiera ser una llamada a la precaución, y no una luz verde como se ha querido hacer ver.  

La segunda es que todo lo que ha ocurrido ha sido en contra de la opinión, el consejo e incluso la prohibición del obispo local de turno, ora Mons. Zadic ora Mons. Peric, en su calidad de Ordinario del lugar según el derecho canónico, que además de tener una opinión personal es a fin de cuentas el que manda. Esta opinión ha sido refrendada por la Conferencia Episcopal competente y el Vaticano nunca ha “quitado mano” a lo que han dicho los obispos yugoslavos.

Si no obedecemos al pastor legítimo, ni sus orientaciones pastorales, ¿dónde queda la autoridad de la Iglesia en todo esto?

Podría seguir con mil razones más, sin necesitar entrar en la veracidad de los hechos, todas ellas para concluir que la prudencia brilla por su ausencia en un caso como el de Medjugorje, lo cual es tremendamente preocupante, y previo a todo examen sobre la naturaleza de los hechos.

PD  Para más sobre el tema: Los controvertidos frutos de Medjugorje y Lo que no veo de Medjugorje


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