Islamistas de Indonesia consiguen prohibir la celebración de la Misa de Navidad
por Wiederholen
La web católica PIME.AsiaNews.it ha publicado el lunes 20 de diciembre de 2010 que las autoridades indonesias de Bogo (Java Occidental) ha prohibido celebrar la Misa de Navidad y todas las actividades públicas y celebraciones asociadas con la Navidad. [1]
Indonesia es considerada uno de los países musulmanes más “moderados”. Cada vez más, los fieles más devotos del Islam están consiguiendo que se asfixien las manifestaciones cristianas y que la colectividad de los musulmanes devengan más intolerantes hacia los grupos cristianos.
La situación es particularmente preocupante debido a episodios de violencia ocurridos anteriormente. Algunos feligreses cristianos, que no quisieron dar sus nombres por motivos de seguridad, dijeron a la agencia del PIME que la prohibición fue precedida por repetidas amenazas de los musulmanes locales, que se empeñan en impedir cualquier ceremonia cristiana en lugares públicos, incluso en las iglesias.
Los católicos temen que los islamistas puedan cometer actos violentos como ha acontecido en el pasado.
En 2005 grupos de musulmanes interrumpieron las celebraciones de Pascua en locales de cristianos. Más problemas surgieron en 2008, cuando cientos de musulmanes bloquearon el acceso a la tierra propiedad de la iglesia. En esa ocasión también, las celebraciones de Pascua fueron interrumpidas.
Estos y otros muchos casos ilustran lo que sucede en toda Indonesia. Los miembros de las religiones no-musulmanes son víctimas de una ola de intolerancia alimentada por los musulmanes. Cada vez más, están adquiriendo formas más violentas porque las autoridades locales no están tomando medidas decisivas para detenerlo.
Los cristianos, una reliquia en Tierra Santa
Tras décadas de migraciones, la comunidad cristiana de Tierra Santa se ha convertido en una minoría tan exigua que lucha por sobrevivir y mantener vivo el espíritu de Jesús en el lugar de su nacimiento. [2]
Un año más y en vísperas navideñas salen a la luz los datos de peregrinos que acudirán a los Santos Lugares y en especial a la ciudad Cisjordania de Belén, la ciudad natal del rey israelita David, y cuna del cristianismo, pero en contraste con las cifras récord que este año -cuando se espera la llegada de 90.000 visitantes por Navidad-, los cristianos en Tierra Santa se encuentran reducidos a la mínima expresión.
Una vez concluidos los villancicos y el festivo ambiente navideño, la comunidad cristiana en Tierra Santa regresará a la difícil realidad de subsistir como minoría en territorios diferentes, bajo regímenes administrativos distintos y el influjo de la mayoría musulmana palestina o la judía israelí.
"Somos una pequeña comunidad, una minoría cristiana, en una masa musulmana y una masa hebrea, pero esperamos que esta presencia sea efectiva y que tenga un impacto positivo sobre la sociedad", declaró el Patriarca Latino de Jerusalén, monseñor Fuad Twal.
De acuerdo a datos del Centro Inter Iglesias, apenas 200.000 cristianos viven repartidos en Israel, de los cuales 150.000 son mayormente palestinos o árabes con ciudadanía israelí.
En Judea, Samaria (nombres bíblicos de Cisjordania) y Gaza son 60.000, un número reducido si se compara con los más de 350.000 cristianos árabe-palestinos emigrados que hoy residen en países árabes vecinos, incluidos campos de refugiados, EEUU, naciones latinoamericanas como Chile, algunos países nórdicos europeos, Australia o Canadá, según datos de la OLP.
En la ciudad de Jerusalén sólo 15.400 personas se identifican como cristianos, comparadas con las 31.000 que así lo hacían hace seis décadas, en el período del Mandato Británico de Palestina, según datos difundidos por el Instituto para Estudios de Israel.
Según ese instituto, la comunidad cristiana en la Ciudad Santa está integrada por 12.800 cristianos árabes y 2.600 clérigos, monjes y emigrantes de ex repúblicas soviéticas.
Si en 1948, año del establecimiento del Estado de Israel, los cristianos constituían el 20 por ciento de la población, aunque en números absolutos los cristianos crecen dentro del Estado judío - al revés de los que sucede en el mundo islámico-, hoy no llegan a ser el 2 por ciento.
Pero el éxodo continúa, sobre todo en los territorios controlados por la Autoridad Palestina y el Hamás, la familia Qumsieh, de la localidad cristiana de Beit Sahur, cerca de Belén, abandonará la región en breve.
Eman Qumsieh, 48 años y madre de familia, explica que la decisión familiar de emigrar a EEUU no es nueva.
"Hemos intentado durante la Segunda Intifada poder establecernos en América. Nuestros padres tienen nacionalidad estadounidense y nos ofrecieron ayuda. Tras ocho años, finalmente obtuvimos los papeles y estamos deseando salir de esta prisión en la que se ha convertido Belén", explica al referirse a la claustrofóbica situación desde que hace unos años se levantara la valla de seguridad israelí, a raíz de los atentados suicidas palestinos que se hacían explotar, hasta hace poco, en las ciudades israelíes.
Recuerda cómo su marido, Munther Qumsieh, de 40 años e ingeniero genético de profesión, ha llegado a vender café por las calles de la población para traer un jornal a casa.
"El futuro aquí es incierto. No podemos garantizar que nuestros hijos tengan un futuro. Tampoco vemos salida al proceso político y las disputas internas entre Al-Fatah y Hamás desmoralizan a nuestro pueblo. Sencillamente, no vemos ninguna otra solución", se lamenta.
Esta palestina cristiana es madre de cuatro hijos con edades comprendidas entre los 24 y los 14 años, y relata con orgullo que el mayor ha logrado una beca en EEUU para jugar al fútbol.
"Ha tenido suerte porque allí aprecian el talento de los jóvenes, no como aquí, que continuamos luchando por nuestra propia supervivencia", sostiene.
Eman reconoce, sin embargo, que con su partida la comunidad cristiana seguirá menguando.
"Estoy triste porque los cristianos en Belén constituimos menos del dos por ciento de la población y si me voy seré una menos. Con todo, sigo pensando que hay que proteger nuestra religión".
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