Una ordenación episcopal llena de fuego
Ayer por la tarde tuve el privilegio de asistir a la ordenación episcopal de Monseñor Xavier Novell como obispo de Solsona, el cual se convirtió en el obispo más joven de España y de Europa.
Nunca había acudido a una ordenación episcopal, y menos de alguien tan cercano, con quien he compartido en estos dos últimos dos años el empeño por evangelizar ayudando en su diócesis con los Cursos Alpha.
El acto fue profundamente emocionante: la liturgia con su solemnidad, el colegio de obispos que imponen las manos al ordenando, las letanías de los santos con el candidato postrado por tierra, y la belleza de todos los signos que se le otorgan, el anillo, la mitra y el báculo.
He de confesar que ver todo alguien tan joven revestido de obispo es algo que sorprende y choca, porque estamos acostumbrados a obispos ancianos y venerables, o al menos que peinen abundantes canas.
Esta ordenación fue muy especial, además, por el hecho de que se ordenaba a un sacerdote de la propia diócesis, alguien que llevaba años de vicario general, y que por lo tanto era conocido de todos. Por esta razón, y por muchos políticos y personalidades que acudieran, por muchos hermanos obispos que estuvieran presentes, fue una ordenación con un sabor genuinamente casero.
Me comentaba hace un mes Monseñor Novell que precisamente por ser de casa, le había tocado preparar todo el tinglado, pues lo normal es que ordenen a un obispo de fuera y llegue a mesa puesta, con todo preparado, y no sólo en lo que a celebraciones se refiere.
Ayer domingo en más de una ocasión sentí que estábamos en un momento histórico para la Iglesia, pues se ha promovido al episcopado a un sacerdote lleno de ideas y de proyectos para la Nueva Evangelización, y se ha hecho en un lugar aparentemente recóndito, Solsona, en el mismo centro de Cataluña, pero que precisamente por su centralidad y su tamaño, es un lugar donde un obispo puede hacer cosas distintas, sin ser devorado por la maquinaria administrativa que tiene que gobernar.
Al final de la ordenación el flamante nuevo obispo dirigió unas palabras de agradecimiento, llenas de gozo y de invitaciones.
Se dirigió a los sacerdotes, a los alejados y a los laicos comprometidos.
A los sacerdotes les pidió un voto de confianza, y les dijo que si buscaban la voluntad de Dios, no tenían nada que temer, no los defraudaría.
A todos avisó, para que luego no haya sorpresas, que él vive y respira para evangelizar, no en vano su lema episcopal es Omnia propter evangelium.
A los alejados les invitó a escuchar la llamada de Dios, a encontrar la alegría y el gozo pleno del Evangelio, para lo que él estaría ahí, literalmente “no buscaré otra cosa que ayudaros a hacer el paso de fe”
Finalmente llamó a los fieles comprometidos a la Nueva Evangelización, para re-evangelizar Solsona de una manera extensa profunda, como nunca se haya visto.
Oir estas palabras fue electrizante, porque transmitían un fuego puro, una mirada nueva para la Iglesia, en la que el obispo te puede llamar de tú a tú y decirte, soy tu pastor, soy tu amigo, vivo para porclamarte el Evangelio, y voy a poner a toda la diócesis a dedicarse a ello.
Monseñor Novell calificó el día de ayer como el más importante de su vida; yo creo que lo fue para muchos de los laicos, sacerdotes, familias y consagrados que asistieron, porque pudieron intuir que la juventud de Novell, junto con el fuego el Espíritu Santo, puede encender los rescoldos de la fe que todavía quedan en todas partes en esta envejecida y resabiada Europa.
Al final la gente se agolpaba para saludar al nuevo obispo, y él abrazaba, bendecía, se emocionaba con ellos…era una riada de personas, y para todas tenía un guiño, una bendición, un gesto de acogida.
No todos los días se ven cosas así, ni todos los días un obispo nos recuerda tan vivamente la vocación a la que todos hemos sido llamados: la evangelización.
Dios bendiga muchos años al nuevo obispo de Solsona, y le utilice para propagar el fuego del evangelio desde el centro de Cataluña, hasta España, Europa y los confines de la Tierra.